Sapillo moteado ibérico - Pelodytes ibericus Sánchez-Herráiz, Barbadillo, Machordom y Sanchíz, 2000

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Portada

 

Identificación

 

Estatus de conservación

 

Distribución

 

Hábitat

 

Ecología trófica

 

Biología de la reproducción

 

Interacciones entre especies

 

Comportamiento

 

Bibliografía

 

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(C) R. Reques

 

Identificación

Es un pequeño sapo que no llega a sobrepasar los 43 mm de longitud con la cabeza aplastada y el hocico corto y redondeado. Las hembras son algo mayores que los machos. Los individuos en metamorfosis tienen un tamaño medio con relación a otros anuros; su peso ronda los 0,2 g y, a partir de ese momento, tendrán que aumentarlo en unas diecisiete veces hasta alcanzar la madurez sexual.

Los ojos son grandes y prominentes, con la pupila de color negro, vertical y de forma redondeada; el iris es dorado algo punteado de negro. El pliegue glandular se prolonga desde el ojo hasta la región lumbar y las glándulas parótidas son poco patentes, especialmente en los individuos jóvenes. El tímpano es igualmente poco visible.

El dorso presenta un color de fondo que puede variar individualmente, presentando tonos pardo amarillentos, verdosos o gris oliváceo con algún jaspeado y su piel está llena de pequeñas prominencias redondas u ovoides de colores variados como verde-oliva y marrón. El vientre es liso y de color crema claro. La garganta toma una coloración violácea o gris oscuro en los machos en celo, mientras que en las hembras conserva el mismo color del vientre.

Tanto las patas como los dedos son relativamente largos. En los miembros delanteros, el tercer dedo es el más largo, seguido del cuarto y, después, el segundo y el primero, presentando tres tubérculos palmares de forma cónica así como un tubérculo metatarsal interno. En la época de celo, los machos muestran unas rugosidades o callosidades nupciales de color marrón o negro en los brazos, antebrazos, axilas y cara interna del segundo dedo de cada mano.

 

Estatus de conservación

Categoría global IUCN (2008): Preocupación menor LC.

Aunque se desconoce su estado general de conservación, esta especie puede resultar localmente frecuente, especialmente, en zonas bajas y costeras de las provincias de Huelva y Cádiz. En otras localidades las poblaciones son más dispersas y se calcula una reducción de sus poblaciones cercana al 30 % desde 1993 debido principalmente a cambios producidos en el uso de suelo en áreas agrícolas y costeras; además, se prevé que esto pueda seguir sucediendo como mínimo al mismo ritmo en los próximos 10 años. En particular, las poblaciones orientales de las provincias de Granada y oeste de Málaga están muy dispersas, aisladas y, por tanto, probablemente amenazadas. Al igual que el resto de las especies de anfibios, el sapillo moteado ibérico se ve muy afectado por las alteraciones y destrucción de los hábitats reproductivos.

Actualmente, para el territorio español figura bajo la categoría DD (Datos insuficientes) según los criterios IUCN, pero una revisión posterior para el territorio de la Comunidad Autónoma de Andalucía, donde está representado aproximadamente el 90 % de su población mundial, se considera como Casi Amenazada (NT).

Al tratarse de un endemismo ibérico perteneciente a una familia con sólo un género y tres especies en todo el mundo, el valor genético de este taxón en cuanto a valores de biodiversidad debe considerarse como muy elevado.

 

Distribución

Se trata de un endemismo de la Península Ibérica cuyo núcleo central de poblaciones se encuentra en Andalucía occidental, extendiéndose por el resto de esta comunidad excepto en Almería. Está presente en el centro y sur de Extremadura, borde sur de Castilla La Mancha y el centro y sureste de Portugal. Desde el centro y suroeste de Portugal hasta llegar al cabo de San Vicente así como al este de Andalucía el sapillo moteado ibérico deja de estar presente y, en cambio, se encuentran poblaciones de sapillo moteado común (Pelodytes punctatus).

Altitudinalmente, esta especie se distribuye desde el nivel de mar en muchas áreas costeras de Cádiz y Huelva hasta casi los 2.000 m de altitud en la provincia de Granada. Son escasas las citas correspondientes a áreas donde las precipitaciones de media anual son inferiores a los 500 mm.

 

Hábitat

En general, esta especie parece que muestra preferencia por zonas abiertas y despejadas de vegetación, realizando sus puestas en pequeñas charcas y encharcamientos temporales así como en pequeños remansos de arroyos temporales. También es frecuente encontrar sus puestas en albercas artificiales, cunetas encharcadas y otros medios marginales como pueden ser canteras abandonadas.

Se puede encontrar en gran variedad de substratos diferentes. Es de destacar el hecho de que esta especie tolera cierto grado de salinidad durante su etapa larvaria, reproduciéndose con éxito en zonas de marisma y en lagunas salinas de interior.

 

Ecología trófica

En la fase terrestre que comprende los estados juvenil y adulto, se alimenta de pequeños invertebrados adecuados a su tamaño como pueden ser pequeños ortópteros, escarabajos, lombrices, arañas, etc.

Su dieta en fase de renacuajo se basa fundamentalmente en algas y, en menor proporción, otros tipos de materia orgánica como detritus u hongos. En ocasiones, pueden depredar embriones de otras especies como el sapo corredor (Bufo calamita). Son unos renacuajos muy nadadores, suelen permanecer en la columna de agua y, con frecuencia, se pueden observar nadando en la superficie del agua.

 

Biología de la reproducción

La reproducción comienza a partir del mes de octubre o noviembre en las zonas más cálidas (zonas costeras principalmente) y algo más tarde, en los meses de diciembre, enero o febrero, en zonas de sierra, prolongándose hasta los meses de marzo y principios de abril.

Su reproducción está muy vinculada a la lluvia. En las noches de actividad, son los machos los primeros en llegar, y cantan durante algunas horas hasta que las hembras se empiezan a acercar. Parece ser que hay una gran fidelidad, por parte de ambos sexos, a volver a las mismas charcas en años consecutivos.

Las llamadas de apareamiento de los machos son muy características: emiten un sonido metálico con dos notas consecutivas, pudiendo repetir varias veces la segunda y siendo la primera algo más alta. El canto lo realizan dentro del agua pero, a diferencia del sapillo moteado común (Pelodytes punctatus), nunca sumergidos. Es, por tanto, un canto aéreo, con la cabeza por encima de la lámina del agua, bien sujetos a la vegetación o bien flotando. Los machos son territoriales, defienden determinados enclaves idóneos para que las hembras realicen las puestas. Además de los machos que emiten llamadas de apareamiento, hay otros que se quedan próximos a estos, pero sin cantar, a la espera de la llegada de alguna hembra con la que aparearse. Son los machos satélites.

Cuando la pareja se encuentra, el macho sujeta a la hembra gracias a las callosidades nupciales que posee en manos y antebrazos y se produce el amplexus que, en esta especie, es inguinal. Este apareamiento dura varias horas tras las cuales la hembra deposita los huevos y, de forma simultánea, el macho los va fecundando. Suelen enredar el fino cordón de gelatina que une los huevos en grupitos a pequeñas ramas sumergidas. Dependiendo de la edad y tamaño de la hembra, el número total de huevos que ponen oscila entre 300 y algo más de 900 huevos.

Los renacuajos crecen de forma rápida en ausencia de competidores cosa frecuente en estado natural al ser una de las primeras especies que se reproducen en medios estacionales.

En condiciones de alta densidad de renacuajos, bien porque la charca sea de reducidas dimensiones o bien porque se hayan acumulado en ella gran cantidad de puestas diferentes, el desarrollo se retrasa y los individuos tienen un menor crecimiento. Puede ocurrir que este estrés al que están sometidos aumente con el tiempo al reducirse el tamaño de la charca por efecto de la sequía lo cual retrasa aún más su paso a la vida terrestre. En los días finales de primavera la temperatura puede aumentar considerablemente en las charcas. Esto, junto a la acumulación de materia orgánica, hace que el oxígeno disuelto en el agua disminuya de manera notable. Sin embargo, antes de completar su desarrollo larvario ya son capaces de salir a respirar a la superficie lo que facilita su supervivencia en estas condiciones de carencia de oxígeno.

La sequía de las charcas es una de sus principales amenazas y la mayor causa natural de mortalidad larvaria, por lo que es un factor determinante en la regulación del tamaño de sus poblaciones.

En algo menos de tres meses pueden completar su desarrollo larvario. El sapillo moteado ibérico tiene una cierta plasticidad para permanecer en las charcas prolongando su fase larvaria mientras las condiciones de ésta sean buenas. En este medio pueden crecer mejor y conseguir después alcanzar la metamorfosis con un tamaño mayor, beneficiándose así de las ventajas que esto puede tener para su vida terrestre al poder cazar un mayor rango de presas y ser menos vulnerables ante sus depredadores.

 

Interacciones entre especies

El sapillo moteado ibérico tiene diferentes mecanismos para eludir a sus enemigos comunes a otros anuros como son el mimetismo, confundiéndose con el entorno gracias a la coloración de su piel, la secreción de sustancias tóxicas al entrar en contacto con las mucosas de sus posibles depredadores y el vaciado de la vejiga como efecto disuasorio. Por otro lado, su aspecto grácil les confiere una gran agilidad, lo que le permite escapar saltando al agua y esconderse en el fondo de las charcas.

Se han encontrado restos de adultos de estos sapillos en las egagrópilas de lechuza.

En la fase de renacuajo, las larvas de escarabajos acuáticos y de libélulas, así como las culebras de agua y los adultos y larvas de tritón jaspeado pigmeo (Triturus pygmaeus) y gallipato (Pleurodeles waltl) son algunos de sus depredadores naturales.

 

Patrón social y comportamiento

Durante la fase larvaria, los renacuajos suelen vivir congregados aunque, a medida que van creciendo, se van dispersando dentro de la charca. Una vez superada la metamorfosis los individuos se dispersan tras pasar unos días alimentándose cerca de la masa de agua y sólo vuelven a congregarse en los periodos de reproducción. En ese momento defienden determinadas posiciones desde las que emiten las llamadas de apareamiento. En ocasiones pueden producirse luchas entre machos que sujetan a una misma hembra.

 

Ricardo Reques Rodríguez
Estación Biológica de Doñana (CSIC)

Fecha de publicación: 12-01-2005

Revisiones: 1-06-2009

Versión 21-08-2014

Reques, R. (2014). Sapillo moteado ibérico - Pelodytes ibericus. En: Enciclopedia Virtual de los Vertebrados Españoles. Salvador, A., Martínez-Solano, I. (Eds.). Museo Nacional de Ciencias Naturales, Madrid. http://www.vertebradosibericos.org/