Cogujada montesina - Galerida theklae (A. E. Brehm, 1857)

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Portada

 

Identificación

 

Estatus de conservación

 

Distribución

 

Hábitat

 

 

Voz

 

 

Movimientos

 

Ecología trófica

 

Biología de la reproducción

 

Interacciones entre especies

 

Comportamiento

 

Bibliografía

 

 

 

 

Key words: Thekla Lark, activity, home range, behaviour.

 

Actividad

Hay poca información sobre los patrones de actividad de la cogujada montesina. Diurna, pasa mucho tiempo inmóvil pero alerta, y por lo general se posa más en arbustos y árboles que la cogujada común (Cramp, 1988). Como otras especies de alondras ibéricas, la cogujada montesina canta preferentemente al alba, con un segundo pico de actividad al atardecer, aunque siempre es posible oírlas fuera de estos momentos (Suárez et al., 2009).

Pasan la noche en un pequeño hueco natural o excavado en el terreno, reconocible de día por los excrementos depositados (Suárez et al., 2009). En el Norte de África ha sido registrada pernoctando entre piedras (Cramp, 1988).

 

Dominio vital y territorio

El tamaño concreto del territorio, del área de campeo (home range) y de sus áreas centrales (core áreas) es desconocido para esta especie. En Cabo de Gata se ha comprobado la fidelidad interanual a sus territorios (Suárez et al., 2009).

Durante el periodo reproductor, la cogujada montesina es territorial y socialmente monógama, con fidelidad de cada miembro de la pareja durante las sucesivas nidadas, si bien se han registrado cópulas extra-pareja (de Juana et al. 2004; SEO/BirdLife, 2008; Suárez et al., 2009).

 

Patrón social y comportamiento

El comportamiento agonístico comportamientos específicos y diferenciados con los que un individuo se enfrenta a situaciones competitivas de conflicto con otros individuos, generalmente de la misma especie- comprende persecuciones en vuelo y confrontaciones en el suelo antes de comenzar la nidificación. Cuando dos machos están enfrentados suelen ahuecar el plumaje para aparentar un mayor tamaño, yerguen su copete, con el pico abierto y, encarados hacia el rival, se agachan, levantan las alas y bajan la cola dando sensación de ferocidad. Durante estas contiendas emiten una llamada o subcanto muy rápido característico de la especie (Suárez et al., 2009).

El cortejo comparte pautas con otros aláudidos ibéricos. En la postura más habitual el macho descuelga las alas, haciéndolas vibrar ocasionalmente, al tiempo que despliega la cola exhibiendo las marcas más claras, de color crema, que destacan sobre el tono general pardo y sin izar el copete. Este patrón se ha interpretado como una señal honesta que refleja la calidad del ave (Suárez et al., 2009). La escasez de melanina en las marcas claras de estas plumas provoca un desgaste más rápido, por lo que estas áreas más claras no solo hacen más conspicuos a los individuos que las presentan en mayor superficie, sino que les ocasionan un mayor desgaste de las plumas y, por lo tanto, una pérdida -hándicap- en su capacidad de vuelo. Esta limitación la superarían mejor aquellos individuos de mayor calidad, que son capaces de generar plumas más grandes, aunque presenten una mayor proporción de color claro (Suárez et al., 2009).

Una vez formada la pareja, los dos miembros suelen ir juntos, incluso durante la construcción del nido, lo que se ha interpretado como una estrategia para evitar las cópulas extra-parentales; esto es importante para estas especies en las que el macho invierte un esfuerzo considerable en alimentar a los pollos (Suárez et al., 2009).

La hembra es la única que incuba. Permanece echada en el nido, prácticamente inmóvil, alternando momentos de vigilancia, cortas siestas y periodos de jadeos en las horas más calurosas. Ante la presencia de un depredador u otra amenaza intenta pasar desapercibida, aguantando en el nido hasta el último momento. Normalmente solo levanta el vuelo cuando el peligro es inminente, intentando distraer al depredador simulando una lesión, aparentando tener un ala rota. Pero otras veces puede abandonar el nido, apeonando, con bastante antelación a la llegada del intruso, a una distancia de unos 10-20 m, vigilándolo a distancia (Suárez et al., 2009).

La incubación no es continua, y la hembra sale del nido en numerosas ocasiones para alimentarse. En las horas más frías del día –normalmente las primeras de la mañana y las últimas de la tarde-, la hembra permanece más tiempo en el nido y sus salidas son menos frecuentes. La duración de estas salidas es de unos 10-30 minutos, pero pueden prolongarse más. Regresa al nido volando con mayor frecuencia en esta especie que en las otras alondras ibéricas-, con un característico vuelo suspendido dejándose caer cerca del nido, o a peón. Durante esta fase el macho se dedica a alimentarse, vigilar el nido y cantar para marcar su territorio y muchas veces acompaña a la hembra durante sus salidas del nido (Suárez et al., 2009).

Tras la eclosión de los huevos, ambos sexos colaboran en la ceba de los pollos. La hembra ceba algo más durante los primeros días, cuando también los cubre en ocasiones para protegerlos del frío o del calor excesivo. Hasta los 4 días de edad de los pollos su esfuerzo es bastante mayor que el del macho, pero a medida que avanza su desarrollo en el nido la hembra disminuye su atención hacia los pollos, y a los 9-10 días, cuando están próximos a abandonar el nido, es el macho quien les dedica mayor atención. Finalmente, cuando los pollos son volantones y la hembra se dispone a realizar una nueva puesta, el macho se encarga en solitario de su alimentación (Suárez et al., 2009).

Al igual que ocurre con las otras especies de alondras ibéricas, el comportamiento tras la fase del nido es uno de los periodos menos conocidos. Con la excepción de la última nidada, el macho dispone de 18-21 días para alimentar a los volantones hasta que tenga que volver a ocuparse de los pollos de la siguiente nidada. Al final de la temporada reproductiva es frecuente observar grupos de unos pocos individuos, posiblemente integrados por los jóvenes de la última nidada (Suárez et al., 2009).

Durante el invierno, como otras especies de alondras ibéricas, las cogujadas montesinas se agrupan formando bandos laxos de unos pocos individuos posiblemente grupos familiares- con desplazamientos restringidos, que nunca se alejan demasiado de los territorios de cría. Estas agrupaciones invernales, en ocasiones posiblemente multiespecíficas, se interpretan como una estrategia para reducir la depredación: la tasa de vigilancia de un bando es mayor y para un depredador no es sencillo fijar su atención en una presa concreta. No se sabe demasiado sobre la transición entre el periodo invernal y el reproductor (Suárez et al., 2005b, 2009)

 

Referencias

Cramp, S. (Ed.) (1988). Handbook of the Birds of Europe, the Middle East and North Africa, vol. V Tyrant Flycatchers to Thrushes. Oxford University Press, Oxford – New York.

de Juana, E., Suárez, F., Ryan, P. (2004). Family Alaudidae (Larks). Pp. 496-601. En: del Hoyo, J., Elliot, A., Christie, D. (eds.). Handbook of the Birds of the World. Vol. 9. Cotingas to Pitpits and Wagtails. Lynx Edicions, Barcelona.

SEO/BirdLife (2008). La enciclopedia de las aves de España. SEO/BirdLife y Fundación BBVA, Madrid.

Suárez, F., Hervás, I., Herranz, J. (2009). Las alondras de España peninsular. Dirección General para la Biodiversidad. Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino, Madrid.

Suárez, F., Sánchez, A. M., Herranz, J., Traba, J., Yanes, M. (2005b). Parental body mass changes during the nesting stage in two Lark species in a semi-arid hábitat. Journal of Arid Environments, 62: 45-54.

 

 

 

Jesús Cobo Anula

Las Eras, 11

40176 El Arenal, Orejana (Segovia)

 

Fecha de publicación: 25-04-2023

 

Cobo, J. (2023). Cogujada Montesina – Galerida theklae. En: Enciclopedia Virtual de los Vertebrados Españoles. López, P., Martín, J., Traba, J. (Eds.). Museo Nacional de Ciencias Naturales, Madrid. http://www.vertebradosibericos.org/