Curruca zarcera - Sylvia communis Latham, 1787

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Portada

 

Identificación

 

Estatus de conservación

 

Distribución

 

Hábitat

 

 

Voz

 

 

Movimientos

 

Ecología trófica

 

Biología de la reproducción

 

Interacciones entre especies

 

Comportamiento

 

Bibliografía

 

 

 

Key words: Common whitethroat, reproduction, reproductive success, demography.

 

Biología de la reproducción

En España se desconocen los factores de selección empleados por cada sexo durante la elección de pareja, los ritos de cortejo, el porcentaje de cópulas extra-pareja una vez establecida la pareja, la existencia de competencia espermática, la tasa de divorcio o separación y sus causas. Tampoco se conocen las estrategias antipredatorias de los progenitores durante la cría, ni el grado de monogamia de sus poblaciones en nuestro país. En otros lugares de Europa el sistema de emparejamiento suele ser la monogamia, pero existen machos bígamos (Cramp, 1992; Aymí y Gargallo, 2006) (véase Comportamiento). Más detalles sobre otros aspectos de la reproducción, tales como el tiempo de re-emparejamiento o la existencia de separaciones y sus causas, pueden consultarse en Cramp (1992).

La reproducción es estacional (Cramp, 1992). Los machos llegan a las localidades de cría aproximadamente una semana antes que las hembras (véase Movimientos), comenzando la puesta poco después de la llegada de éstas (Noval, 1975; Shirihai et al., 2001). En Centroeuropa, Europa Septentrional e islas Británicas la puesta comienza desde principios de mayo y se extiende hasta mediados de junio, con fechas medias del 19 de mayo en el sur de Alemania, del 20 de mayo en Gran Bretaña, del 5 de junio en Finlandia (Shirihai et al., 2001) y del 12 de junio en el Báltico ruso (Payevsky, 1999). Las poblaciones meridionales inician la reproducción considerablemente antes, pues las fechas medias de eclosión en Israel se extienden del 25 de abril al 18 de junio. Por otra parte, la fecha media de puesta varía considerablemente entre años y altitudes, y depende del momento de llegada en primavera, que depende, a su vez, del tempero reinante (Shirihai et al., 2001). En Gran Bretaña, por ejemplo (Mason, 1976), la fecha media de puesta muestra una variación interanual de hasta 17 días entre las más precoces (17 de mayo) y las más tardías (3 de junio). En el oeste y norte de Europa efectúa normalmente una puesta, a veces dos. En el sur de Europa, sin embargo, dos puestas son lo habitual (Noval, 1975; Sáez-Royuela, 1980; Harrison, 1983; Cramp, 1992; Shirihai et al., 2001; Aymí y Gargallo, 2006). Asimismo, son posibles dos o tres puestas de reposición, por lo que la temporada de cría se extiende hasta primeros de agosto (Cramp, 1992).

Nido

El nido es profundo y bien hecho con hierba seca y raicillas. El forro interior tiene casi siempre pelo negro, plumón o lana. Está situado a poca altura sobre el suelo y en todo tipo de ubicación. Algunos tan a la vista que parece imposible que puedan mantenerse sin ser depredados y otros cuidadosamente ocultos en el fondo de matorrales o setos espesos (Noval, 1975). En un estudio de más de tres mil nidos llevado a cabo en Gran Bretaña (Mason, 1976), la mayoría se ubicó en zarzas, ortigas y otros arbustos; más del 60% de ellos estuvo a menos de 1 m de altura y muchos incluso a menos de 30 cm. En una zona de cultivos del centro de Inglaterra (Stoate y Szczur, 2001), el 95% de 151 nidos se ubicaron en la vegetación herbácea de la base de los setos, por solo el 5% en la parte leñosa de los mismos. En el Báltico ruso, la mayoría de los 63 nidos considerados se ubicaron en zarzas (76,2%) y sauces (11,0%), a una altura media sobre el suelo de 22 cm y extremos comprendidos entre 5 y 60 cm (Payevsky, 1999). En Asturias ningún nido estuvo a más de 50 cm de altura y algunos se situaron junto al suelo, siendo su ubicación más habitual entre 20-30 cm de altura (Noval, 1975). En Polonia, el 80% de 126 nidos se ubicaron entre 1-50 cm de altura, el 13% a 50-100 cm, el 5% en el suelo y el 2% a más de 1 m. En Suecia, el 54% de 95 nidos se ubicaron en la vegetación a nivel del suelo (Cramp, 1992).

El nido tiene forma de copa, usualmente bastante profunda, a veces hemisférica y ocasionalmente irregular. Está construido de hierba, pajas y hojas con algunas raíces, pelos, telarañas, etc. (Cramp, 1992). Diámetro externo: 8,1-14,5 cm; diámetro interno: 5,3-7,7 cm; perímetro: 4,0-10,8 cm; profundidad de la copa: 3,0-7,5 cm. (Cramp, 1992). Volumen de la copa: 79 cm3; volumen del material: 240 cm3 (Soler et al., 1998). Nada más llegar, el macho comienza la construcción de varios esbozos de nido. La hembra inspecciona estos esbozos y puede escoger uno de ellos, forrándolo por dentro, pero muchas veces no escoge ninguno y junto con el macho comienza la construcción de otro nuevo nido. (Noval, 1975; Cramp, 1992).

Puesta

En España y en Europa las puestas se componen de 1-7 huevos, habitualmente entre 4 y 5 (Noval, 1975; Cramp, 1992; Robinson, 2005). Puestas superiores deben corresponder a dos hembras utilizando el mismo nido (Shirihai et al., 2001). Como en otros pájaros propios de zonas templadas, el tamaño de puesta se incrementa con la latitud y decrece a lo largo de la temporada (Shirihai et al., 2001), siendo el tamaño medio de puesta en Centroeuropa de 4,6-4,8 huevos, mientras que en Escandinavia y el noreste de Europa es de 4,9-5,1 huevos (tabla 1). En Gran Bretaña, los datos de más de tres mil puestas (Mason, 1976) muestran un descenso en el número de huevos por puesta desde los 4,8 en abril y 4,9 en mayo hasta los 4,2 en junio y 4,6 en julio. También se registra cierta variabilidad interanual.

 

Tabla 1. Número medio de huevos por puesta y porcentaje de puestas según el número de huevos. Basado en Mason (1976) para Gran Bretaña y Cramp (1992) para el resto. H por P: media de huevos por puesta; %1h-%7h: porcentaje de puestas con 1-7 huevos.

 

Localidad

Puestas

H por P

%1h

%2h

%3h

%4h

%5h

%6h

%7h

Gran Bretaña

1504

4.7

1

2

4

25

63

4

1

Holanda

141

4.4

 

 

11

40

48

1

 

Suecia

94

4.6

 

2

8

27

54

9

 

Finlandia

67

5.1

 

 

1

10

66

19

4

 

Los huevos son subelípticos, lisos y brillantes y su coloración es muy variable (Harrison, 1983). Los hay azules o verdes, muy pálidos ambos colores y siempre manchados con puntos de tonos oliváceos, pardos, cremas, grises, etc. Algunos moteados muy densamente, otros con punteado más esparcido por toda la superficie e, incluso, rara vez algunos totalmente blancos. La mayoría de los registrados en la Península Ibérica tienen la cáscara amarillenta o grisácea y el moteado está muy uniformemente repartido, aunque en casi todas las puestas hay uno con menos punteado (Noval, 1975).

Una muestra de 396 huevos obtenidos en Gran Bretaña presentó un promedio de 18,2 x 13,8 mm, con máximo de 20,8 x 15,2 mm y mínimo de 16,0 x 12,3 mm. Pesan aproximadamente 1,8 g (Cramp, 1992).

La incubación dura 9-14 días, normalmente alrededor de 12, y en ella toman parte ambos sexos, si bien la hembra incrementa su aportación conforme se acerca la eclosión y es la única encargada de hacerlo por la noche. Comienza con el último o el penúltimo huevo (Noval, 1975; Cramp, 1992; Robinson, 2005).

Crianza

Los pollos al nacer no tiene plumón y el interior de la boca es rosa con bordes amarillos, dos puntos oscuros en los bordes de la lengua y dos marcas oscuras en el extremo de la misma (Noval, 1975; Harrison, 1983; Cramp, 1992). Abren los ojos al quinto día y son silenciosos hasta ese momento. Ambos adultos alimentan y atienden a los polluelos, si bien es la hembra quien se encarga de empollarlos en sus primeros días de vida. A los 10-12 días dejan el nido si no son molestados, pues de lo contrario a los 9 días son capaces de saltar fuera y esconderse entre la vegetación. En todo caso, permanecen unas dos semanas en las inmediaciones del nido, hasta que son capaces de volar con soltura y se independizan (Noval, 1975; Cramp, 1992).

La colaboración del macho en la crianza de los volantones es muy variable. En general, ambos padres se dividen la pollada y si la hembra incuba una segunda puesta, el macho se encarga de toda ella. Pero en ocasiones, especialmente en las puestas tardías, el macho deja sola a la hembra tras 2-3 días de colaboración. En casos de bigamia, la hembra secundaria carga con toda la responsabilidad de la crianza, pues el macho suele desentenderse de ella (véase Comportamiento > Inversión y cuidado parental). Si desaparece el macho, la hembra es capaz de sacar adelante la pollada, pero si sucede a la inversa, el macho suele desertar (Cramp, 1992).

Éxito reproductor

Desconocido en España. En el suroeste de Alemania, el 63% de 103 nidos y el 55% de los huevos produjeron volantones. En el sur de Suecia, de 428 huevos de 96 puestas, eclosionaron el 81,1% y produjeron volantones el 90,2% de ellos, lo que arroja un éxito reproductor del 73% (Cramp, 1992). En el Báltico ruso, de 208 huevos de 45 puestas, eclosionaron el 86,4% y produjeron volantones el 80,3% de ellos, lo que supone un éxito reproductor del 70,8% (Payevsky, 1999). En una zona de cultivos del centro de Inglaterra (Stoate y Szczur, 2001), la supervivencia de los pollos estuvo relacionada positivamente con la temperatura, obteniéndose un éxito reproductor del 97,7%.

Datos muy precisos de Gran Bretaña proporciona Mason (1976), a partir de fichas nido. De 4034 huevos puestos en 869 nidos, 2781 (68,9%) eclosionaron y 2363 pollos (85% de las eclosiones) llegaron a abandonar el nido, lo que arroja una media de 2,7 jóvenes por nido (incluyendo los nidos fracasados); es decir, se obtuvo un éxito reproductor del 58,6% sobre el total de huevos puestos y se logró, al menos, un volantón en el 63,8% de los nidos. Las causas más frecuentes de fracaso fueron la depredación (51,8%), la deserción (31,6%), el acoso entre vecinos (7,9%), el mal tiempo (4,6%, causa claramente infravalorada en el estudio), el parasitismo por el cuco (1,3%) y otros diversos motivos (2,8%). El descenso estacional en el número de volantones (4,3-4,5 en abril y mayo por 3,7-3,3 en junio y julio) se debió básicamente al descenso en el tamaño de puesta conforme avanza la estación de cría, pues apenas se apreció variación en la tasa de fracaso (0,4-0,5 en abril-junio), salvo en el caso de julio (1,3), quizás debido a las dificultades para hallar alimento en las puestas tardías (Mason, 1976).

El éxito reproductor puede ser estimado indirectamente a partir de las capturas de aves anilladas. En el este de Inglaterra, las ratios entre jóvenes y adultos variaron considerablemente a lo largo de los 10 años de estudio (Boddy, 1993), oscilando entre 1,89:1 el año con menor número de jóvenes y 5,36:1 el año con mayor número de ellos, aunque la mayoría de los años la ratio se aproximó a la media obtenida de 3,08:1. Este parámetro estuvo correlacionado positivamente con la precipitación del periodo abril-agosto, pero no tuvo relación con el número de adultos anillados.

 

Estructura y dinámica de poblaciones

La madurez sexual se alcanza el primer año de vida (Cramp, 1992; Robinson, 2005), si bien este aspecto no se ha comprobado en España.

La tasa de supervivencia de la curruca zarcera se ha estimado, sobre todo, en Gran Bretaña. A escala local, en un estudio realizado durante diez años en Lincolnshire, en el este de Inglaterra, con más de 3000 aves anilladas (Boddy, 1993), se obtuvo una tasa anual de supervivencia comprendida entre el 0,11 y el 0,68 en las aves adultas. A nivel global, la tasa de supervivencia se ha estimado a partir de más de 250.000 anillamientos efectuados en Gran Bretaña en el 0,39 para los adultos y en el 0,29 para las aves de primer año, mientras que la esperanza de vida media se sitúa en dos años (Robinson, 2005). En Alemania, también a partir de datos de anillamiento, la tasa de supervivencia anual se he estimado en el 0,43 para polluelos y juveniles y en el 0,38 para aves de edad desconocida (Shirihai et al., 2001)

Un parámetro relacionado con la supervivencia es la tasa de retorno interanual, que se estima a partir de la recaptura de aves anilladas. En el estudio de Inglaterra citado anteriormente (Boddy, 1993), las tasas de retorno obtenidas al año siguiente del anillamiento difirieron significativamente entre jóvenes y adultos (media de 5,7% y 14,5% respectivamente). También la tasa de retorno al año siguiente de los machos fue superior a la de las hembras (55,8% y 36,2% respectivamente), pero en ambos casos no existieron diferencias en las tasas de retorno a partir del segundo año; es decir, cuando ya fueron adultos en su segunda temporada de cría (40,0% los anillados como adultos y 40,6% los anillados como jóvenes, 39,0% los machos y 36,7% las hembras). En otro estudio realizado en el sureste de Escocia (Da Prato y Da Prato, 1983), la tasa de retorno de los machos adultos a la localidad de reproducción al año siguiente al de anillamiento, también fue superior a la de las hembras (28% y 21% respectivamente), mientras que la tasa de retorno de los jóvenes fue solo del 3% y nula la de los pollos. Los resultados de ambos trabajos vienen a confirmar que los adultos son más fieles al lugar de reproducción que los jóvenes al de nacimiento, así como que, dentro de los adultos, son los machos quienes muestran mayor fidelidad territorial.

Las causas de mortalidad de los individuos anillados en el noroeste de Europa fueron los accidentes causados por el hombre (49%), la caza intencionada por el hombre (25%),  los predadores domésticos (19%) y otras causas (7%) (Aymí y Gargallo, 2006). Las causas de mortalidad más destacadas de las aves anilladas en España (SEO/BirdLife, 2012) estuvieron relacionadas con su captura intencionada por parte del hombre, siendo las más importantes la muerte sin causa especificada (45%) y el disparo (42%); a mucha distancia figuran los diversos accidentes, tales como atropellos o colisión contra cristales (8%) y otros motivos (5%).

Los casos europeos de aves más longevas registrados se refieren a una zarcera anillada en Dinamarca y controlada a los 8 años y 11 meses y a otra ave anillada en Suecia y hallada muerta a los 7 años y 10 meses (Fransson et al., 2010). En Gran Bretaña, una zarcera alcanzó los 7 años de vida (Robinson, 2005). Por lo que respecta a aves con anilla española, el caso comprobado de ave más longeva es el de un ejemplar capturado en migración en Cudillero (Asturias) el 21.09.1987 y controlado en Bélgica, también en migración postnupcial, casi cuatro años después (Cantos y Gómez-Manzaneque, 1992).

A diferencia de otros países europeos, en España se desconoce la proporción de sexos, la estructura de edades de la población y la supervivencia diferencial entre sexos y por edades (véase Cramp, 1992; Boddy, 1993; Payevsky, 1999).

 

Referencias

Aymí, R., Gargallo, G. (2006). Family Sylviidae, subfamily Silviinae. Pp. 693-709. En: Del Hoyo, J., Elliot, A., Christie, D.A. (Eds.), Handbook of the birds of the World. Volume 11. Lynx Editions, Barcelona.

Boddy, M. (1993). Whitethoat Sylvia communis population studies during 1981-91 at a breeding site on the Lincolnshire coast. Ringing & Migration, 14: 73-83.

Cantos, F. J., Gómez-Manzaneque, A. (1992). Informe sobre la campaña de anillamiento de aves en España. Año 1991. Ecología, 6: 225-280.

Cramp, S. (Ed.). (1992). Handbook of the Birds of Europe the Middle East and North Africa. The birds of the Western Paleartic. Volume VI. Warblers. Oxford University Press, Oxford.

Da Prato, S. R. D. y Da Prato, E. S. (1983). Movements of whitethroats Sylvia communis ringed in the British Isles. Ringing & Migration, 4: 193-210.

Fransson, T., Kolehmainen, T., Kroon, C., Jansson, L., Wenninger, T. (2010). EURING list of longetivy records for European birds. http://www.euring.org/data_and_codes/longevity.htm

Harrison, C. (1983). Guía de campo de los nidos, huevos y polluelos de las aves de España y de Europa. Omega. Barcelona.

Mason, C.F. (1976). Breeding biology of the Sylvia warblers. Bird Study, 23: 213-232.

Noval, A. (1975). El libro de la fauna ibérica. Naranco. Oviedo.

Payevsky, V. A. (1999). Breeding biology, morphometrics, and population dynamics of Sylvia warblers in the Eastern Baltic. Avian Ecology and Behaviour, 2: 19-50.

Robinson, R.A. (2005). BirdFacts: profiles of birds occurring in Britain & Ireland (BTO Research Report 407). BTO. Thetford. http://blx1.bto.org/birdfacts/results/bob13120.htm.

Sáez-Royuela, R. (1980). La guía de INCAFO de las aves de la Península Ibérica. INCAFO. Madrid.

SEO/BirdLife. (2012). Análisis preliminar del banco de datos de anillamiento de aves del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, para la realización de un atlas de migración de aves de España. SEO/BirdLife-Fundación Biodiversidad. Madrid. http://www.seo.org/resultados-seguimiento-de-aves/?PRO=PM&ESP=4430

Shirihai, H., Gargallo, G., Helbig, A. (2001). Sylvia warblers. Identification, taxonomy and phylogeny of the genus Sylvia. Christopher Helm, London.

Soler, J. J., Moller, A. P., Soler, M. (1998).Nest building, sexual selection and parental investment. Evolutionary Ecology, 12: 427-441.

Stoate, C., Szczur, J. (2001). Whitethroat Sylvia communis and Yellowhammer Emberiza citrinella nesting success and breeding distribution in relation to field boundary vegetation. Bird Study, 48 : 229-235.

 

 

Rafael J. Aparicio Santos
C/Juglares, 2C, 2ºA. 28032. Madrid

Fecha de publicación: 5-06-2014

Aparicio, R. J. (2014). Curruca Zarcera – Sylvia communis. En: Enciclopedia Virtual de los Vertebrados Españoles. Salvador, A., Morales, M. B. (Eds.). Museo Nacional de Ciencias Naturales, Madrid. http://www.vertebradosibericos.org