Culebra de Esculapio - Zamenis longissimus (Laurenti, 1768)

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Portada

 

Identificación

 

Estatus de conservación

 

Distribución

 

Hábitat

 

Ecología trófica

 

Biología de la reproducción

 

Interacciones entre especies

 

Comportamiento

 

Bibliografía

 

 

Key words: Aesculapian Ratsnake, interactions, predators, parasites.

 

Interacciones con otras especies

Las interacciones con otras especies de ofidios son escasas. La culebra de escalera (Rhinechis scalaris) se puede considerar como el equivalente ecológico de la culebra de Esculapio en los ambientes más termófilos y mediterráneos del extremo suroccidental de Europa. La presencia de la primera parece en general excluyente para la otra, salvo en estrechas franjas al sur del Pirineo oriental, en Cataluña, y del Pirineo occidental, en Navarra, donde ambas aparecen en simpatría (Gosá y Bergerandi, 1994; Llorente et al., 1995; Pascual, 1997; Bea, 1998; Santos et al., 2002). Quizá ése sea el motivo por el que ambas especies, de tamaño similar y que ocupan nichos ecológicos similares, aunque en ambientes diferentes, no hayan entrado en competencia.

Con la que sí comparte hábitat, al menos en la mitad occidental de su distribución, incluyendo la Península Ibérica, es con otra de las grandes culebras europeas, la verdiamarilla (Hierophis viridiflavus). Aunque ocupan hábitats similares en general, no parece que se dé sintopía, ya que esta última culebra es más termófila que la de Esculapio y gusta de espacios más abiertos, no siendo raro, por ejemplo en el Pirineo, encontrarla en canchales y zonas pedregosas. En un estudio realizado en el medio natural en el oeste francés, complementado en  laboratorio, se ha comprobado que el rango de preferencia de la temperatura corporal (Tset) es unos 6ºC mayor para la culebra verdiamarilla (Tset: 27,5-31,1ºC) que para la de Esculapio (Tset: 21,5-25,5ºC). Ello está directamente relacionado con las estrategias vitales de ambas especies, incluyendo aspectos fisiológicos como la digestión o la muda, pero no con varios rasgos ecológicos y morfológicos que comparten, incluyendo la selección del mismo macrohábitat. Así,  H. viridiflavus es mucho más activa y expuesta que Z. longissimus, que es mucho más discreta. También se refleja en los lugares elegidos para asolearse, e incluso en los refugios para pasar la noche, por lo general menos termófilos en la Esculapio. Los requerimientos energéticos de la primera son al menos dos veces los de esta última (Levièvre et al., 2010a). En cuanto a las presas, en los hábitats naturales no parece existir competencia por ellas entre individuos de ambas especies, que tenderían a ser generalistas (Luiselli y Angelici, 1996; Capizzi et al., 1995; Capizzi et al., 2008). Sin embargo, cuando se produce una alteración importante del hábitat puede llegar a haber un solapamiento de nichos que aumenta la competencia (Capizzi et al., 2008).

Relación con el hombre

La culebra de Esculapio ha generado una relación muy especial con el hombre, traducida en una rica mitología en el ámbito mediterráneo y de Oriente Próximo. Se ha descrito una relación entre el origen de su nombre y la historia de la Medicina. Existen centenares de miles de reseñas al respecto en libros, artículos e Internet (ver por ejemplo: Castiglioni, 1941; Rogers, 1965; Goerke, 1986; Löbsack, 1986; Lyons y Petrucelli, 1987; Guerra, 2007; Cavazos y Carrillo, 2009). Sobre el símbolo de la medicina  hay más de 75.000 referencias en la red, pero lo más curioso es el alto número de artículos que defienden el bastón de Esculapio como el verdadero símbolo de la Medicina frente al caduceo de Mercurio (vara con alas y dos serpientes entrelazadas con las cabezas enfrentadas, pero en paz), que sería el símbolo del comercio.

Desde tiempos inmemoriales la serpiente ha estado unida a la cultura, la mitología y las creencias religiosas de muchos pueblos y, como portadora-acompañante de la muerte, se ha adscrito a divinidades del mundo subterráneo, muchas veces relacionadas con los ciclos agrarios. En la economía neolítica la mágica protección de su presencia y su consideración de factor positivo puede que estén directamente relacionados con su carácter depredador de ratoncillos destructores de cosechas. Así pudo aparecer como beneficiosa, siendo quizá ése el motivo que la ligó a las divinidades de la salud: Salus y Esculapio. Más teniendo en cuenta que la serpiente de Esculapio, también llamada serpiente de pollo y serpiente de árbol, siendo de tamaño considerable, es inofensiva y está muy extendida por Europa y Asia Menor (Vázquez-Hoys, 1981). Sea como fuere, la serpiente en la prehistoria era un símbolo universal de lo sobrenatural. En la mitología griega encarna la adivinación, la prudencia, la regeneración y la curación, y quizá por eso ha representado los poderes mágicos de sanación y curación. Sin embargo, Castiglioni (1941) apunta que el culto a la serpiente fue probablemente importado a la civilización griega de Egipto o Asiria, donde ya era venerada desde al menos 2000 años antes (Rillo, 2008).

Asclepio (Esculapio para los romanos) era un médico de gran fama que existió realmente en Tesalia. Tras su muerte fue deificado, comenzando las leyendas. Aparece citado en numerosas obras literarias de la cultura grecorromana, como en La Ilíada. Así, su esposa Epione calmaba el dolor; su hija Hygia fue la deidad de la salud y la profilaxis (de la que deriva el término higiene), Panacea la del tratamiento ("la que todo lo cura "), Egle la partera y oculista, y Laso la enfermera; sus hijos, Macaón y Podalirio, eran protectores de los cirujanos, y Telésforo significaba la convalecencia. El culto a Esculapio tuvo su origen hacia el siglo VI antes de nuestra Era, cuando surgen más de 300 templos (asclepiones). Posiblemente el primero y el más conocido sea el de Epidauro (Peloponeso), situado en un valle donde vivían numerosas serpientes, que se convertirían en el centro del culto a Esculapio. Allí acudían enfermos en masa, que pasaban la noche en camas (en griego cline, de ahí clínica), atendidos por los siervos del templo (en griego therapeutes).

Según una leyenda, hijo de Apolo, nació por cesárea de su madre asesinada (Coronis) y fue entregado al centauro Quirón para su cuidado y formación. Éste le enseñó a curar a los seres humanos, lo que enfadó a Hades (Mercurio), señor de los infiernos, ya que el reino de los muertos menguaba. Reclama y Zeus (Júpiter), Rey del Olimpo, le da la razón, fulminando con un rayo a Esculapio (Rillo, 2008). Otra leyenda cuenta que mientras Esculapio estaba asistiendo a Glauco, mortalmente herido por un rayo, apareció una serpiente que Esculapio mató con su bastón. Otra serpiente entró y revivió a la primera, metiéndole unas hierbas en la boca. Con estas mismas hierbas se dice que Esculapio logró resucitar a Glauco. Una tercera leyenda, sobre el origen de su culto en Roma, habla de una grave epidemia de peste acaecida en Roma en el 293 a. de C. Sus gobernantes enviaron una galera para que trajese a Esculapio, que regresó con una serpiente sagrada a bordo. Con su llegada  la epidemia cesó inmediatamente. En gratitud construyeron el barco de piedra de la isla Tiberina, en cuya proa se ven las figuras de Esculapio y la serpiente. La culebra de Esculapio fue venerada en todo el Imperio Romano, siendo habitual en los templos y transportada de un lugar a otro. De ahí la teoría que sugiere la introducción humana como el origen de muchas poblaciones europeas. Los yacimientos arqueológicos y la genética parecen descartar, al menos en parte, esta teoría, que sí podría justificar localizaciones puntuales, o quizá tenga que ver con la homogeneidad encontrada en ciertos marcadores moleculares mitocondriales en poblaciones distanciadas geográficamente. Como detalle singular baste decir que hay una población de culebra de Esculapio en el centro de Londres, cuyo origen es el Zoo.

Volviendo al símbolo de la medicina, se le conocen diferentes formas, habiendo coincidido varias culturas en la representación del Báculo de Esculapio como su emblema. Se trata de una vara de ciprés (a veces de olivo) y una serpiente única envolviéndolo. La serpiente representa la prudencia, prevención y sabiduría, atributos del buen médico. Y la vara sirve de sostén, representando la fortaleza y solidez de los valores éticos, necesarios para la buena práctica médica. Actualmente el bastón de Esculapio constituye el símbolo de la salud y la medicina, habiendo sido adoptado por la Organización Mundial de la Salud desde su fundación en 1948. También la Asociación Médica Mundial la tomó como emblema de los médicos civiles.

Como curiosidad y prueba de que el mito de la serpiente sigue vivo, existe un peculiar rito cristiano, de origen pagano, en dos pueblos de la Italia Central (Cocullo y Pretoro, región de los Abruzzos), que tendría su origen en el culto a la diosa Anguicia del antiguo pueblo itálico de los marsos. Se utilizan culebras vivas en las procesiones anuales de principio de mayo. Las “fiestas de las serpientes” son un homenaje al abad Domenico de Sora (hoy santo), anacoreta y fundador de varios monasterios benedictinos y eremitorios (s. X-XI), al que le atribuyen la inmunización contra la mordedura de las serpientes venenosas. Se utilizan principalmente culebras de cuatro rayas (Elaphe quatuorlineata), pero también culebras de Esculapio (Zamenis longissimus), culebras verdiamarillas (Hierophis viridiflavus) y, raras veces, culebras de collar (Natrix natrix) y lisas europeas (Coronella austriaca). Se cubre con ellas la efigie del santo que portan los creyentes. El frío matinal las mantiene quietas, hasta que con el aumento de la temperatura, comienzan a deslizarse intentando huir. Al final del acto religioso los «serparios» o culebreros las vuelven a soltar.

 

Depredadores

Las aves de presa diurnas, como Pernis apivorus y Circaetus gallicus (Cramp, 1980) son, junto al hombre, sus principales enemigos (Martín y López, 1990). No hay que olvidar asimismo la incidencia de comadrejas y otros carnívoros, incluyendo los gatos domésticos (obs. pers.).

 

Estrategias antidepredatorias

Aunque se mueve en general con parsimonia y es una culebra grande, en primera instancia tiende a huir, perdiéndose entre la vegetación o trepando a los árboles. Si se siente muy acosada efectúa movimientos de masticación con las mandíbulas, bufa y triangula la cabeza. Cuando es asida vacía la glándula cloacal, expeliendo su contenido maloliente y nauseabundo (obs. pers.; Arnold y Ovenden, 2002; Salvador y Pleguezuelos, 2002). Recién capturada muerde, pero suelta inmediatamente (obs. pers.; Matz y Vanderhaege, 1994).

 

Parásitos y enfermedades

En la Península Ibérica, se han encontrado los siguientes helmintos en ejemplares de Cataluña: Agamospirura sp., Rhabdias fuscovenosa, Kalicephalus viperae y Ophidascaris sp. (Ribas et al., 2010).

Entre sus parásitos de otras regiones, se conocen coccidios, nemátodos (4 especies en individuos de Turquía: Rhabdias fuscovenosa, Oxysomatium brevicaudatum, Kalicephalus sp. y

Ophidascaris sp; en Düşen et al., 2010) y cestodos (Lewin, 1993; Salvador y Pleguezuelos, 2002). Se sabe además que solo unas pocas especies del género Sarcocystis tienen como hospedador final las serpientes, siendo además intermediarios los roedores (Häfner y Matuschka, 1984). En una de las escasas poblaciones aisladas del sur de Alemania se encontró una culebra de Esculapio cuyas heces contenían esporas de ese género. Mediante microscopía óptica y estudiando los posibles hospedadores-transmisores, se determinó como nueva especie Sarcocystis clethrionomyelaphis, que sólo se desarrolló en roedores de los géneros Clethrionomys y Microtus (Matuschka, 1986).

También se sabe de la afección de adenovirus de reptiles que provocan, entre otras enfermedades, problemas gastrointestinales a la especie (Heldstab y Bestetti, 1984).

 

Referencias

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Xabier Rubio
Alberto Gosá
Observatorio de Herpetología, Sociedad de Ciencias Aranzadi

Fecha de publicación: 20-12-2010

Rubio, X., Gosá, A. (2015). Culebra de Esculapio – Zamenis longissimus. En: Enciclopedia Virtual de los Vertebrados Españoles. Salvador, A., Marco, A. (Eds.). Museo Nacional de Ciencias Naturales, Madrid. http://www.vertebradosibericos.org/