Corzo - Capreolus capreolus Linnaeus, 1758

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Portada

 

Identificación

 

Estatus de conservación

 

Distribución

 

Hábitat

 

Ecología trófica

 

Biología de la reproducción

 

Interacciones entre especies

 

Comportamiento

 

Bibliografía

 

 

Key words: Roe deer, identification, size, age, geographic variation, subspecies.

 

Descripción

El corzo es un animal de hábitos boscosos dentro del contexto peninsular, silencioso y solitario, de pequeño tamaño y con un ritmo de actividad constante, por lo que puede ser localizado en el desarrollo de éstas en cualquier momento del día (Vicent et al., 1979; Perco y Perco, 1979). Su pequeño tamaño le hace inconfundible del resto de los ungulados ibéricos (Sáenz de Buruaga et al., 1991).

Tiene grandes orejas y buenos sentidos de la vista y el olfato; un pelaje que oscila de marrón leonado a gris oscuro, que muda todos los años en dos ocasiones. Por último, los cuartos traseros levantados respecto a los delanteros y una columna más arqueada que la de otros ungulados, le permiten desarrollar su capacidad de salto en un medio en donde los obstáculos abundan (Costa, 1992; Danilkin, 1996).

Al año de vida resulta complicado distinguir a individuos de esta edad con otros adultos, y prácticamente está concluido su desarrollo corporal a los dos años de vida (Loudon, 1987); en este sentido, en los grupos formados por individuos de un año y su madre resulta muy complicado realizar una distinción en base al tamaño y esta habría que hacerla considerando otros aspectos morfológicos y comportamentales (Perco y Perco, 1979; Tarello, 1991).

Las crías al nacer tienen un pelaje con coloraciones pardas y con un moteado blanco dorsal que les recorre toda su longitud. A los dos meses de vida han perdido esta librea y sólo levemente se aprecian restos de estas manchas blancas; en esta su primera muda, adquieren la coloración de los individuos adultos y podemos diferenciarlos de ellos por el escudo anal de color blanco, mientras que los adultos tienen una tonalidad en esta parte del cuerpo algo más amarillenta.

En verano se ha observado variación en la coloración de los machos de la sierra de Guadarrama entre gris, pardo, rojizo y ocre. Estas coloraciones no se correlacionaron con el tamaño corporal (Horcajada-Sánchez y Barja, 2016)2.

Con la edad, los individuos se van volviendo más robustos y compactos y pierden parte de la fragilidad que caracteriza su morfología: los machos engrosan sus cuartos delanteros y su cuello, mientras que las hembras ensanchan ligeramente su tercio posterior. Este hecho sirve para distinguir en campo a machos de hembras y a individuos viejos de aquellos que no lo son (Cabrera, 1914; Aragón, 1993; Braza et al., 1994; Costa, 1995).

Sobre estudios de variabilidad craniométrica de poblaciones ibéricas ver: Von Lehmann y Sägesser (1986), Fandos y Orueta (1991), Fandos y Reig, 1993; Fandos (1994), Aragón et al. (1998).

 

Parámetros bioquímicos

Se han registrado mayores valores de peroxidación lipídica en hígado de machos que de hembras (De la Casa-Resino et al., 2014)2.

 

Tamaño

Los machos son algo mayores que las hembras (Tabla 1). Hay variaciones poblacionales de tamaño (Tabla 1).

La longitud media de cabeza y cuerpo registrada en la sierra de Guadarrama fue en machos 110,2 cm (n= 93) y en hembras 108,8 cm (n= 27) (Horcajada-Sánchez y Barja, 2016)2.

 

Masa corporal

La masa corporal media varía para adultos entre 17 y 25,5 kg (Tabla 1).

 

Tabla 1. Parámetros corporales (longitud, cruz y masa corporal en machos y hembras) en diferentes poblaciones europeas. MC M: masa corporal del macho (entero); MC H: masa corporal de la hembra (entero).

 

Longitud

Cruz

MC M

MC H

Referencia

Italia

-

-

25

18,5

Tarello (1991)

Italia

-

65

25

20

Perco y Perco (1979)

Francia

113

70

27

24

Boisaubert y Boutin (1993)

Francia

110

65

-

18 / 30

A. N. C. G. G. (1992)

Rusia

117

73

27,5

24

Danilkin (1996)

Suiza

-

-

23

21

Blant (1987)

Reino Unido

120

65

24,5

23,5

Prior (1995)

Reino Unido

-

-

-

20 / 25

Bramley (1970)

Dinamarca

-

-

23,6

-

Strandgaard (1978)

Polonia

110

73

-

-

Fruzinski et al. (1982)

Alemania

-

-

23

22

Geist y Bayer (1988)

C. Cantábrica

113

75

25,5

23,2

Costa (1992)

S. Guadarrama

110

 

23,9

22,9

Horcajada-Sánchez y Barja ( 2016)2.

Cáceres

119

73

25,5

25

Mateos-Quesada (1998)

Cádiz

110

66

20

17

Aragón (1993)

  

Cuerna

La cuerna, como en el resto de cérvidos, es una formación ósea que crece a partir de los pivotes ubicados en la parte superior del cráneo, y a diferencia del resto de los huesos de su anatomía, adquiere su función cuando degenera su irrigación sanguínea y muere. Presente únicamente en machos, no suele superar su asta central los 25 cm de longitud; a esta rama central hay que sumarla una punta que crece hacia adelante y arriba ubicada generalmente en la mitad inferior, y otra trasera que se proyecta hacia la parte posterior de su cabeza y situada en la tercio superior del asta central (Goss, 1983; Montulet, 1984). Es característico de esta cuerna el abundante perlado que se acumula sobre todo en la base, pero que puede llegar a cubrir casi toda la cuerna. La función de este perlado aún no está claro; podría servir para aparentar un volumen mayor de cuerna con un menor aporte óseo y por tanto con un menor desgaste para el individuo, o podía favorecer la efectividad descortezadora durante el periodo de marcaje.

Un aspecto que llama la atención en la cuerna del corzo, es la tremenda variación de forma y volumen que presenta en los diferenta individuos de una misma población. La primera cuernina comienza a desarrollarse a partir de los tres meses de haber nacido el individuo, sin embargo no será sino un rudimentario apéndice craneal con forma de estaca menuda. Caída esta, comenzará el desarrollo de su primera verdadera cuerna y se verá concluida en torno al año de su nacimiento. El aspecto de esta primera cuerna podrá variar desde un diseño similar a la de un adulto y siempre guardando oportunas distancias en función al tamaño, hasta dos palitroques raquíticos que asomen con dificultad encima de su cráneo. No parece, a pesar de ello, que un individuo con una cuerna escasa, no llegue a desarrollar una gran cuerna en su madurez. En la Tabla 2 podemos ver el desarrollo aproximado y proporción en el número de puntas en el desarrollo de la primera cuerna en los corzos.

 

Tabla 2. Proporción en el número de puntas y longitud aproximada, en la primera cuerna de la población del centro peninsular de Las Villuercas. Según Mateos-Quesada (1998).

altura/puntas

hasta 2

3 o 4

5

n

Menos de 7 cm

12,50%

0%

0%

2

Aprox. 7 cm

56,25%

50%

40%

14

Hasta - 13 cm

31,25%

50%

46,67%

13

Más de 13 cm

0%

0%

13,13%

2

n

16

12

15

 

 

A partir de esta primera cuerna cada año desmogará en torno a noviembre y creará una nueva cuerna cuya longitud, perlado y grosor, estará relacionado con las condiciones ambientales, con el estado de salud de su portador y la relación con sus propios congéneres.

Podemos establecer una mayor sincronía en el desarrollo de la cuerna conforme los individuos van alcanzando una mayor edad (Tarello, 1991), es decir, que el conjunto de aquellos individuos jóvenes que deben desarrollar una cuerna pequeña, lo hacen en un mayor tiempo que el grupo de individuos adultos que desarrollan una cuerna mayor (Tabla 3).

 

Tabla 3. Tiempo total, inicial, final y mínimo (en días), calculado para el desarrollo de la cuerna, en las diferentes clases de edad del corzo. Según Mateos-Quesada (1998).

 

Adultos

Crías

Jóvenes

Periodo total

141

148

158

Periodo mínimo inicial

57

 

33

Periodo mínimo final

92

48

84

Diferencia inicial/final

35

 

51

Tiempo medio

74,5

48

58,5

 

Un aspecto que aún no ha sido explicado de manera satisfactoria es el hecho de que la especie desarrolle la cuerna en un periodo en el que menos disposición trófica tiene y cuando el frío requiere de los individuos un mayor aporte energético para el mantenimiento de su metabolismo. La mayor parte de los individuos ibéricos desarrollan la cuerna entre los meses de noviembre y diciembre, lejos de los mejores momentos para la búsqueda de alimento como los meses primaverales y que son los elegidos, por ejemplo, por especies como el ciervo.

 

Estimación de la edad

Sobre animales capturados en vivo, el desgaste de los dientes aporta una información fiable al respecto. La aproximación a la edad de este método exige por tanto, la confección de un juego de mandíbulas con el desgaste dentario de animales cuya edad es perfectamente conocida; la comparación de animales en vivo con este patrón, nos dará resultados más fiables (Van-Laere et al., 1989).

En necropsia podemos llegar a conocer de manera más precisa la edad del animal. Para ello realizaremos un corte transversal del primer molar, lo que nos puede mostrar con una potente lupa, líneas de deposición de cemento que corresponden a las deposiciones de cada año de vida del animal. Estas deposiciones suelen mostrar entre un bandeado formado por deposiciones claras y oscuras, obedeciendo estas tonalidades al diferente espectro alimentario del que el individuo ha dispuesto en los periodos de abundancia y carencia trófica (Mitchel, 1963; Szabik, 1973).

 

Variación geográfica

Cabe destacar dentro de la península ibérica las variaciones de tamaño entre las poblaciones ubicadas en las sierras de Cádiz o las del centro o norte de España: en las primeras tenemos a los individuos más pequeños de toda el área de distribución de la especie (Aragón, 1993), mientras que en las otras el tamaño de los individuos es de los mayores (Costa, 1992; Mateos-Quesada, 1998) (Tabla 1).

Se han descrito las subespecies Capreolus capreolus canus Miller, 1910 (Quintanar de la Sierra, Burgos) (Miller, 1912; Cabrera, 1914), Capreolus capreolus decorus Cabrera, 1916 (El Bierzo, León) (Cabrera, 1916) y Capreolus capreolus garganta Meunier, 1983 (Sierra de Alcudia, Ciudad Real), basadas en características de coloración y tamaño. Estudios posteriores señalaron que estas diferencias no eran sino ecotipos que no albergan fundamentos para la diferenciación taxonómica en diferentes subespecies (Von Lehmann y Sägesser, 1986; Fandos y Reig, 1993; Hartl et al., 1993).

Estudios de ADN mitocondrial señalan que hay tres haplogrupos diferenciados: un clado oeste, que se encuentra en la península Ibérica; un clado este, que se encuentra en Grecia y los Balcanes, y un clado central repartido por toda Europa. Estos clados se podrían haber originado en los refugios ibérico y balcánico durante las últimas glaciaciones. En el centro y sur ibérico hay haplotipos del clado central y oeste, por lo que estas poblaciones tienen origen mixto. Las poblaciones del norte de Portugal están bien diferenciadas genéticamente y parecen representar poblaciones aisladas (Randi et al., 2004).1 Hay diferenciación molecular entre las poblaciones del noroeste ibérico y las del centro-sur (Aragón et al., 1998; Lorenzini et al., 2003; Royo et al., 20071). Se han identificado dos linajes genéticos, uno en el centro-sur de Italia y otro en el sur de España, que pueden corresponder cada uno con una subespecie (Lorenzini et al., 2014)2.

 

Referencias

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Patricio Mateos-Quesada
Gabinete de Estudio y Gestión Ambiental
C/ Francisco Pizarro, 25
10200 Trujillo (Cáceres)

Fecha de publicación: 4-04-2005

Otras contribuciones. 1. Alfredo Salvador. 8-08-2008; 2. Alfredo Salvador. 8-09-2017

Mateos-Quesada, P. (2017). Corzo - Capreolus capreolus. En: Enciclopedia Virtual de los Vertebrados Españoles. Salvador, A., Barja. I. (Eds.). Museo Nacional de Ciencias Naturales, Madrid. http://www.vertebradosibericos.org/