Tortuga mediterránea - Testudo hermanni Gmelin, 1789

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Portada

 

Identificación

 

Estatus de conservación

 

Distribución

 

Hábitat

 

Ecología trófica

 

Biología de la reproducción

 

Interacciones entre especies

 

Comportamiento

 

Bibliografía

 

 

 

Key words: Hermann's Tortoise, habitat, abundance, status, threats.

 

Hábitat

Vive en una gran diversidad de hábitats dentro de las zonas de clima mediterráneo, caracterizado por presentar temperaturas suaves en invierno, veranos calurosos y secos y una escasa pluviometría anual (Cheylan, 2001).

En Provence (Francia) la mayor probabilidad de presencia de tortugas se da en paisajes parcheados de matorral y vegetación herbácea. La menor probabilidad de presencia ocurre en áreas alteradas extensas, viñedos y campos de cultivo (Couturier et al., 2014) 1.

La tortuga mediterránea ocupa una gran diversidad de hábitats de las zonas de clima mediterráneo y submediterráneo, generalmente en formaciones boscosas abiertas, maquias y garrigas abiertas, cultivos abandonados y dunas con vegetación. También pueden ocupar zonas de vegetación muy densa, tales como maquias densas, cuando éstas forman un mosaico con otras zonas de tipo abierto. Requieren de las zonas abiertas para poderse asolear fuera de los meses más cálidos, para realizar las puestas (los nidos tienen que alcanzar suficiente temperatura para permitir la incubación de los huevos) y para obtener parte de su alimentación (germinación de las plantas anuales que forman una parte importante de su dieta).  

En la Albera la población de tortuga mediterránea se encuentra sobre un suelo silíceo y los hábitats que ocupa son los del alcornocal litoral (Quercetum ilicis-galloprovinciale suberetosum) y el de los brezales y aulagares (Fèlix, 1999) (Figura 1). También pueden ocupar viñas u otros cultivos abandonados, pero los evitan cuando se encuentran en explotación activa. Las principales especies vegetales de esta zona son el alcornoque Quercus suber, el jaguarzo negro Cistus monspeliensis, la aulaga negra Calicotome spinosa, el tojo Ulex parviflorus, el brezo blanco Erica arborea y la retama de olor Spartium junceum. No suelen encontrarse en altitudes superiores a los 400 msnm y prefieren las zonas de menor pendiente (Bertolero, 2007).

Los hábitats seleccionados por 13 adultos radiomarcados en Albera durante el periodo de actividad fueron matorrales abiertos, bosque abierto y suelo sin vegetación. Durante el periodo de invernada seleccionaron bosque denso, matorral denso y matorral abierto (Vilardell-Bartino et al., 2015) 1. En lo que se refiere al uso de microhábitats, las tortugas seleccionaron matorrales con árboles durante la invernada, zonas herbáceas durante la estación de reproducción y zarzales durante el verano (Vilardell-Bartino et al., 2015) 1.

En el Garraf la población se encuentra en terrenos calcáreos y ocupa la zona en donde la comunidad vegetal predominante es la maquia litoral de lentisco y palmito (Querco-lentiscetum) (Parellada, 1997).

En el delta del Ebro la población ocupa los sistemas dunares fijados por vegetación y con parches de pino de Alepo (Bertolero, 2002, 2010a1). Estas dunas se disponen a manera de islas, que según las condiciones climáticas quedan rodeadas por el mar o por una llanura desértica (Figura 1). La mayor parte de la vegetación que recubre las partes más elevadas de las dunas es de tipo psammófilo, con predominancia de la comunidad Crucianelletum maritimae (Curcó, 1990, 1996). En cambio, en las partes más bajas y en la periferia de las dunas se encuentra vegetación de tipo halófilo, formada por las comunidades Arthrocnemo-Junceum subulati, Zygophyllo-Limonietum y Schoeno-Plantaginetum crassifoliae (Curcó 1996). Las principales especies vegetales de estas zonas son la siempreviva Helichrysum stoechas, la bufalaza marina Thymelaea hirsuta, la pegamoscas Ononis natrix ramosissima, el polio Teucrium polium dunense, el espárrago amarguero Asparagus horridus, la castañuela Aetheorhiza bulbosa, la escobilla morisca Scabiosa atropurpurea, el Plantago crassifolia, la juncia bastarda Schoenus nigricans, el carretón de playa Medicago marina, el Alyssum maritimum, los  Limonium sp., el Arthrocnemum macrostachyum, el Zygophyllum album, el ajenjo de mar Artemisa gallica y la escobilla parda Artemisia campestris. En algunas de las dunas hay un bosquete de pino carrasco Pinus halepensis, que fue plantado entre los años de 1940 y 1950 por los pescadores de Sant Carles de la Ràpita, con la intención de ayudar a fijar las dunas. La presencia de este bosquete contribuye a retener la humedad ambiental y favorece la aparición de especies vegetales no exclusivas de estos ambientes.

En Mallorca ocupa las zonas de garriga y bosques de pino carrasco. Las principales especies vegetales citadas por López-Jurado et al. (1979) en esta localidad son el pino carrasco Pinus halepensis, la encina Quercus ilex, el lentisco Pistacia lentiscus, el acebuche Olea europaea, el jaguarzo negro Cistus monspeliensis, el jaguarzo blanco Cistus albidus y la bruguera Erica multiflora. En Menorca se encuentran poblaciones tanto en la zona del Migjorn, que se caracteriza por presentar suelos de origen calcáreo y estar surcada por barrancos, como en la zona de Tramuntana, en donde predominan las rocas silícicas (Figura 1). En esta isla, abunda en los campos de cultivos abandonados o en las zonas de pastura en donde se practica una ganadería extensiva; también se encuentra en los bosques de encinas abiertos, maquias más o menos abiertas y zonas dunares con vegetación. No suele ocupar los bosques de pino blanco densos o con abundante sotobosque ni tampoco las maquias densas o las zonas extremadamente áridas del norte de la isla.

 

Figura 1. Diferentes tipos de hábitats ocupados por la tortuga mediterránea. Albera (a, b, c); delta del Ebro (d); Menorca (e, f, g, h, i). © A. Bertolero.

 

Abundancia

Las estimas de abundancia o densidad son difíciles de obtener para el conjunto de todas las poblaciones iberobaleares, ya que las tortugas no son fáciles de censar en zonas grandes de estudio. En el mejor de los casos, se tienen estimas de densidad para zonas pequeñas, de menos de 15 ha de superficie, que difícilmente se pueden extrapolar a la distribución que presenta la población en una determinada localidad. Además, la mayor parte de estudios se tienden a realizar en las zonas más favorables para las tortugas o en donde se sabe que es más fácil localizar un mayor número de ejemplares por unidad de esfuerzo.

Teniendo en cuenta lo anterior, se considera que en la Península es una especie extremadamente escasa y concentrada en la única población natural que queda en la Albera y en las localidades en donde ha sido reintroducida o introducida. En la Albera, antes del incendio forestal de 1986, la densidad en una zona de estudio de 4,6 ha fue de 10,95 tortugas/ha (Fèlix et al., 1989). Veinte años después, en esta misma localidad y abarcando una superficie de censo de 5 km2 se estimó que la densidad de tortugas activas (desde mediados de agosto hasta principios de octubre de 2007) era de tan solo 0,3 tortugas/ha (Bertolero, 2007). Se considera que esta densidad es extremadamente baja y que, por lo tanto, la situación de esta población es de grave riesgo y su futuro muy incierto.

En el delta del Ebro, la isleta en donde se introdujeron las tortugas tiene una superficie de 11,1 ha. Aquí la densidad de tortugas juveniles en 1994 era de 7,7 tortugas/ha (corregido a partir de Bertolero et al., 1995), mientras que la densidad de adultos ha variado entre 2,16 tortugas/ha en 1987 (inicio del proyecto) y el máximo de 8,02 alcanzado en 1999 (Bertolero et al., 2007d).

En el sur de Menorca, Esteba y Pérez (1988) estiman una densidad de 9,4 tortugas/ha en una zona de estudio de 5 ha en el año 1987. Por otra parte, en estudios más recientes se ha estimado que la densidad de adultos y subadultos varía entre las 10 y las 50 tortugas/ha, en zonas de estudio que van desde las 2 a las 12 ha (Bertolero, 2006). La densidad más alta ha sido registrada justamente en la zona de menor tamaño, por lo que se considera que es una situación excepcional en una localidad que es especialmente favorable para las tortugas. Estas densidades tan altas tampoco se pueden extrapolar para el resto de Menorca, ya que si bien la especie se distribuye por la mayor parte de la isla (Bertolero y Pretus, en prensa), sus densidades no son en absoluto homogéneas.  

Para el resto de poblaciones mediterráneas, las densidades extremas de individuos varían entre 0,94 tortugas/ha en Bosco de la Mesola (Italia) y 80,9 en Croacia, estando la mayor parte de poblaciones entre las 3 y la 45 tortugas/ha (revisión en Cheylan, 2001).

 

Estado de conservación

Categoría global IUCN (2004): Casi Amenazada NT (van Dijk et al., 2009).

Se incluye en esta categoría porque está en declive significativo, probablemente menor del 30% en 10 años, debido sobre todo a pérdida de hábitats (van Dijk et al., 2009).

Categoría en España IUCN (2002): En Peligro (EN) (Llorente et al., 2002).

La justificación es que su distribución es muy reducida (< 5000 km2), con una sola población autóctona en Cataluña y el resto de poblaciones se consideran introducciones (Llorente et al., 2002). Se debe tener presente que, si bien en Baleares se trata de una especie introducida por el hombre en tiempos remotos (posiblemente hace miles de años), sería un error considerar que es una especie de escaso valor patrimonial, con impacto negativo en el medio o que no merece ser preservada, ya que actualmente Menorca, conjuntamente con Córcega, constituyen los dos principales refugios de la subespecie occidental a escala mundial.   

Categoría en las islas Baleares IUCN (2006): Casi Amenazada (NT). Actualmente en Menorca existe un conjunto de poblaciones muy notable, aunque en Mallorca parece ser que se encuentra en regresión (Viada, 2006).

En el marco legislativo europeo consta en el Anexo II de la Directiva Hábitat, donde se la considera de interés comunitario y se prevé la designación de zonas especiales para su conservación. En la legislación española se la considera una especie estrictamente protegida (Reales Decretos 439/1990, 1997/1995 [Anexo IV], 1193/1998 [Anexo II]). En las legislaciones autonómicas está incluida en las Leyes 3/1988 y 12/2006 del Gobierno de Cataluña y en el Decreto 75/2005 del Gobierno de las Islas Baleares.      

 

Amenazas

Las principales amenazas que afectan a la tortuga mediterránea se pueden dividir en dos grandes grupos: las que afectan a sus hábitats y las que afectan directamente a los individuos. Sin embargo, como se verá, algunas de éstas afectan tanto a los hábitats como a los individuos. 

Uno de los principales problemas de pérdida o degradación de los hábitats que ocupa ha sido producido por los grandes incendios forestales (Cheylan, 1984) y, principalmente, por su elevada reiteración en las mismas zonas durante el siglo XX (Figura 2). Así, mientras un incendio ocasional permite la apertura de claros en las zonas forestales y crea una diversidad de hábitats que pueden ser utilizados por las tortugas, si su frecuencia es elevada produce un empobrecimiento del suelo y no da tiempo a que se vuelvan a recuperar las poblaciones de tortugas que se vieron afectadas. También se ha visto que el efecto del fuego no es igual en las diferentes poblaciones de tortugas, sino que depende de las condiciones en que se producen los incendios (época del año, hora, intensidad, velocidad, etc.). De esta manera, se han registrado tasas de mortalidad en adultos del 50 al 85% en las Maures (Cheylan, 1984) y del 30% para el conjunto de clases de edad en la Albera (Fèlix et al., 1989). En Alyki (Grecia), dependiendo de las zonas y de la intensidad de los fuegos, se registró un rango que va entre el 5,9 y el 37,3% en subadultos y adultos (Hailey, 2000). En los inicios del proyecto de reintroducción en el Macizo del Garraf, el incendio forestal de 1994 afectó el cercado de aclimatación y produjo una mortalidad del 76% de los ejemplares que allí se encontraban (Martínez-Silvestre y Soler-Massana, 1998). También murieron los únicos seis ejemplares que hasta la fecha se habían soltado y que estaban equipados con emisores de radioseguimiento. Posteriormente se observó que los individuos supervivientes regeneraron las zonas del caparazón que presentaban quemaduras (Martínez-Silvestre y Soler-Massana, 2000b).

En Francia y en España, los sitios que han sufrido incendios durante los últimos 50 años albergan un 31% menos de individuos que los sitios no quemados. En Provence (Francia), una mayor frecuencia de incendios disminuye la probabilidad de presencia de la especie, del 50% cuando ha habido 0-1 incendios durante los últimos 50 años al 7% en áreas con al menos 3 incendios. La abundancia de tortugas requiere más de 25 años para recuperarse después de los incendios (Couturier et al., 2014) 1.

 

Figura 2. Zona en la que se produjo un incendio forestal en Menorca y ejemplo de tortuga mediterránea que se encontró muerta. © A. Bertolero.

 

Las pérdidas de hábitats también han sido producidas por el incremento de las construcciones en las zonas rurales, por ejemplo segundas residencias y/o urbanizaciones, la construcción de campos de golf (p.ej. en Maures), la construcción de infraestructuras (carreteras, autopistas, líneas de alta velocidad; Figura 3) y la intensificación de las prácticas agrícolas, principalmente las explotaciones vitícolas que nuevamente están en auge (p.ej. en Maures, en la Albera y algunos puntos de Menorca). Además de producir una pérdida directa de hábitats, estas transformaciones también crean una fragmentación de los mismos, de manera que las poblaciones de tortugas quedan aisladas entre sí (Guyot y Clobert, 1997).

 

Figura 3. Tortuga mediterránea atropellada en una carretera de Menorca. © A. Bertolero.

 

Por otra parte, el abandono de las prácticas ganaderas extensivas está provocando el desarrollo muy espeso de matorral en las zonas forestales o formando zonas de maquias impenetrables (además, con un alto riesgo de incendio forestal), convirtiéndose en zonas poco favorables para las tortugas o en las que las poblaciones se encuentran en bajas densidades. Una situación contraria se observa en Menorca, en donde aún existe una importante ganadería extensiva y muchas zonas de cultivo se han abandonado, de manera que el paisaje forma un mosaico de zonas cerradas, por la colonización de la maquia, y zonas abiertas, mantenidas por efecto del pastoreo extensivo.

La pérdida de individuos puede darse por eventos catastróficos, como se ha visto en los incendios forestales, pero también puede producirse por la recolección indiscriminada de individuos para mantenerlos como animales de compañía. Con anterioridad a los años 1980, en Menorca se recolectaron miles de tortugas para abastecer el mercado español, enviándolas principalmente a las ciudades de Barcelona, Madrid, Palma de Mallorca y Alicante para su distribución (López-Jurado et al., 1979). Estas recolecciones las realizaban tanto personas especializadas en esta tarea, normalmente con ayuda de perros, como campesinos que lo hacían de forma ocasional, pero que de este modo conseguían un incremento en sus exiguas rentas. No se tiene registros del número total de ejemplares comercializados, pero López-Jurado et al. (1979) entrevistaron a un solo exportador de Menorca que dijo haber enviado unas 5.000 tortugas cada año en el período 1965-1976.

Actualmente parece ser que la recolección con fines comerciales es muy baja en España, pero no se descarta que se sigan recogiendo ejemplares para surtir el mercado ilegal. Posiblemente en la actualidad, el mayor expolio sea el realizado por coleccionistas (que saben que se trata de una especie protegida) o por visitantes de las zonas en donde aún quedan poblaciones de tortugas (que pueden o no saber que se trata de una especie protegida). Así, se ha detectado que en las zonas en donde se ha incrementado la presencia humana se ha reducido de manera drástica la población de tortugas (Budó, 2002). En todo caso, muchas veces este expolio de baja intensidad es autojustificado por quien lo realiza, ya que se piensa, equivocadamente, que no repercute gravemente en la conservación de la población si se extrae uno o unos pocos individuos. Sin embargo, con análisis demográficos de viabilidad de poblaciones se ha demostrado que en las poblaciones pequeñas (de menos de 100 hembras reproductoras) el expolio de tan solo una o dos hembras reproductoras al año tiene unas consecuencias desastrosas (Bertolero, 2002).

Una amenaza es la representada por la contaminación genética debida a sueltas incontroladas. En España se ha detectado hibridación entre subespecies debido al comercio de tortugas que ha habido en Europa en el siglo XX (Perez et al., 2014) 1.

Otra amenaza es el incremento en los últimos años de las poblaciones de jabalíes (favorecidas en muchos sitios por fines cinegéticos) y de pequeños carnívoros (ver apartado de depredadores).

 

Medidas de conservación

Ante la precaria situación de la tortuga mediterránea en España diversos proyectos de conservación se han puesto en marcha a partir de los años 1980. Las líneas de actuación han sido, por un lado, las focalizadas en dar a conocer la problemática de la especie al público en general (acciones de sensibilización) y, por otro, los proyectos que contemplan la suelta de individuos. Aunque los proyectos de reintroducción pueden ayudar a reconstituir las poblaciones de tortugas, se debe tener presente que es mejor invertir esfuerzos en garantizar la supervivencia de las poblaciones ya existentes. Si se considera que es necesaria la realización de un proyecto de reintroducción, su viabilidad debe evaluarse previamente y realizarse en hábitats que reúnan una serie de condiciones. Debido a que la mayor parte de la gente no tiende a considerar a la tortuga mediterránea como un animal salvaje (libre en su medio natural), también es muy importante realizar estos proyectos en lugares muy poco frecuentados por la gente o en espacios de acceso restringido, ya que es la única manera de evitar el expolio de los ejemplares soltados.

En Albera se ha probado experimentalmente con éxito un nuevo accesorio para una máquina desbrozadora de vegetación que reduce la mortalidad de tortugas (Vilardell-Bartino et al., 2015) 1.

La depredación de nidos en Albera fue elevada en parcelas en las que se redujo experimentalmente la cobertura de matorrales, pero fue más elevada en zonas control (Vilardell et al., 2012) 1.

El cercado de nidos en Albera es parcialmente efectivo porque excluye a la mayoría de los depredadores excepto a la garduña (Vilardell et al., 2012) 1.

En Baleares, la Conselleria de Medi Ambient del Govern Balear y el GOB han realizado acciones de refuerzo de poblaciones y reintroducción a partir de ejemplares translocados, recuperados de particulares o criados en cautividad en diferentes puntos de Mallorca y Menorca. En Menorca la zona en donde se ha concentrado la mayor parte de sueltas de tortugas ha sido el Parc Natural de s’Albufera des Grau. 

En Cataluña se realizan acciones de refuerzo de la población de la Albera a partir de individuos provenientes de la cría en cautividad y gracias a acciones realizadas por el Centre de Reproducció de Tortugues de l’Albera (CRT) y el Paratge Natural d’Interès Nacional de l’Albera. En esta comunidad, el Parc Natural del Delta de l’Ebre inició en 1983 un proyecto de conservación en el cual se soltaron las primeras tortugas dentro del parque a partir de 1987 (Bertolero y Martínez-Vilalta, 1998). Si bien no se trataba estrictamente de un proyecto de reintroducción, ya que en la zona en que se liberaron no había tortugas con anterioridad, sí que está dentro de su zona de distribución histórica en la provincia de Tarragona y a tan solo unos 15 km de las últimas referencias conocidas de su presencia (Bertolero y Martínez-Vilalta, 1994). Este proyecto ha conseguido formar una pequeña población que es viable y autosuficiente a largo plazo (Bertolero, 2002; Bertolero y Donoyan, 2002). Posteriormente, en 1992 empezó el proyecto de reintroducción en el Parc Natural del Garraf, en donde se han soltado 1.022 tortugas entre 1993 y 2005 (Soler-Massana et al., 2002; Soler-Massana y Martínez-Silvestre, 2005). En el Parc Natural de la Serra del Montsant se ha iniciado un nuevo proyecto de reintroducción, habiéndose soltado 679 tortugas entre 2005 y 2008 (Soler-Massana y Martínez-Silvestre, 2008). Los proyectos realizados en los parques del Garraf y del Montsant son realizados por las administraciones de los propios parques, el Centre de Recuperació d’Amfibis i Rèptils de Catalunya (CRARC-COMAM) y el Departament de Medi Ambient de la Generalitat de Catalunya. En el Parc Natural de Cap de Creus se intentó en el 2000 un proyecto de reintroducción, pero no funcionó y se canceló.

En la Comunidad Valenciana entre 2005 y 2009 se liberaron 286 tortugas en el Parque Natural de la Sierra de Irta y se ha ido realizando un seguimiento de su adaptación en esta localidad (Vilalta, 2010). El otro proyecto, que se puso en marcha en 2002 en el Parque Natural del Desert de les Palmes, fue abandonado después de que se comprobara que las tortugas no llegaban a establecerse en la zona.

 

Referencias

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Albert Bertolero
albertb@tinet.org

Fecha de publicación: 16-03-2010

Otras contribuciones: 1. Alfredo Salvador. 9-11-2015

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