Mirlo común - Turdus merula Linnaeus, 1758

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Portada

 

Identificación

 

Estatus de conservación

 

Distribución

 

Hábitat

 

 

Voz

 

 

Movimientos

 

Ecología trófica

 

Biología de la reproducción

 

Interacciones entre especies

 

Comportamiento

 

Bibliografía

 

 

 

Key words: Blackbird, habitat, abundance, status, threats.

 

Hábitat

Hábitat primaveral

Según la información recogida en el atlas de las aves reproductoras (Aparicio, 2003), su amplitud de hábitat es una de las mayores obtenidas porque se distribuye prácticamente por todo el gradiente altitudinal, ocupa cualquier medio, salvo los muy deforestados.

A escala peninsular Carrascal y Palomino (2006) han explicado su distribución en época de cría según las variables que sintetizan la variabilidad geográfica, climatológica y de tipos de paisaje-usos de suelo. Le afectan negativamente la extensión de las explotaciones agropecuarias y el porcentaje de días despejados en primavera, mientras que le afectan positivamente el rango altitudinal, es decir, la existencia de zonas abruptas o montañosas, los kilómetros de ríos y la precipitación primaveral.

Al objeto de ilustrar la amplitud y las preferencias de hábitat de esta especie en época reproductora se ha confeccionado la tabla 1, basada en Tellería y Potti (1984). En ella puede observarse que en el Sistema Central el mirlo se distribuye por todo el gradiente altitudinal y ocupa todas las formaciones forestales y arbustivas con independencia de su composición, estructura y altitud.

 

Tabla 1. Frecuencia de aparición (en %) del mirlo en las formaciones vegetales del Sistema Central (Tellería y Potti, 1984).

 

Mesomediterráneo

 

 

Supremediterráneo

 

 

Oromediterráneo

 

soto

encinar

jaral

fresneda

melojar

jaral

brezal

pinar

piornal

89,13

40,38

73,92

76,6

94,44

65,82

53,95

87,83

26,47

 

A escala regional se han detallado sus preferencias de hábitat en la comunidad de Madrid, tanto en época de cría como en el invierno. Durante la cría es una especie forestal que ocupa también matorrales y jardines urbanos (Díaz et al, 1994). Prefiere bosques aclarados de carácter atlántico (fresnedas y melojares), seguidos por todo tipo de pinares y matorrales. La población se ha estimado en unas 33.000 aves. Falta en zonas muy deforestadas.

En poblaciones urbanas fragmentadas como los parques de Madrid (Fernández-Juricic y Tellería, 1999) se ha demostrado que el reclutamiento de los jóvenes tiene una dependencia directamente proporcional de la superficie del parque y de la altura y el grado de cobertura de la vegetación arbustiva. El área de los parques podría considerarse como el principal indicador de la cantidad de hábitat disponible para la reproducción, disminuyendo además la interferencia de los bordes de los parques y los niveles de depredación de nidos, mientras que la cobertura y altura de arbustos serían factores de calidad de hábitat, aumentando la disponibilidad de sustrato reproductivo y de cobertura para la crianza y protección de pollos y juveniles.

Por otra parte, según la frecuencia de capturas obtenida en un área urbanizada de la Sierra de Guadarrama, en el centro de España, el mirlo es una de las dos especies dominantes de una comunidad de paseriformes compuesta por 35 especies, representando prácticamente el 25% de las capturas fuera de la época reproductora y el 22% en plena cría. Solo el gorrión común (Passer domesticus) presenta más capturas en este último periodo (Aparicio, 2002).

En Canarias se distribuye desde la costa hasta más de 2000 m, tanto en hábitats naturales como en aquellos modificados por el hombre (cultivos, plataneras, parques y jardines, etc.). En la laurisilva y el fayal brezal es bastante abundante, siendo también común en los pinares mixtos. Sólo escasea en el matorral de alta montaña y en pinares con escaso desarrollo del sotobosque (Martín y Lorenzo, 2001). En los pinares de repoblación de Tenerife prefiere los de menor altitud, mayor cobertura y altura del matorral y menor densidad de arbolado (Carrascal, 1987). Asimismo prefiere las repoblaciones de pino de Monterrey (Pinus radiata) a las de pino canario (Pinus canariensis).

Hábitat invernal

En el invierno prefiere bosques de frondosas meso y supramediterráneos y matorrales basales y montanos. También enebrales, sabinares, sotos, parques y jardines (Santos, 2002). Su distribución presenta escasa diferencia con la cría, siendo lo más reseñable la ausencia o la drástica disminución de efectivos en las zonas de alta montaña y su aumento en las urbanas y los valles  (véase la tabla 3, basada en Carrascal et al., 2003). Asimismo, estos últimos autores han sintetizado las variables más determinantes en su distribución invernal en la comunidad de Madrid. Le afectan negativamente las áreas cultivadas, mientras que lo hacen positivamente las zonas urbanas y el arbolado esclerófilo.

 

Abundancia

Época reproductora

Presenta densidades parecidas en la mayoría de los medios, sobresaliendo los alcornocales, los naranjales y los matorrales (la densidad media de estos tres hábitats es de 19,59 aves/10 ha). Otros medios con elevadas densidades en la España peninsular y Baleares son las fresnedas y melojares, los parques de las ciudades mediterráneas, los bosques esclerófilos mediterráneos y ciertas formaciones arbustivas como los jarales y lentiscares (Tellería et al., 1999). En todos ellos no existen diferencias acusadas de densidad entre el invierno y la estación reproductora. En general las mayores densidades las alcanza en zonas arboladas, ya sean densas o abiertas, ubicadas a menos de 1.000 m de altitud (Carrascal et al., 2005). En la tabla 2 se ilustran algunas densidades (aves/10 ha) obtenidas en diferentes medios, tanto de la Península como de Canarias.

Basándose en los datos obtenidos en el programa SACRE, Carrascal y Palomino (2008) establecen que el mirlo alcanza elevadas densidades en una gran variedad de hábitats y pisos biogeográficos, aunque en general destacan los ambientes ecotónicos, de transición y complejidad estructural de la vegetación intermedia, tales como frutales termomediterráneos (100,6 aves km2), mosaicos agrarios y pastos cantábricos (media de 87,8 aves km2), enebrales-sabinares (87,9 aves km2) o riberas arboladas (media de 80,6 aves km2).

 

Tabla 2. Abundancia (aves/10 ha) en época reproductora en diferentes hábitats.

Localidad

Hábitat

Abundancia

Referencias

Sierra de Gredos

Piornal

0,1

Sánchez, 1991

País Vasco

Pinar, P. radiata

0,2

Carrascal y Tellería, 1990

País Vasco

Eucaliptal

0,4

Tellería y Galarza, 1990

Tenerife

Pinar, P. canariensis

0,6

Carrascal, 1987

País Vasco

Hayedo-robledal

0,7

Carrascal y Tellería, 1990

País Vasco

Bosque caducifolio

1,6

Tellería y Galarza, 1990

Segovia

Soto

1,9

Tellería et al., 1988

Sierra de Gredos

Pinar, P. sylvestris

2,2

Sánchez, 1991

País Vasco

Campiña interior

2,3

Tellería y Galarza, 1990

Madrid

Encinar

3,4

Carrascal, 2004

Sierra de Cazorla

Bosque aclarado

3,5

Obeso, 1987

Madrid

Robledal, Q. pyrenaica

4,1

Carrascal, 2004

Sierra de Gredos

Olivar

5,5

Sánchez, 1991

Tenerife

Humanizado

6,2

Martín y Lorenzo, 2001

Sierra de Gredos

Robledal, Q. pyrenaica

6,5

Sánchez, 1991

Sierra de Gredos

Encinar

6,5

Sánchez, 1991

Sierra de Cazorla

Bosque espeso

6,6

Obeso, 1987

Sierra Nevada

Encinar

7,3

Zamora y Camacho, 1984

Sierra Nevada

Robledal, Q. pyrenaica

10,7

Zamora y Camacho, 1984

Tenerife

Pinar, P. radiata

11,4

Carrascal, 1987

Doñana

Matorral mediterráneo

11,6

Jordano, 1985

Pirineos

Bosque mixto

13,6

Purroy, 1975

Valencia

Naranjal

14,8

Gil-Delgado y Monrós, 1997

Valencia

Naranjal

30,7

Gil-Delgado y Monrós, 1997

 

En la isla de La Palma se han estimado densidades de 6,29 aves/km2 en laurisilva, 4,11 aves/km2 en fayal-brezal, 3,57 aves/km2 en zonas agrícolas con de medianías, 2,93 aves/km2 en pinares con laurisilva, 1,73 aves/km2 en zonas urbanas, 1,53 aves/km2 en zonas agrícolas de medianías con matorrales, 1,50 aves/km2 en plataneras, 0,53 aves/km2 en pinares,  0,48 aves/km2 en matorrales de Euphorbia y 0,05 aves/km2 en campos de lava (Carrascal et al., 2008) 1.

En la isla de Tenerife se han estimado densidades de 127,6 aves/km2 en laurisilva, 126 aves/km2 en fayal-brezal, 47 aves/km2 en barrancos, 35,3 aves/km2 en matorral denso de Euphorbia, 33,2 aves/km2 en zonas agrícolas, 30,7 aves/km2 en pastizales, 24,7 aves/km2 en zonas urbanas, 13,3 aves/km2 en pinares, 4,7 aves/km2 en matorrales de altitudes medias, 1,5 aves/km2 en matorral disperso de Euphorbia en zonas áridas, 1 ave/km2 en matorral subalpino, 0,8 aves/km2 en pinares superiores a 1500 m de altitud (Carrascal y Palomino, 2005) 1.

Época invernal

La Tabla 3 recoge datos de abundancia invernal en distintos medios de la Comunidad de Madrid.

 

Tabla 3. Densidades invernales (aves/10 ha) en los diferentes medios de la comunidad de Madrid (Carrascal et al., 2003).

Hábitat

Abundancia

Pastizal-erial central

0,1

Pastizal-erial meridional

0,2

Pinar albar

0,2

Brezal

0,2

Retamar

0,3

Campiña

0,5

Jaral

0,8

Coscojar

1

Dehesa

1,1

Fresneda

1,1

Melojar

1,1

Sabinar

1,4

Encinar

2

Parque

3,3

Pinar resinero

3,4

Carrizal

4

Casco urbano

4,8

Soto serrano

4,8

Soto de valle

6,3

 

La información sobre su densidad invernal en otras zonas peninsulares es menor. En las proximidades del Estrecho de Gibraltar es una especie prácticamente ausente de los pastizales y es mucho más abundante en los alcornocales que en los matorrales (4,49 y 2,86 aves/10 ha respectivamente; Arroyo y Tellería, 1983). Es menor su densidad en las acebedas de la Cordillera Cantábrica (1,20 aves/10 ha; Guitián, 1983). En las zonas de montaña del sureste de España es mayor su densidad en los bosques aclarados que en los cerrados (entre 2,68 y 4,02 aves/10 ha en los primeros y entre la práctica ausencia y 1,29 en los segundos; Obeso, 1987). En los matorrales mediterráneos del suroeste de España no presenta variaciones interanuales significativas en su abundancia invernal (entre 10,1 y 37,4 aves/10 ha; Jordano, 1985). Estas variaciones son coincidentes con la experimentada por la oferta de frutos, pero no puede establecerse una relación de causalidad entre ambas.

 

Tamaño de población

Su población ha sido estimada entre 2,3 y 5,9 millones de parejas en la Península y las Baleares y de 70 a 80 mil parejas en las Canarias (Aparicio, 2003). Basándose en el programa SACRE, Carrascal de la Puente y Palomino Nantón (2008) han estimado la población reproductora peninsular entre 17,1 y 20,9 millones de aves, la mayoría en Andalucía (22,6 %), Castilla y León (16,4 %), Galicia (12,2 %) y Castilla-La Mancha (8,7 %) (Tabla 4).

 

Tabla 4. Tamaño de poblaciones durante 2004-2006 con su intervalo de confianza al 90%. Según Carrascal de la Puente y Palomino Nantón (2008).

 

Promedio

Inf. 90%

Sup. 90%

Galicia

2.319.988

1.954.357

2.685.519

Asturias

693.350

583.041

820.087

Cantabria

376.887

313.680

445.241

País Vasco

511.184

438.948

586.853

Navarra

510.254

424.840

606.249

Aragón

1.199.057

1.004.759

1.423.644

Cataluña

1.318.732

1.118.864

1.524.732

Castilla y León

3.120.709

2.744.680

3.494.996

La Rioja

157.624

121.024

192.533

Extremadura

1.099.912

928.743

1.294.180

Madrid

100.451

80.321

122.643

Castilla-La Mancha

1.646.862

1.427.007

1.892.569

Comunidad Valenciana

1.115.905

952.149

1.305.394

Andalucía

4.282.125

3.787.783

4.802.998

Murcia

574.867

444.709

711.447

 

Estatus de conservación

Categoría global IUCN (2009): Preocupación Menor LC (BirdLife International, 2010), estimándose solo en Europa una población reproductora de 120-246 millones de aves y de 162-492 millones de mirlos para el total de su área de distribución.

Categoría España IUCN (2002): No Evaluado NE.

Puede decirse, en general, que la especie no se halla amenazada en ninguna parte de su área de distribución (Collar, 2005) y, por supuesto, ni en Europa ni en España (categoría de no amenazada, SPEC 4, Hagemeijer y Blair, 1997; Aparicio, 2003).

La tendencia detectada por el programa SACRE (Escandell y Palomino, 2007) ha sido de un incremento anual del 1,9% en la población reproductora durante el periodo 1998-2005. Este incremento poblacional se mantiene en los últimos datos publicados (incremento anual del 0,7%, SEO/BirdLife, 2010).

 

Factores de amenaza

Caza

El mirlo es una especie cinegética sometida a una excesiva presión venatoria en el norte de España, práctica que incide especialmente sobre la población autóctona y que explica el históricamente bajo nivel poblacional de la especie en esa zona del país (Tellería y Santos, 1982). Como muestra de ello, de 395 aves con anilla extranjera recuperadas en el conjunto de España (Santos, 1985), el 15,0% lo fueron por causa desconocida, el 19,4% se hallaron muertas, el 29,6% cazadas por diversos métodos, el 32,8% cazadas con escopeta, el 2,9% trampeadas y, finalmente, solo el 0,3% se controlaron por anilladores. O sea, la mayoría fueron cobrados por la caza en cualquiera de sus formas. Por otra parte, las circunstancias de recuperación de 187 aves con anilla española (Santos, 1985) indican claramente que la mayoría de los mirlos (52,9%) fueron controlados por el mismo anillador, es decir, vueltos a liberar, mientras que el 8,6% fueron encontrados muertos, el 26,4% cazados con escopeta, el 5,6% trampeados, el 3,3% capturados de algún modo y, finalmente, el 3,2% capturados de forma desconocida. Pero si se descuentan los autocontroles, también la mayoría fueron cobrados por la caza.

Asimismo se observa una disminución desde mediados de los 70 del pasado siglo en la incidencia de las artes prohibidas como la liga y las trampas de suelo en toda la Península en general y sobre todo en Andalucía y Baleares, regiones donde la pajarería tiene un fuerte arraigo (Santos et al., 1988). Esto no significa que disminuya la presión humana sobre la especie, sino que se incrementa la forma legal de captura, especialmente la caza mediante escopeta. Es más, puede decirse que la presión cinegética sobre los mirlos y zorzales se ha incrementado por la situación de legalidad proporcionada por la posesión de un arma y la impunidad devengada del históricamente pobre control ejercido sobre esta práctica venatoria (Santos, 1985).

Alteración de hábitats

Por otra parte, la práctica habitual de eliminar la totalidad de los arbustos del sotobosque resulta funesta para las especies que, como el mirlo, nidifican o se alimentan sobre ellos, por lo que podría constituir un factor de amenaza para algunas de sus poblaciones forestales. Tanto en la Cornisa Cantábrica (Carrascal y Tellería, 1990), como en los Montes de Toledo (Santos y Álvarez, 1990) se ha comprobado que la densidad del mirlo es notablemente menor en las plantaciones de pinos o de eucaliptos que en los bosques climácicos correspondientes. Asimismo, la interferencia humana directa (depredadores domésticos, expolios de nidos, ruido, etc.) y la indirecta (degradación de la vegetación herbácea, empobrecimiento florístico, etc.), unidas a la falta de céspedes artificiales parecen ser la causa de la escasa presencia del mirlo de los encinares suburbanos de Madrid (Sánchez y Tellería, 1988), donde presenta una densidad mucho menor que en los encinares naturales.

Por último, el deterioro y la reducción de las campiñas en la cornisa cantábrica debido al impacto de la PAC (Política Agraria Comunitaria), podría comprometer el futuro de esta especie, según se ha comprobado en otros paseriformes (Tellería et al., 2008).

Incendios

La quema de matorrales en Pirineos a altitudes superiores a 1.400 m empobrece las comunidades de aves y su recuperación es más lenta que en zonas de menor altitud. El mirlo común vuelve a alcanzar sus densidades máximas 10-19 años después del incendio (Pons y Clavero, 2010)1.

Mortalidad por atropello en carreteras

Durante el periodo 1990-1992 se registraron en España 272 mirlos comunes entre un total de 16.036 aves muertas por atropello (PMVC, 2003)1. En el tramo Ourense-Os Peares de la carretera N-120 durante 1989 se registraron 30 mirlos comunes muertos por atropello entre un total de 379 aves (González-Prieto et al., 1993)1. En Portalegre (Portugal) se registraron ocho mirlos comunes muertos por atropello entre un total de 562 aves (Carvalho y Mira, 2011) 1. En el alto valle del Lozoya (Madrid) se ha registrado la muerte por atropello en carretera de 17 mirlos comunes entre un total de 191 aves (Espinosa et al., 2012)1.

Mortalidad por atropello en líneas de ferrocarril

En un estudio de mortalidad de vertebrados en líneas de ferrocarril llevado a cabo en el periodo 1990-1995 en España, se encontró un mirlo común entre un total de 182 aves atropelladas (SCV, 1996)1.

 

Referencias

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Rafael J. Aparicio Santos
C/Juglares, 2C, 2ºA. 28032. Madrid

Fecha de publicación: 15-01-2008

Otras contribuciones: 1. Alfredo Salvador. 13-09-2016

Aparicio, R. J. (2016). Mirlo Común – Turdus merula. En: Enciclopedia Virtual de los Vertebrados Españoles. Salvador, A., Morales, M. B. (Eds.). Museo Nacional de Ciencias Naturales, Madrid. http://www.vertebradosibericos.org/