Zorro - Vulpes vulpes Linnaeus, 1758

Para más información sobre cada apartado hacer click en:

 

Portada

 

Identificación

 

Estatus de conservación

 

Distribución

 

Hábitat

 

Ecología trófica

 

Biología de la reproducción

 

Interacciones entre especies

 

Comportamiento

 

Bibliografía

 

 

Key words: Red Fox, activity, home range, movements, behaviour.

 

Actividad

De forma general la mayor parte de la actividad de los zorros es nocturna (Ables, 1969; Blanco, 1986; Doncaster y Macdonald, 1997), repartiendo esta actividad con breves períodos de descanso durante la noche, e iniciando estos períodos transcurrida una hora aproximadamente del crepúsculo (Barrull y Mate, 2007).

Las hembras recorren distancias más largas durante la noche que durante el día. Los machos recorren distancias similares durante el día que durante la noche, pero en conjunto recorren distancias mayores que las hembras (Servin et al., 1991).

La actividad del zorro es sobre todo crepuscular y nocturna con variaciones locales. En general la actividad del zorro se incrementa con la disponibilidad de conejos, aunque el solapamiento temporal entre ambos es escaso. Cuando las molestias humanas son elevadas, la presencia humana determina los ritmos de actividad del zorro. La actividad diurna disminuye en zonas más próximas a asentamientos humanos y con mayor intensidad de control de depredadores, mientras que aumenta en hábitats más densos (Díaz-Ruiz et al., 2016)1.  

Los zorros son más activos durante las noches más oscuras, que es cuando las condiciones para la caza de conejos son mejores y cuando los linces, depredadores de los zorros, se mueven menos. Los zorros incrementan su actividad cuando los conejos están más lejos de su área corazón y se mueven con movimientos más discretos Penteriani et al., 2013)1.

 

Dominio vital

Los dominios vitales de los zorros suelen ser, en general, exclusivos y con límites no solapados (Voigt y Macdonald, 1984; Voigt, 1987), aunque hay cierto grado de solapamiento relacionado con el sexo, la época del año, la disponibilidad de recursos, el tipo de hábitat, y con la relación de parentesco entre grupos o ejemplares. En general los dominios vitales son defendidos activamente por lo que se pueden considerar territorios (Preston, 1975; Voigt, 1987).

Como en la mayoría de especies de carnívoros, el tamaño de los dominios vitales normalizado con el peso medio de éstas  (Gittleman y Harvey, 1982) está correlacionado con la productividad del hábitat. En este sentido Macdonald (1981; 1983) sugiere que el tamaño del dominio vital y su configuración están determinados por la dispersión de los recursos. Pero otros aspectos como el grado de persecución sobre la especie que podría afectar a la localización de los lugares de reposo dentro del dominio (Meia y Weber, 1993), así como la localización de las zonas de alimentación y la distancia a estos lugares de reposo y la riqueza del hábitat (Lucherini y Lovari, 1996) influyen sobre este parámetro.

En su área de distribución los valores oscilan entre 40 y 52 ha en zonas urbanas y semiurbanas (Voigt, 1987; Blanco, 1988; Adkins y Stott, 1998; Gloor, 2002; Marks y Bloomfield, 2006) hasta más de 4.000 ha en el Ártico (Voigt y Macdonald, 1984).

Los trabajos desarrollados en la Península Ibérica con el seguimiento de ejemplares con collares radioemisores han mostrado unos valores medios de dominios vitales que oscilan entre 73 y más de 3.000 ha. En la Sierra de Guadarrama, Blanco (1988) obtiene en zonas con abundante alimento y hábitat forestal fragmentado y zonas residenciales un valor medio de 100 ha, mientras que en zonas de coníferas homogéneas los dominios oscilaron entre 220 y 650 ha. Con la misma técnica Rau (1987) en Doñana obtiene unos valores que oscilan entre 116 y 130 ha. Posteriormente Travaini et al., (1993), en la misma área de estudio obtiene valores medios de 218 ha. En una zona del valle del Ebro en la provincia de Zaragoza, Gortázar (1997) obtiene valores medios de dominios vitales inferiores en las zonas de regadío con abundancia de alimento (237 ha) y de hasta 3.176 ha en las zonas de secano con escasez de recursos.

 

Dispersión

Los zorros de entre 6 y 9 meses se ven en la mayoría de los casos impulsados a abandonar el grupo familiar donde han nacido e instalarse en un nuevo espacio vital, si bien un pequeño porcentaje de ejemplares de más de 10-12 meses también puede dispersarse (Macdonald, 1987). En la mayoría de hábitats donde este proceso ha sido estudiado, la dispersión comienza en septiembre y finaliza a principios del año siguiente, cuando se inicia la época de celo. Este comportamiento comporta una serie de movimientos erráticos y de distancias variables. Estas distancias pueden llegar a un máximo de 500 km (Macdonald, 1987), con valores extremos obtenidos en Suecia de 250 km (Englund, 1970) y en Estados Unidos de 394 km (Ables, 1975),  aunque son raros los desplazamientos superiores a los 100 km (Macdonald, 1987).

Todos o la mayoría de machos de esta edad se dispersan, aunque la proporción de machos y hembras que se dispersan varía entre hábitats y del valor de mortalidad durante esta época del año. En medios urbanos el 38% de las hembras se dispersan, mientras que este valor aumenta hasta el 71% en los machos (Harris y Trewhella, 1988). En el medio rural el porcentaje de hembras que se dispersan varía entre el 27 y el 77%  y el porcentaje de machos varía entre el 76 y el 100% (Mulder, 1985; Allen y Sargeant, 1993; Henry, 2004).  En este sentido los machos tienen distancias de dispersión superiores a las hembras (Storm et al., 1976; Lloyd, 1980; Schantz, 1981; Trewhella et al., 1988). El valor de la distancia de dispersión está correlacionado con el tamaño del dominio vital y la densidad de la población (Macdonald y Bacon, 1982; Macdonald, 1987; Macdonald y Reynolds, 2004).

El abandono de la seguridad del grupo familiar durante este período de dispersión en terrenos desconocidos provoca un aumento de la mortalidad en esta parte de la población juvenil. Según Meia y Masó (2004) la esperanza de vida de los ejemplares que se dispersan es un 15% inferior a los que no lo hacen. Las causas de este comportamiento están relacionadas con la competencia intraespecífica por los recursos, de forma que las zonas con hábitat de mejor calidad estarían ocupadas y obligaría a los jóvenes a moverse a otras zonas (Blanco y Cortés, 2002). Asimismo, la dispersión previene la endogamia, tanto evitando que los ejemplares nacidos en el grupo se emparenten con sus progenitores, como facilitando la entrada de ejemplares dispersantes.

 

Patrón social y comportamiento

La unidad social básica en el zorro es la pareja (Macdonald, 1979), aunque grupos de hasta 6 ejemplares (normalmente un macho adulto junto a un número de 2 a 5 hembras posibles reproductoras) podrían compartir un territorio en función del hábitat. El macho colabora en el cuidado de las crías hasta que éstas abandonan la madriguera (Macdonald, 1979). Ocasionalmente, las hembras sin crías pueden ayudar en el cuidado de las crías de otra hembra, respecto a la cual son subordinadas. El encuentro entre grupos es muy poco común aunque cuando ocurre es de carácter agresivo (White y Harris, 1994), con comportamientos agonísticos que suelen evitar el contacto físico entre ejemplares (Preston, 1975).

Los zorros tienen un complejo sistema de comunicación basado en expresiones faciales, vocalizaciones y marcaje. Este marcaje incluye el uso de orina, excrementos (Barja et al., 2001) y secreciones del saco anal, violeta o glándula supracaudal (muy importante en los machos durante la época de celo), así como de las glándulas de alrededor de los labios, de la boca y entre los dedos. Depositan sus excrementos preferentemente sobre matorrales situados en claros (De Miguel et al., 2009). Los zorros marcan más y aumentan la detectabilidad de sus marcas de olores en zonas con mayor abundancia de conejos, posiblemente para defender recursos tróficos frente a competidores (Monclus et al., 2009).

Respecto a las vocalizaciones se han descrito hasta 28 categorías, que son utilizadas para comunicarse a largas distancias y que permiten incluso diferenciar entre individuos.

El apareamiento es muy variable, desde parejas monógamas, un macho con dos hembras adultas que podrían llegar a compartir el cuidado de las crías, hasta una hembra adulta reproductora con la ayuda de otras hembras no reproductoras. Hay siempre una única hembra que se reproduce en el grupo familiar aunque puede haber cópulas con otros ejemplares fuera del grupo. Los machos dominantes realizan excursiones frecuentes fuera de los límites de su territorio durante la época de celo, a la vez que machos itinerantes pueden realizar incursiones en este territorio (Macdonald, 1987).

 

Referencias

Ables, E. D. (1969). Activity studies of red foxes in Southern Wisconsin. Journal of Wildlife Management, 33: 145-153.

Ables, E. D. (1975). Ecology of the red fox in North America. Pp. 216-236. En: The wild canids. Van Nostrand Reinhold Company, New York.

Adkins, C. A., Stott, P. (1998). Home ranges, movements and habitat associations of red foxes Vulpes vulpes in suburban Toronto, Ontario. Canada. Journal of Zoology, 244: 335-346.

Allen, S. H., Sargeant, A. B. (1993). Dispersal patterns of red foxes relative to population density. Journal of Wildlife Management, 57: 526-533.

Barja, I., De Miguel, F. J., Bárcena, F. (2001). Distribución espacial de los excrementos de Zorro rojo (Vulpes vulpes, Linnaeus, 1758) en los Montes do Invernadeiro (Ourense). Galemys, 13 (Número Especial): 171-178.

Barrull, J., Mate, I. (2007). La guineu a Catalunya. Col·lecció Natura. Edicions l'Agulla de Cultura Popular, Tarragona.

Blanco, J. C. (1986). On the diet, size and use of home range and activity patterns of a red fox in central Spain. Acta Theriologica, 31: 547-552.

Blanco, J. C. (1988). Estudio ecológico del zorro, Vulpes vulpes, en la Sierra de Guadarrama.  Tesis Doctoral. Universidad Complutense de Madrid.

Blanco, J. C. (1998). Mamíferos de España.Geoplaneta, Barcelona.

Blanco, J. C., Cortés, Y. (2002). Ecología, censos, percepción y evolución del lobo en España. SECEM, Málaga.

De Miguel, F. J., Valencia, A., Arroyo, M., Monclus, R. (2009). Spatial distribution of scent marks in the red fox (Vulpes vulpes L.): do red foxes select certain plants as signal posts? Polish Journal of Ecology, 57 (3): 605-609.

Díaz-Ruiz, F., Caro, J., Delibes-Mateos, M., Arroyo, B., Ferreras, P. (2016). Drivers of red fox (Vulpes vulpes) daily activity: prey availability, human disturbance or habitat structure? Journal of Zoology, 298 (2): 128-138.

Doncaster, C. P., Macdonald, D. W. (1997). Activity patterns and interactions of red foxes (Vulpes vulpes) in Oxford city. Journal of Zoology, 241: 73-87.

Englund, J. (1970). Some aspects of reproduction and mortality rates in Swedish foxes (Vulpes vulpes), 1961-63 and 1966-69. Viltrevy, 8: 1-82.

Gittleman, J. L., Harvey, P. H. (1982). Carnivore home-range size, metabolic needs and ecology. Behavioral Ecology and Sociobiology, 10: 57-63.

Gloor, S. (2002). The rise of urban foxes (Vulpes vulpes) in Switzerland and ecological and parasitological aspects of a fox population in the recently colonised city of Zurich.  Tesis doctoral. Universität Zürich.

Gortázar, C. (1997). Ecología y patología del zorro (Vulpes vulpes L.) en el Valle Medio del Ebro. Tesis Doctoral. Universidad de Zaragoza.

Harris, S., Trewhella, W. J. (1988). An analysis of some of the factors affecting dispersal in an urban fox (Vulpes vulpes) population. Journal of Applied Ecology, 25: 409-422.

Henry, C. (2004). Organisation socio-spatiale d'une population de renards roux (Vulpes vulpes) en milieu rural.  Tesis Doctoral. Université Louis Pasteur Strasbourg I.

Lloyd, H.G. (1980). The red fox.  Batsford, London.

Lucherini, M., Lovari, S. (1996). Habitat richness affects home range size in the red fox Vulpes vulpes. Behavioural Processes, 36: 103-106.

Macdonald, D. W. (1979). 'Helpers' in fox society. Nature, 282: 69-71.

Macdonald, D. W. (1981). Resource dispersion and the social organisation of the red fox (Vulpes vulpes). Pp. 918-949. En: Chapman, J. A., Pursley, D. (Eds.). The First International Worlwide Furbearer Conference. Frotsburg, Maryland.

Macdonald, D. W. (1983). The ecology of carnivore social behaviour. Nature, 301: 379-384.

Macdonald, D. W. (1987). Running with the fox. Unwin Hymen, London.

Macdonald, D. W., Bacon, P. J.  (1982). Fox society contact rate and rabies epizootiology. Microbiology and Infectious Diseases, 5: 247-256.

Macdonald, D. W., Reynolds, J. C. (2004). Red fox Vulpes vulpes Linnaeus, 1758. Pp. 129-136. En: Sillero-Zubiri, C., Hoffmann, M., Macdonald, D. W. (Eds.). Canids: Foxes, Wolves, Jackals and Dogs. Status Survey and Conservation Action Plan.  IUCN/SSC Canid Specialist Group, Gland and Cambridge.

Marks, C. A., Bloomfield, T. E. (2006). Home-range size and selection of natal den and diurnal shelter sites by urban red foxes (Vulpes vulpes) in Melbourne. Wildlife Research, 33: 339-347.

Meia, J. S., Masó, A. (2004). El zorro: descripción, comportamiento, vida social, mitología, observación. Editorial Omega, Barcelona.

Meia, J.S., Weber, J. M. (1993). Choice of resting sites by female foxes Vulpes vulpes in a mountainous habitat. Acta Theriologica, 38: 81-91.

Monclus, R., Arroyo, M., Valencia, A., de Miguel, F. J. (2009). Red foxes (Vulpes vulpes) use rabbit (Oryctolagus cuniculus) scent marks as territorial marking sites. Journal of Ethology, 27 (1): 153-156.

Mulder, J. L. (1985). Spatial organization. movement and dispersal of Deutch red fox (Vulpes vulpes) population: some preliminary results. Revue d'Ecologie (Terre et Vie), 40: 133-138.

Penteriani, V., Kuparinen, A., Delgado, M. M., Palomares, F., López-Bao, J. V., Fedriani, J. M., Calzada, J., Moreno, S., Villafuerte, R., Campioni, L., Lourenco, R. (2013). Responses of a top and a meso predator and their prey to moon phases. Oecologia, 173 (3): 753-766.

Preston, E. M. (1975). Home range defense in the red fox, Vulpes vulpes. Journal of Mammalogy, 56: 645-652.

Rau, M. (1987). Ecología del zorro (Vulpes vulpes) en el coto de Doñana. Tesis Doctoral. Universidad de Sevilla.

Servin, J., Rau, J. R., Delibes, M. (1991). Activity pattern of the red fox Vulpes vulpes in Doñana, SW Spain. Acta Theriologica, 36 (3-4): 369-373.

Schantz, T. v. (1981). Female cooperation, male competition, and dispersal in the red fox Vulpes vulpes. Oikos, 37: 63-68.

Storm, G. L., Andrews, R. D., Phillips, R. L., Bishop, R. A., Sniff, D. B., Tester, J. R. (1976). Morphology, reproduction, dispersal, and mortality of midwestern red fox populations. Wildlife Monographs, 49: 1-82.

Travaini, A., Aldama, J. J., Laffitte, R., Delibes, M. (1993). Home range and activity patterns of red fox Vulpes vulpes breeding females. Acta Theriologica, 38: 427-434.

Trewhella, W. J., Harris, S., McAllister, F. E. (1988). Dispersal distance, home-range size and population density in the red fox (Vulpes vulpes): a quantitative analysis. Journal of Applied Ecology, 25: 423-434.

Voigt, D. R. (1987). Red fox. Pp. 379-392. En: Nowak, M., Baker, J. A., Obbard, M. E., Malloch, B. (Eds.). Wild furbearer management and conservation in North America. Ontario Ministry of Natural Resources, Ontario.

Voigt, D. R., Macdonald, D. W. (1984). Variation in the spatial and social behaviour of the red fox. Acta Zoologica Fennica, 171: 261-265.

White, P. C. L., Harris, S. (1994). Encounters between red foxes (Vulpes vulpes): Implications for territory maintenance, social cohesion and dispersal. Journal of Animal Ecology, 63: 315-327.

 

Josep Maria López-Martín
Dirección General del Medio Natural
Depto. de Medio Ambiente y Vivienda
Generalitat de Catalunya

Fecha de publicación: 10-06-2010

Otras contribuciones: 1. Alfredo Salvador. 20-04-2017

López-Martín, J. M. (2017). Zorro – Vulpes vulpes. En: Enciclopedia Virtual de los Vertebrados Españoles. Salvador, A., Barja, I. (Eds.). Museo Nacional de Ciencias Naturales, Madrid. http://www.vertebradosibericos.org/

 

 

.