Mirlo común - Turdus merula Linnaeus, 1758

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Portada

 

Identificación

 

Estatus de conservación

 

Distribución

 

Hábitat

 

 

Voz

 

 

Movimientos

 

Ecología trófica

 

Biología de la reproducción

 

Interacciones entre especies

 

Comportamiento

 

Bibliografía

 

 

 

Key words: Blackbird, activity, home range, behaviour.

 

Actividad

No hay datos ibéricos.

 

Dominio vital

No hay datos ibéricos.

 

Comportamiento

Hábitos

Vuela a baja altura y solamente en cortas distancias. Sin embargo, en vuelo largo lo hace con mayor rapidez un poco onduladamente y siempre en línea recta con notable potencia. Frecuentemente sacude la cola arriba y abajo. Es ruidoso y cuando está alarmado chilla mucho y muy fuerte. No suele posarse a gran altura, salvo el macho durante la cría para cantar. Este posadero suele estar entre 1,50-10 m de altura del suelo, normalmente entre 2-5 m (Noval, 1975).

El gregarismo fuera de la época de cría depende de la condición sedentaria o migradora de las aves implicadas. Las aves migradoras son más gregarias que las sedentarias y es más gregario en migración que en invierno. No obstante, en parques es habitual que se mantengan territorios durante todo el año (Cramp, 1988).

Conducta alimenticia

En toda época come en el suelo, empleando una técnica que podría denominarse caminar y que consiste en correr y saltar raudamente con una típica alternancia de avances y pausas cuando busca presas animales. Si esta operación la realiza entre la hojarasca, delata su presencia porque resulta particularmente ruidoso (Noval, 1975), pudiendo incluso formar hoyos y desenterrar arbustos. La hembra espacia más las pausas y cambia más de dirección (Cramp, 1988).

Cuando consume frutos lo hace en árboles y arbustos. Los datos obtenidos por Guitián et al. (2000) sobre mirlos alimentándose de frutos del majuelo (Crataegus monogyna), muestran que los selecciona en función de su accesibilidad, así que la selección de frutos próximos al ave (“capturados” en posición “normal”, 69%) se halla en concordancia con el escaso porcentaje de frutos cogidos desde una posición forzada (tanto “arriba” como “abajo” respecto a la posición del ave en la rama) y, especialmente, con el uso anecdótico del vuelo para acceder a ellos. Asimismo, la selección de frutos cercanos entre sí parece minimizar el gasto energético y maximizar el cociente beneficio / coste por fruto y por visita de alimentación.

Por otro lado, la mayor parte de los frutos (al menos 2/3) fueron engullidos con éxito y la eficacia de la dispersión se estimó en un 87%, que aunque es elevada, no llega al 100% estimada para el cerecino (Prunus mahaleb), posiblemente por presentar esta especie frutos de menor tamaño y con mayor facilidad de manipulación que los del majuelo (Guitián et al., 2000 y las referencias allí contenidas). Asimismo, datos obtenidos con la hiedra (Hedera helix) en Galicia muestran que una mayor frecuencia de visitas implica mayor tiempo total de estancia, más frutos consumidos y semillas movilizadas (Guitián, 1987). El mirlo deposita un 7,9% de semillas al pie de la planta, defecadas, regurgitadas o perdidas en la manipulación de frutos. A pesar de ello, esta especie junto con el petirrojo (Erithacus rubecula), son las aves que alejan de la planta una mayor cantidad de semillas. Se estima que un 83% de las semillas producidas por la hiedra fueron movilizadas por estos pájaros.

Adaptación al hombre

La expansión por las ciudades y pueblos comenzó en Europa central y Gran Bretaña a mediados del siglo XIX (Luniak et al., 1990). Actualmente abarca toda la Europa central y meridional y alcanza el extremo sur de Escandinavia (subespecie merula), Turquía y el Cáucaso (subespecie aterrimus) y algunas zonas de Kazajstán y Uzbekistán (subespecie intermedius). En España, en consonancia con lo acaecido en el resto de Europa, se está produciendo una intensa colonización de las zonas urbanas y suburbanas desde los años 50 del siglo XX (Noval, 1975). Por ejemplo, en Madrid se observa desde los años 40 del siglo pasado una penetración progresiva por los cascos ajardinados, e incluso por los cascos cerrados de la ciudad (Bernis, 1988). La especie se ha visto favorecida por los parques y los barrios ajardinados periféricos, a partir de los cuales salpicó colonizaciones esporádicas a casi cualquier jardín en todo el interior de la urbe.

En todos los casos comprobados las nuevas colonizaciones de zonas urbanas se realizaron primero en invierno, probablemente a causa de una mayor disponibilidad de alimento y una mayor temperatura en el ambiente urbano, estableciéndose después como reproductores (Santos, 1982; Luniak et al., 1990).

En relación a las poblaciones forestales originarias, las poblaciones urbanas presentan algunas diferencias que podrían ser de origen genético (Luniak et al., 1990). Entre ellas podrían destacarse las siguientes: a) Las aves urbanas ostentan una mayor capacidad de aprendizaje y de adaptación a nuevas situaciones ambientales. b) Presentan mayor densidad de población y mayor número de interacciones agresivas. c) Menor tendencia a efectuar movimientos migratorios. d) Mayor tolerancia a la presencia humana, es decir, confiado en parques pero tímido en bosques. e) Variación del ritmo circadiano natural al desarrollar su actividad aprovechando el alumbrado, por ejemplo. f) Mayor duración del periodo reproductor. g) Finalmente, menor éxito reproductor por nidada y menor número de huevos por puesta, pero mayor número de nidadas.    

Emparejamiento

(Cramp, 1988): monógamo. Es habitual que la fidelidad conyugal se mantenga de por vida en las aves sedentarias. Muchas de las nuevas parejas se forman al final del invierno o principio de la primavera. Ambos sexos se reproducen por primera vez en su primera primavera, comenzando después que las aves adultas.

Celo

(Noval, 1975): desde finales de diciembre y sobre todo desde mediados de febrero. El macho despliega la cola en abanico y la levanta hasta alcanzar una posición vertical. A la vez encoge el cuello y su cuerpo es una bola negra en cuyo centro destaca el pico de vivo color amarillo anaranjado. No permanece indiferente la hembra ante estas manifestaciones y ella también esponja el plumaje, sobre todo el del obispillo y el cuello, acción que también efectúan los machos. En las parejas sedentarias el macho domina fuera de la época reproductora, pero la hembra lo hace durante la cría. Rara vez se producen luchas entre los machos.

Territorialidad

Es una especie solitaria y territorial. El territorio es esencial para el emparejamiento y la crianza, pero habitualmente solo proporciona una parte de los alimentos, sobre todo en las últimas polladas, al ser más inaccesibles las lombrices. La territorialidad es acusada solo si el alimento es escaso. En gran parte de la campiña del norte de España (Noval, 1975) varias parejas crían en una pequeña zona de media ha. La densidad es menor en bosques caducifolios, una pareja cada dos ha. En cualquier caso se producen dos hechos observables regularmente: a) los machos no defienden su pequeño territorio frente a otros machos, por lo que resulta evidente que existe una tolerancia completa cuando se ve a dos machos cantando muy cercanos, y b) cada pareja sobrevuela la zona del nido de otras parejas durante las primeras puestas, pero cuando maduran los frutos, parejas colindantes se alimentan sobre el mismo árbol.

Conducta agresiva

Los individuos territoriales de ambos sexos son generalmente agresivos con otros mirlos; en época de cría con los de su mismo sexo, fuera de ella independientemente de él. La agresividad de los miembros de la pareja hacia las aves desemparejadas se manifiesta cerca de los límites territoriales, siendo muy frecuente este comportamiento, que incluye una conducta y unas posturas especiales, al inicio de la estación reproductora, cuando los nuevos territorios se están formando (Cramp, 1988).

 

Referencias

Bernis, F. (1988). Aves del medio urbano en las mesetas castellanas. Pp. 27-171. En: Bernis, F. (Ed.). Aves de los medios urbano y agrícola en las mesetas españolas. Monografía 2. Sociedad Española de Ornitología, Madrid.

Cramp, S. (Ed.). (1988). The birds of the western Paleartic. Volumen V. Oxford University Press, Oxford.

Guitián, J. (1987). Hedera helix y los pájaros dispersantes de sus semillas: tiempo de estancia en la planta y efeciencia de movilización. Ardeola, 34: 25-35.

Guitián, J., Guitián, P., Munilla, I., Guitián, J., Bermejo, T., Larrinaga, A. R., Navarro, L., López, B. (2000). Zorzales, espinos y serbales. Un estudio sobre el consumo de frutos silvestres de las aves migratorias en la costa occidental europea. Universidad de Santiago de Compostela, Santiago.

Luniak, M., Mulsow, R., Walasz, K. (1990). Urbanization of the european blackbird. Expansion and adaptations of urban population. Pp. 187-200. En: Luniak, M. (Ed.). Urban Ecological Studies. Polish Academy of Sciences, Wroclaw.

Noval, A. (1975). El libro de la fauna ibérica. Naranco, Oviedo.

Santos, T. (1982). Migración e invernada de los zorzales y mirlos (género Turdus) en la Península Ibérica. Tesis doctoral. Universidad Complutense, Madrid.

 

 

 

 

Rafael J. Aparicio Santos
C/Juglares, 2C, 2ºA. 28032. Madrid

Fecha de publicación: 15-01-2008

Aparicio, R. J. (2016). Mirlo Común – Turdus merula. En: Enciclopedia Virtual de los Vertebrados Españoles. Salvador, A., Morales, M. B. (Eds.). Museo Nacional de Ciencias Naturales, Madrid. http://www.vertebradosibericos.org/