Curruca zarcera - Sylvia communis Latham, 1787

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Portada

 

Identificación

 

Estatus de conservación

 

Distribución

 

Hábitat

 

 

Voz

 

 

Movimientos

 

Ecología trófica

 

Biología de la reproducción

 

Interacciones entre especies

 

Comportamiento

 

Bibliografía

 

 

Key words: Common whitethroat, movements, dispersal.

 

Movimientos

Migración entre Europa y África

La curruca zarcera es un migrante nocturno. El anillamiento ha demostrado que existe una bifurcación migratoria no muy marcada hacia los 10º E en Europa central, consistente en que las poblaciones occidentales habitualmente migran hacia el suroeste en otoño, vía Península Ibérica, hasta sus cuarteles invernales en África occidental, mientas que las poblaciones orientales normalmente se dirigen al sureste y sur, hacia Italia y el Mediterráneo oriental, para invernar en África central y oriental. La migración primaveral es, sin embargo, mucho más directa (Cramp, 1992; Shirihai et al., 2001; Aymí y Gargallo, 2006; Gargallo et al., 2011). Esta dirección noreste-suroeste de las poblaciones occidentales puede observarse, por ejemplo, en los mapas del BTO que resumen las recuperaciones en el extranjero de las zarceras anilladas en Gran Bretaña y las obtenidas en este país de las aves anilladas fuera de sus fronteras (Robinson y Clark, 2013) y en los que presenta la Sociedad Española de Ornitología para España (SEO/BirdLife, 2012).

Como otros sílvidos, la curruca zarcera realiza el viaje alternando sedimentaciones y cortas jornadas de vuelo activo. Las barreras ecológicas como el Sahara y el Mediterráneo las atraviesa en frente amplio y fundamentalmente de noche (Shirihai et al., 2001), pero obviamente puede proseguir su viaje de día hasta completar el cruce del obstáculo. Además, esta especie es más proclive que otras currucas a migrar sobre el mar, como lo demuestran el elevado porcentaje de capturas obtenido en las islas del Mediterráneo en primavera (Gargallo et al., 2011) y su importancia como presa del halcón de Eleonora Falco eleonorae en sus colonias de cría de las Canarias orientales y de las islas atlánticas de Marruecos (Noval, 1975) y del Mediterráneo oriental (Ferguson-Lees y Christie, 2004).

Migración postnupcial entre Europa y África

La migración otoñal comienza a finales de julio, con mayor intensidad a través de Europa central de agosto a mediados de septiembre, con cola migratoria a principios de octubre (Cramp, 1992). En el Báltico oriental (Rusia) y para un periodo de más de 30 años, las últimas capturas se obtuvieron entre el 22 de agosto y el 3 de octubre, con una fecha media el 17 de septiembre (Payevsky, 1999). En el centro de Polonia (Nowakowski, 1999), la fecha media del inicio de la migración en un periodo de 11 años fue el 15 de agosto, la fecha media de paso el 26 de agosto y la fecha media del final de la migración el 15 de septiembre. En el sur de Suecia, la máxima intensidad migratoria se produce a mediados de agosto (media el día 19), continuando hasta finales de septiembre. En Gran Bretaña la máxima intensidad se registra a finales de agosto en la mayoría de los observatorios, pero es a mediados de este mes en el oeste, declinando en septiembre; en el sureste de Escocia, el último registro en el área de cría es el 15 de agosto para los machos y el 23 de agosto para las hembras; a finales de septiembre prácticamente todas las aves británicas han alcanzado Francia y a finales de octubre abandonan Portugal (Cramp, 1992). El flujo de migrantes que abandonan las Islas Británicas es, en primera instancia, hacia el sur-sureste, pero al llegar a Francia cambian dicho rumbo y se dirigen al suroeste, hacia la Península Ibérica, al igual que la mayoría de las aves de Europa occidental  (Cramp, 1992; Shirihai et al., 2001; Aymí y Gargallo, 2006).

Las siguientes fechas medias de paso han sido registradas en Europa central y occidental (Cramp, 1992): el 6 de septiembre en Helgoland (noroeste de Alemania), el 19 de agosto en el suroeste de Alemania, el 22 de agosto en el este de Austria y entre el 24-28 de agosto en el Col de Bretolet, en los Alpes de Suiza.

En el Mediterráneo, la mayor intensidad migratoria se produce en septiembre, declinando a mediados de octubre. En Chipre, el pico migratorio se registra a finales de septiembre o principios de octubre. La población local de Israel abandona sus áreas de cría en agosto (Cramp, 1992). El paso, además, es poco destacado en el Mediterráneo central y más acusado en el tercio occidental (sur de Francia y Península Ibérica) que en el oriental (Egeo). El flujo de migrantes que abandonan la Península Ibérica lo hace con dirección suroeste (Hilgerloh, 1988, 1989; Cantos, 1992), sin cambiar rumbo, para alcanzar la costa occidental africana donde encuentran condiciones ecológicas más favorables para atravesar el Sahara, si bien parece ser que muchas aves pueden sedimentarse de día en los oasis y otros hábitats del desierto y volar de noche al objeto de evitar la deshidratación (Bairlein, 1987; Shirihai et al., 2001; Schmaljohann et al., 2007).

En Marruecos, se observa un paso poco notorio entre finales de agosto y principios de noviembre que posiblemente incluya la población nativa del noroeste de África. El paso otoñal es regular en Canarias y en Malí se halla presente desde agosto, pero desde finales de septiembre en el norte de Nigeria y el Chad oriental (Cramp, 1992). En el norte de Senegal los primeros registros se producen a finales de agosto, pero la migración otoñal es poco destacada y no se manifiesta con cierta intensidad hasta noviembre (Ottosson et al., 2001). En el lago Chad (Nigeria), la migración otoñal abarca de finales de septiembre a principios de noviembre, con mayor intensidad en octubre, siendo más precoces los adultos que los jóvenes de ambos sexos (Ottosson et al., 2002). Alcanza el oeste de Sudán hacia primeros de noviembre. Paso muy destacado en Etiopía de mediados de septiembre a finales de octubre. En África oriental su paso es escaso por el valle del Rift. En Kenia es migrante abundante en el este, llegando las primeras aves a mediados de octubre, pero el paso no es pronunciado hasta finales de noviembre. Alcanzan Zimbabwe a finales de noviembre, con masiva llegada en diciembre; al Transvaal llegan en diciembre (Cramp, 1992).

En el noreste de su área de distribución (Siberia, Kazajistán), la migración comienza en agosto, siendo muy notoria a mediados de septiembre. En las estepas de Asia central, los últimos registros son del 11-20 de septiembre, mientras que en el oeste de Tien Shan el último registro en una serie de 10 años fue el 22 de septiembre (Cramp, 1992). Abunda en paso en Pakistán y el noroeste de la India, con mayor intensidad en septiembre y prolongación hasta mediados de octubre. Común en migración en el sureste del Caspio, pero poco común en Irak. Amplio paso a través de Arabia, con registros de mediados de agosto a principios de diciembre en Omán y hasta principios de noviembre en el norte de Yemen (Cramp, 1992).

Invernada en África

Distribución amplia pero dispersa durante los meses de diciembre y enero en la sabana arbustiva del Sahel en África occidental, con mayor abundancia hacia los 12º N – 18º N, sin registros de Liberia y Sierra Leona, poco común en Ghana y escasa en Costa de Marfil. Regular en Camerún y bastante común en el sur de Chad, pero poco común en Zaire y rara en Gabón. En Sudán, ocupa preferentemente el oeste; escasa en Etiopía y sin registros de invierno en Egipto (Cramp, 1992). Muy numerosa en invierno en los matorrales áridos y semiáridos de África oriental; es decir, en el centro y este de Kenia, en el este y sur de Uganda y en el noreste de Tanzania. Citas excepcionales de Angola, pero ampliamente distribuida en Zambia; en Zimbabwe más común en el oeste y sur. Los invernantes alcanzan por el sur el noreste de Namibia, Bostwana y Transvaal, pero son excepcionales en El Cabo (Cramp, 1992). Sin embargo, los movimientos dentro de África son poco conocidos, aunque aparentemente es mucho menos nomádica que otras currucas, como demuestran los controles obtenidos en Gambia dentro del mismo invierno (King y Hutchinson, 2001). En todo caso, es muy probable que las poblaciones orientales realicen dos etapas migratorias hasta alcanzar las zonas definitivas de invernada, ya bien avanzada la estación (Shirihai et al., 2001). En agosto y septiembre estas zarceras se dirigirían hacia el sureste, a través de Arabia, hasta el noreste de África (Sudán, Eritrea y Etiopía), donde permanecerían hasta tres meses y muchos adultos realizarían parte de su muda postnupcial. En noviembre y diciembre proseguirían hacia sus cuarteles invernales del sur de África oriental y de África meridional (Shirihai et al., 2001).

Migración prenupcial entre África y Europa

La migración primaveral comienza en marzo en el sur de África, con paso a través de Zimbabwe de mediados de marzo a mediados de abril; muy común en el norte de Malawi en el mismo periodo. En Kenia, las aves invernantes se marchan entre finales de marzo y primeros de abril, mientras que el pico migratorio se produce este último mes. En el norte de África y Oriente Medio los movimientos comienzan antes (Cramp, 1992). En Sudán, pocos registros son anteriores a finales de marzo, con fuerte paso en la segunda quincena de este mes en el este de Chad y últimas observaciones a principios de abril. Los primeros registros en Egipto son de mediados de febrero y en Israel la población reproductora está presente desde finales de este mes (Cramp, 1992). El paso a través de Israel transcurre a lo largo del valle del Jordán y es mucho más escaso en la costa. En el norte de Egipto es abundante en la costa durante abril. En Arabia la mayoría de los registros son de marzo a mayo. Bastante común en Irak. En el sureste de Irán el paso se registra desde mediados de mayo, siendo común en el norte del país a finales de abril y principios de mayo. Alcanza el sur de Kazajistán en la segunda mitad de mayo. En la región del Volga (Rusia), las primeras llegadas se producen del 5 al 20 de mayo, con media el día 14 en un registro de 17 años. A Mongolia llegan a principios de mayo, mientras que al noreste del Altai llegan en la segunda quincena de este mes, con paso prolongándose en junio (Cramp, 1992).

En el oeste de su distribución los movimientos comienzan en marzo. En Senegal (Ottosson et al., 2001), la migración es muy intensa en marzo y abril, si bien las oleadas de migrantes enmascaran la partida de los invernantes; pocas zarceras quedan a principios de mayo. Los últimos registros en Malí y Níger también son de mayo. Escasa en paso en marzo por Burkina Faso. En el noreste de Nigeria, donde algunas zarceras invernan, se produce un fuerte paso en abril, lo que contrasta con la escasez otoñal (Cramp, 1992; Ottosson et al., 2002), siendo los machos más precoces que las hembras y los adultos que los jóvenes (Ottosson et al., 2002). Paso notable por el norte de África, más acusado en general que el de otoño, comenzando antes en el oeste de la región. En el cabo Bon (Túnez), la migración se extiende de primeros de abril a mediados de mayo. Alcanza Gibraltar desde mediados de marzo, La Camarga (sur de Francia) y Sicilia desde principios de abril. En general, las fechas medias de paso están adelantadas 2-9 días en el Mediterráneo occidental con respecto al central (Gargallo et al., 2011), por lo que las llegadas tienden a ser anteriores a Europa occidental que a Centroeuropa (Cramp, 1992). Normalmente llegan a Gran Bretaña desde principios o mediados de abril, aparentemente en frente amplio, con mayor número a primeros de mayo en el suroeste y mediados de mes en el resto (Cramp, 1992). Así, los primeros adultos regresan de África al sureste de Inglaterra a finales de abril, aunque la mayoría lo hacen en mayo, precediendo en unos ocho días los machos a las hembras (Boddy, 1992), mientras que al sureste de Escocia las llegadas se producen entre finales de abril y principios de junio, con fecha media el 15 de mayo para los machos y el 21 de mayo para las hembras (Da Prato y Da Prato, 1983). En una serie de 19 años del norte de Francia, la media de las primeras llegadas fue el 12 de abril, la presencia regular desde mediados de este mes, el máximo de llegadas a principios de mayo y las últimas llegadas a fin de este mes (Cramp, 1992). En Bonn (oeste de Alemania), la media de las primeras llegadas en una serie de 31 años fue el 20 de abril, oscilando entre el 14 de abril y el 4 de mayo, según años. Al este de Alemania llegan de finales de abril a principios de mayo, al centro de Suecia el 16 de mayo en una serie de15 años y al sur de Finlandia el 9 de mayo en una serie de 25 años (Cramp, 1992). Finalmente, en el Báltico oriental (Rusia) la fecha media de las primeras llegadas en un registro de más de 30 años fue el 4 de mayo, oscilando, según años, entre el 25 de abril y el 14 de mayo (Payevsky, 1999).

Por otra parte, recientemente se ha comprobado que la variación en la fenología migratoria primaveral en las islas del Mediterráneo de varias especies de transaharianos, curruca zarcera incluida (Saino et al., 2007), se halla relacionada con la temperatura en las áreas de invernada del Sahel y con la precipitación en las áreas de paso del norte de África, siendo tanto más adelantada la fecha media de la migración cuanto mayores sean la temperatura y la precipitación.

Migración en España

Es un migrador transahariano que ocupa la Península Ibérica, pero no Baleares, entre abril y octubre, aunque deja algunos invernantes en sus sectores más térmicos, como las costas portuguesas y andaluzas (Tellería et al., 1999). Los nativos llegan a finales de abril y en mayo y se marchan en agosto y septiembre. Paso primaveral abundante desde mediados de abril hasta principios de mayo, más escaso a finales de marzo y primeros de abril. Paso otoñal muy notorio y abundante en septiembre y más escaso en la segunda mitad de agosto y la primera de octubre. Observaciones ocasionales en invierno (Noval, 1975; Cantos, 1992). En Canarias no cría (Martín y Lorenzo, 2001), pero es de paso regular, especialmente en las islas orientales, e invernante irregular y escaso.

El origen de las aves que atraviesan la Península Ibérica en sus migraciones se ubica en su mayoría en los países del oeste de Europa, fundamentalmente Gran Bretaña, Francia, Dinamarca, Bélgica y Alemania (Cantos, 1992; Tellería et al., 1999; SEO/BirdLife, 2012).

Migración prenupcial

A tenor de las recuperaciones de aves anilladas (Cantos, 1992), en España la migración prenupcial es más escasa que la postnupcial y parece desarrollarse preferentemente por la porción oriental de la Península Ibérica y las Baleares. En todo caso por una banda mucho más oriental que la otoñal, aspecto ya reseñado por Bernis (1962) para los migrantes transaharianos. Asimismo es más rápida, con menos escalas y más directa que la postnupcial. No obstante, el proyecto “Piccole Isole”, que se desarrolla en nuestro país desde principios de los años noventa del pasado siglo y cuya finalidad es investigar la importancia de las islas mediterráneas como zonas de descanso y alimentación para las aves transaharianas (Gargallo et al., 1998), ha demostrado que la migración prenupcial no es tan escasa como se creía, pues de los más de 34 mil anillamientos efectuados en nuestro país, aproximadamente el 45% se han realizado en esta época, aunque ciertamente en primavera sólo se han obtenido el 25% de las casi 550 recuperaciones producidas (SEO/BirdLife, 2012). Varias de estas recuperaciones muestran la rapidez de la migración primaveral, por ejemplo una hembra adulta anillada el 19-4-1995 en la isla de Cabrera (Baleares) y controlada en Alemania a los 12 días a 1389 km al noreste (Cantos y Gómez-Manzaneque, 1997) o un adulto anillado en la isla de L’Aire (Baleares) el 22-4-1999 y controlado a los 25 días en la isla de Fair, Reino Unido, a 2231 km al norte (Hernández-Carrasquilla y Gómez-Manzaneque, 2001), que además siguió un rumbo prácticamente sur-norte. Pero aunque la mayoría de los anillamientos fueron realizados en la costa mediterránea, también se produjeron en el interior peninsular, como lo prueba la recuperación en Suecia a los 416 días y a 2202 km al noreste de un adulto anillado en Madrid el 9-5-1999 (Hernández-Carrasquilla y Gómez-Manzaneque, 2001). Asimismo, el anillamiento también ha demostrado que algunas aves regresan a Europa por diferentes rutas en diferentes años, como refleja el caso de un macho adulto anillado en Cabrera (Baleares) el 6-5-1992 y controlado casi dos años después en una isla del Tirreno italiano a más de 900 km al este (Cantos y Gómez-Manzaneque, 1996).

En relación a la fenología, la mayor intensidad migratoria se registra en abril y mayo (Cantos, 1992; SEO/BirdLife, 2012). Y si bien algunas llegan en la última semana de marzo, su paso en estas fechas tempranas es ocasional. La gran llegada de migrantes comienza a producirse del 15 de abril en adelante en el norte de España, produciéndose ocasionalmente “caídas” de migrantes en Guipúzcoa a finales de este mes o principios de mayo (Noval, 1975).

El paso de primavera por la Punta del Sabinal (Almería) es más precoz, pues se realiza desde la segunda decena de marzo hasta la primera de abril, con un fuerte aumento en los últimos días, desapareciendo todas las aves seguidamente (García et al., 1988). En la illa de L’Aire (Menorca, Baleares), el paso es más intenso que en la costa peninsular de los Aiguamolls del L´Empordá (Girona). En ambos lugares la mayoría de las capturas se producen en abril, con un adelanto de unos cuatro días en la fecha media de captura de la localidad continental (hacia el 18 de abril) con respecto a la insular (hacia el 22 de abril). Asimismo, en ambas localidades se produce un paso algo más adelantado de los machos con respecto a las hembras y de los adultos en relación a los jóvenes, siendo este adelanto de unos cinco días en el continente y de unos dos días en las islas (Barriocanal et al., 2008). En el conjunto del Mediterráneo Íbero-Balear (Gargallo et al., 2011), la migración comienza a finales de marzo, tiene su mayor intensidad entre mediados de abril y mediados de mayo (fecha media el 30 de abril) y comienza a declinar a finales de este último mes, prolongándose débilmente en junio. El paso en las islas es unos cinco días más retrasado que en el continente. También los machos son más precoces que las hembras en unos 4-6 días, pero los adultos sólo se adelantan 2-4 días en relación a las zarceras de segundo año.

En Canarias la migración transcurre desde finales de febrero hasta principios de mayo, siendo más frecuente en marzo y sobre todo abril (Martín y Lorenzo, 2001).

Migración postnupcial

El paso otoñal es más destacado que el prenupcial, obteniéndose el 60% de las recuperaciones producidas en España y realizándose el 50% de los anillamientos (SEO/BirdLife, 2012). Su desarrollo es relativamente pausado y durante él las zarceras parecen evitar la vertiente mediterránea, distribuyéndose en dos flujos principales. El primero recorrería la costa atlántica, con máximos en el norte de Portugal, mientras que el segundo atravesaría la Península Ibérica transversalmente, presentando los máximos en el Pirineo occidental y las marismas del Guadalquivir. Ambas vías confluirían en el extremo suroccidental ibérico, para alcanzar la costa occidental africana manteniendo el vuelo noreste-suroeste (Cantos, 1992). Pero aunque se desarrolla preferentemente por el centro y el oeste peninsulares, como lo prueban las recuperaciones de una hembra anillada en Toledo el 18-9-1985 y recuperada en Dinamarca a 2152 km al noreste 255 días después (Asensio, 1987) o de un macho adulto anillado en Ávila el 22-8-1989 y controlado en Francia a los 644 días a 1333 km al noreste (Cantos y Gómez-Manzaneque, 1992), también se registra paso por el Mediterráneo, como lo demuestra el anillamiento en Formentera (Baleares) de un macho joven el 13-9-1986 y controlado en la isla de Helgoland, Alemania, 250 días después a 1787 km al noreste (Asensio, 1988).

En relación a la fenología, la migración otoñal se desarrolla fundamentalmente entre finales de agosto y mediados de octubre, con un máximo en la segunda quincena de septiembre, si bien el paso de los jóvenes está adelantado con respecto al de los adultos, produciéndose su máximo en la primera quincena del mes (Cantos, 1992). El paso en la Cornisa Cantábrica se aprecia algunos años en los últimos días de julio, pero no hay una clara muestra de él hasta la última decena de agosto. A partir de esta fecha es intenso y se mantiene durante todo septiembre y los primeros días de octubre. Este paso se nota bien en toda la franja costera de Galicia y Portugal y menos en las zonas de monte bajo del interior (Noval, 1975).

En el extremo occidental del Pirineo (Grandío, 1997) el paso se desarrolla desde la 2ª quincena de agosto hasta mediados de octubre. No parecen existir grandes diferencias entre las aves jóvenes y adultas en cuanto a la fenología, si bien el final de la migración lo componen exclusivamente aves jóvenes. La máxima intensidad de paso se registra entre el 18 y el 27 de septiembre.

En la España mediterránea se han llevado a cabo varios estudios. En Talavera de la Reina, Toledo (datos propios), se registró sedimentación apreciable entre la 3ª decena de agosto y la 3ª decena de septiembre, con mayor intensidad migratoria en la 2ª decena de este último mes y sin diferencias fenológicas destacables entre edades. En el valle del río Guadarrama, Madrid (Calleja y Ponce, 2005) la migración es poco destacada y se desarrolla desde la 2ª semana de agosto a la 3ª de septiembre, con mayoría de capturas a principios de este último mes. La mayoría de las aves anilladas fueron jóvenes. En Doñana (Herrera, 1974) el comienzo del paso se aprecia desde primeros de agosto, mientras que las últimas capturas son de la última semana de octubre, si bien la mayor intensidad migratoria se registró en septiembre, especialmente entre el 5 y el 9, no observándose grandes diferencias fenológicas entre edades, aunque tanto al principio como al final del paso se capturaron sobre todo aves jóvenes. El paso por la Puntal del Sabinal (Almería) se desarrolla de finales de agosto a finales de septiembre, con dos grandes concentraciones a finales de la primera quincena de septiembre y a mediados de la tercera decena del mismo mes (García et al., 1988).

La fecha media de paso obtenida en el extremo occidental del Pirineo (Grandío, 1997) experimenta un retraso de unas dos semanas en relación a la velocidad media de vuelo esperada, posiblemente como consecuencia del elevado porcentaje de adultos capturados, cuya fenología es más retrasada que la de los jóvenes. Sin embargo, parece producirse un incremento acusado en la velocidad media de vuelo en la Península Ibérica, ya que se registra en Doñana un adelanto de algo más de una semana en relación a la fecha media de paso esperada.

En Canarias la migración otoñal transcurre desde agosto hasta octubre. Además, hay citas invernales entre noviembre y enero (Martín y Lorenzo, 2001). El flujo de migrantes por las islas orientales debe de ser importante, pues de finales de agosto a primeros de octubre la zarcera es una de las presas fundamentales de los halcones de Eleonora Falco eleonorae que crían en el Archipiélago Chinijo de Lanzarote (De León et al., 2008).

Por otra parte, en la última década se ha registrado un adelanto en la migración postnupcial de varias especies de passeriformes transaharianos, Sylvia communis incluida, posiblemente debido al cambio climático (Mezquida et al., 2007).

Sedimentación de la migración en España

El periodo de estancia estimado según la recaptura de aves anilladas en migración postnupcial es muy corto, pero en casi todos los estudios figuran algunos controles de más de 15 e, incluso, más de 20 días, aunque la media oscila entre unos 6 días en Doñana (Herrera, 1974) y unos 8 días en el norte de España (Grandío, 1997) y en Sierra Morena (Torres y León, 1979).

El periodo de estancia en la migración prenupcial es aún más corto, 2-4 días en el Mediterráneo español (Gargallo et al., 2011), no apreciándose variación en la masa corporal durante este breve periodo.

El número de autocontroles (aves anilladas vueltas a capturar en la misma localidad) en el mismo período migratorio es muy bajo, pero en general mayor que el obtenido para otras currucas como la mosquitera (Aparicio, 2009). En migración prenupcial los porcentajes de recapturas obtenidos oscilaron entre el 1,6% en Columbretes, 4,7% en Las Chafarinas, 5,5% en Cataluña y 6,6% en Baleares (Gargallo et al., 2011); mientras que en postnupcial los porcentajes de recapturas obtenidos fueron del 3,3% en Irún (Grandío, 1997), 4,2% en Madrid (Villarán et al., 2005), 7,7% en Talavera de la Reina (datos propios), 8,0% en Sierra Morena (Torres y León, 1979) y 9,6% en Doñana (Herrera, 1974). Dado el escaso número de recapturas, en Irún no se pudieron detectar diferencias significativas entre periodos, si bien en el último de ellos no se obtuvieron autocontroles.

Movimientos dispersivos

Aunque en España se desconoce la filopatría de cada sexo y si los machos o las hembras tienden a reproducirse cerca de su lugar de nacimiento, véase el apartado de Estructura y dinámica de poblaciones para los datos de un estudio de Inglaterra.

Movimientos diarios

La actividad diaria en época postnupcial fue fundamentalmente matinal en Doñana (Herrera, 1974). No obstante, se desconocen los ritmos de actividad diarios en España durante la reproducción, ignorándose cual es el área de campeo diaria de las curruca zarcera (véase también: Comportamiento: Dominio vital).

 

Referencias

Aparicio, R.J. (2009). Curruca Mosquitera – Sylvia borin. En: Enciclopedia Virtual de los Vertebrados Españoles. Salvador, A., Bautista, L.M. (Eds.). Museo Nacional de Ciencias Naturales. Madrid. http://www.vertebradosibericos.org

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Rafael J. Aparicio Santos
C/Juglares, 2C, 2ºA. 28032. Madrid

Fecha de publicación: 5-06-2014

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