Tortuga olivácea - Lepidochelys olivacea (Eschscholtz, 1829)

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Portada

 

Identificación

 

Estatus de conservación

 

Distribución

 

Hábitat

 

Ecología trófica

 

Biología de la reproducción

 

Interacciones entre especies

 

Comportamiento

 

Bibliografía

 

 

 

Key words: Olive Ridley, habitat, abundance, status, threats.

 

Hábitat

Como la mayoría de las especies de tortugas marinas, la tortuga olivácea presenta un ciclo de vida complejo, visitando regiones distantes y usando diferentes tipos de hábitats. Al igual que en otras especies, el ciclo de vida presenta diferencias inter- e intrapoblacionales, que resaltan la flexibilidad de la ecología trófica de estos reptiles (Hatase et al., 2002, Hawkes et al., 2006).

La tortuga olivácea generalmente elige playas de altos niveles de humedad, localizándose la mayoría de las zonas de anidación cerca de desembocaduras de ríos o estuarios (Casas-Andreu, 1978; Márquez, 1996).

 

Abundancia y tendencias de las poblaciones

Los registros de la tortuga olivácea en aguas españolas son todos recientes. En las costas de la península sólo se ha encontrado un individuo, en la provincia de Castellón en 2014, siendo ésta, además, la primera cita confirmada en el Mediterráneo (Revuelta et al., en prensa). En aguas de Canarias hay cuatro registros, el primero del año 2006. Se ha sugerido que su reciente presencia en el archipiélago podría estar relacionada con la aparición de nuevas especies procedentes de latitudes más cálidas, como consecuencia del incremento de la temperatura del mar en las aguas subtropicales y templadas, debido al cambio climático (Brito, 2008). Se desconoce el origen de estos individuos. Actualmente es una especie rara en aguas españolas.

La tortuga olivácea se considera la tortuga marina más abundante del planeta y la más explotada (Abreu-Grobois y Plotkin, 2014). No hay datos de su abundancia a nivel global pero en algunas playas hay estimas del número de nidos o de hembras por temporada. Las mayores poblaciones nidificantes se localizan en la costa este de India y en la costa pacífica de Costa Rica y México, y en ellas se producen anidaciones masivas y simultáneas o arribadas (Polovina et al., 2004). Sin embargo, muchas de estas playas, y otras donde se producen anidaciones en solitario, han estado expuestas a la sobrexplotación de huevos y carne durante décadas, y aunque en algunas las medidas de conservación aplicadas podrían haber mejorado las tendencias, en otras, el descenso o desaparición podría ser irreversible. Una de estas playas es Ostional (Costa Rica), donde se sigue llevando a cabo un programa de colecta de huevos de manera legal por parte de la comunidad residente. A pesar de que se producen fluctuaciones entre arribadas en esta población, que podrían estar relacionadas con eventos climáticos (2006-2010, rango: 3.564-476.550 hembras/arribada), la tendencia observada cuando se compara con los datos históricos es el descenso (Valverde et al., 2012). Una situación diferente se produce en la playa de La Escobilla (México), donde actualmente se producen algunas de las arribadas más numerosas, con unas 500.000 hembras al año. Se estima que las hembras nidificantes se podrían haber duplicado con respecto a las primeras estimas calculadas para los años 60, y después de haber sufrido un periodo de intensa extracción comercial hasta los años 90 (Abreu-Grobois y Plotkin, 2014).

Ejemplos de descensos dramáticos los encontramos en el Pacífico Oeste, en playas de Malasia, Tailandia e Indonesia, donde los descensos en el número de hembras nidificantes se estiman en más del 95% y algunas se consideran prácticamente extintas. La situación, sin embargo, se considera estable en las playas de Orissa (India) donde se estiman que anidan entre 150.000-200.000 hembras al año (Abreu-Grobois y Plotkin, 2014). En cuanto a la situación en la costa oeste africana, los estudios de tortugas marinas son más escasos y recientes que los desarrollados en otras partes del mundo. La presión a la que podrían estar sometidas estas tortugas podría ser enorme dado el fuerte impacto que estarían causando diversas amenazas identificadas, aunque no cuantificadas, como la pesca incidental, la colecta de huevos, las capturas directas y la destrucción del hábitat (Fretey, 2001; Godgender et al., 2009; Pikesley et al., 2013).

Determinar las causas exactas de los cambios en las tendencias de las poblaciones es complejo ya que los resultados observados en cada población corresponden posiblemente a la interacción de numerosos factores (Pritchard, 2007b; Kelle et al., 2009). En Guayana Francesa, Kelle et al. (2009), observaron una tendencia de aumento en el número de nidos, pasando de unos 500 nidos/estación en 2002 a valores estimados de 1.716-3.257 nidos/estación entre 2002 y 2007. Los autores del estudio consideraron que dicho aumento pudo deberse tanto a los esfuerzos de conservación durante periodos prolongados y el escaso saqueo de nidos, como a la llegada de hembras nidificantes de Surinam que se habrían visto obligadas a abandonar dichas playas a causa de una fuerte erosión natural. También señalaron como posible explicación la imprecisión de los métodos que se empleaban en los conteos y con los que se comparan los nuevos resultados (Kelle et al., 2009). Otra consideración que se ha sugerido a la hora de evaluar tendencias y diseñar programas de conservación, hace referencia a que las playas escogidas para las arribadas pueden ser imprevisibles y efímeras. Las alteraciones que sufren debido a la alta densidad de nidos, podría motivar el abandono y sustitución por otras (Bernardo y Plotkin, 2007). Por tanto, al menos parte de las variaciones en las tendencias podrían en algunos casos obedecer a procesos naturales de regulación (Pritchard, 2007b).

 

Estatus de conservación

Categoría global IUCN (2008): Vulnerable A2bd (Abreu-Grobois y Plotkin, 2014).

A nivel nacional: La especie no se citaba en los listados de referencia de la herpetofauna española (Camiñas, 2002; Montori y Llorente, 2005; Salvador, 2014), pero ha sido incluida en la revisión realizada en 2014 (Carretero et al., 2014).

La tortuga olivácea se considera la especie de tortuga marina más abundante a nivel mundial y la más explotada. Sin embargo, muchos aspectos de su biología y ecología continúan sin conocerse. La localización remota y de difícil acceso de algunas de sus playas de anidación y el ser considerada la especie más abundante, ha originado que su conservación no se considerase una prioridad y ha contribuido a que la investigación desarrollada en torno a ella sea más escasa que la de otras especies (Plotkin, 2007). La información disponible sobre la abundancia (estimada como el número de hembras nidificantes por estación) para algunas poblaciones es poca o inexistente. A falta de estos datos, la UICN ha evaluado el estado de conservación considerando los datos disponibles que incluyen, entre otras, las poblaciones más numerosas del Pacífico oriental; mientras que las regiones del océano Índico, Pacífico occidental o Atlántico oriental, tuvieron poca o ninguna representación en la evaluación. En algunas subpoblaciones se estimaron aumentos en la abundancia pero, en general, se produjeron descensos en la mayoría de las regiones estudiadas y fueron más drásticos en los lugares de anidación en solitario. A nivel mundial, la UICN la considera una especie vulnerable, para la que se estima una disminución global mayor del 30% pero menor del 50% (Abreu-Grobois y Plotkin, 2014).

 

Factores de amenaza

La tortuga olivácea ocupa varios tipos de hábitats y amplias zonas geográficas en las diferentes fases de su ciclo de vida, estando expuesta a variadas amenazas. Entre ellas se encuentran la degradación y transformación del hábitat, la cosecha de huevos, la captura directa de adultos, la captura incidental en las pesquerías, el calentamiento global, la contaminación marina y la depredación.

Degradación y transformación del hábitat en zonas costeras.El desarrollo urbanístico y la transformación del paisaje en las zonas costeras destruyen el hábitat natural e incrementan la erosión, disminuyendo así el área disponible para la anidación y alterando las condiciones del sustrato. Estas modificaciones también afectan a la incubación de los huevos y al comportamiento de las crías. La contaminación lumínica es una de las causas de mortalidad en las crías, ya que las desorientan al salir del nido dificultando que alcancen el mar (Witherington y Martin, 2003).

Cosecha de huevos y captura de adultos. Los nidos de tortuga olivácea han sido saqueados a lo largo de todo el mundo. Las leyes de regulación varían entre países así como la implementación y control de su cumplimiento. En las zonas de anidación del Pacífico oriental, los huevos se usan para consumo humano y de animales domésticos, y con fines comerciales, sea esta una práctica legal o ilegal. En las playas de anidación solitarias y sin protección, la extracción puede ser del 100% (Abreu-Grobois y Plotkin, 2014). En algunas playas de anidación, la cosecha de huevos bajo ciertas condiciones es una práctica legal. La principal justificación para su autorización es la gran proporción de huevos que son destruidos por otras hembras de la misma arribada o de arribadas siguientes, el beneficio que su venta implica para las poblaciones locales, y también con la finalidad de desanimar la cosecha de huevos en otras playas (Honarvar et al., 2008; Valverde et al., 2012). Por otro lado, la rotura de los huevos, favorecida por la elevada densidad de nidos, también podría favorecer la proliferación de bacterias, provocando mortalidad de los embriones (Honarvar et al., 2011). Estas medidas son controvertidas y se requiere evaluar y cuantificar los huevos que realmente se extraen de cosechas legales e ilegales, definir los efectos que estas prácticas pueden acarrear, y desarrollar medidas eficaces que garanticen la conservación de estas poblaciones (Valverde et al., 2012).

Aunque la captura de adultos está actualmente prohibida en muchos lugares, la realidad es que se sigue practicando de manera ilegal, aunque se desconoce el impacto que tiene sobre las poblaciones. Los adultos siguen siendo capturados cuando se encuentran en las zonas de reproducción y anidación. A pesar de ser la especie más abundante también ha sido la que ha sufrido mayor número de capturas, con valores de cientos de miles de individuos cada año frente a las playas de México y Ecuador a finales de los años 60 y de los 70 (Spotila, 2004).

Las capturas de huevos y tortugas también se han producido en otros lugares y en décadas posteriores, y a ellas se atribuye la desaparición de las arribadas en algunas playas, y en otras, la desaparición por completo de la anidación. Las medidas de conservación aplicadas parecen estar teniendo consecuencias positivas y algunas poblaciones se están recuperando después de décadas de protección como, por ejemplo, La Escobilla (México) y Sergipe (Brasil) (Abreu-Grobois y Plotkin, 2014). En la costa oeste de África la explotación de las tortugas es frecuente, y su carne y huevos son usados para consumo, la elaboración de remedios medicinales y productos de artesanía. En muchos de estos países estas acciones están prohibidas pero carecen de vigilancia. Estas prácticas también se producen en las poblaciones del océano Índico, y se cree que son la causa del descenso de las poblaciones en estos países (Cornelius et al., 2007).

Captura accidental en artes de pesca. La captura accidental de la tortuga olivácea ocurre a nivel mundial y con pesca de arrastre, palangre de superficie, redes de cerco, redes de enmalle y pesca de línea, entre otras. En el oeste del Atlántico, la captura accidental por pesca artesanal e industrial se considera la principal amenaza, destacando la pesca de arrastre de fondo (Marcovaldi, 2001). En la costa occidental africana, los datos sobre capturas son escasos, pero hay solapamiento entre la distribución en el mar y donde operan las pesquerías, tanto industrial como a menor escala, aunque no hay datos que permitan cuantificar este impacto (Carranza et al., 2006; Pikesley et al., 2013). En cuanto a las capturas en la India, la mortalidad en las capturas accidentales se considera alta, ya que la pesca interactúa con las tortugas reunidas para anidar en arribada. Miles o decenas de miles de animales llegan varados muertos a la costa, presumiblemente como resultado de las capturas en las redes de arrastre de camarón. En esta zona también opera la pesca de enmalle que contribuye a la mortalidad. La interacción de la pesca y las hembras agrupadas frente a las playas de anidación, se produce también en el este del Pacífico. En esta región se han descrito interacciones con pesca de arrastre de camarón, palangre, cerco y redes de enmalle (Frazier et al., 2007). Las dificultades en el cumplimiento y la aplicación de los códigos y reglamentos de la pesca acentúan este problema. Aunque no se han diseñado medidas de mitigación específicas para la tortuga olivácea, existen varios códigos que incluyen medidas para las tortugas marinas, entre ellas, la adhesión a zonas y temporadas de pesca, el uso de dispositivos excluidores de tortugas (TED, por sus siglas en inglés), uso de anzuelos circulares y el ajuste de la profundidad de las líneas. La aplicación de estas medidas puede ser prometedora. Por ejemplo, toda la flota de palangre de superficie de pez espada (Xiphias gladius) de Estados Unidos tiene que usar anzuelos circulares, ya que se ha visto una reducción en la interacción con tortugas marinas (Gilman et. al., 2007).

Contaminación marina. La contaminación marina afecta a la salud, supervivencia y éxito reproductor de las tortugas marinas, pero se desconoce el riesgo que supone a nivel global (Keller, 2013). Los contaminantes llegan desde tierra o son vertidos directamente al mar. Entre los elementos de la contaminación encontramos una amplia variedad de componentes, desde objetos de gran tamaño a sustancias químicas disueltas. Parte de la basura marina es ingerida por las tortugas marinas al confundirla con alimento, como es el caso de algunos objetos plásticos. Los restos de material de pesca a la deriva (redes, cabos y anzuelos) pueden causar la amputación de miembros o directamente la muerte. Por su parte, los contaminantes químicos se pueden encontrar disueltos en el medio o en las presas que las tortugas ingieren, incorporándolos a su organismo. Entre estas sustancias se encuentran los contaminantes orgánicos persistentes; los metales como el mercurio, cadmio y zinc; crudo y diversos productos derivados del petróleo; pesticidas y productos farmacéuticos. El estudio de la contaminación química y sus efectos en las tortugas marinas se considera actualmente una de las líneas de investigación prioritarias (Hamann et al., 2010).

Calentamiento global.Se espera quelas tortugas marinas se vean afectadas por los múltiples procesos asociados al cambio climático y sus posibles consecuencias, como el aumento de la temperatura del aire y de los océanos, cambios en la circulación del océano, en las precipitaciones y en las tormentas, cambios en la productividad, y aumento del nivel del mar que haría desaparecer playas de puesta (Hawkes et al., 2009; Fuentes et al., 2011). Otro de los impactos importantes en las playas estaría relacionado con el calentamiento de la arena, ya que los huevos sólo se desarrollan en un rango de temperatura y, además, de ella depende la determinación del sexo de los embriones (Witt et al., 2010). Las tortugas marinas, durante su existencia en el planeta, han estado expuestas a otros periodos de cambios climáticos que han superado, gracias, posiblemente, a la redistribución de sus zonas de anidación, uso de nuevas rutas migratorias, cambios en el comportamiento, plasticidad fenotípica y otros procesos adaptativos. Sin embargo, lo que preocupa del proceso de cambio actual es, a diferencia de los anteriores, la rapidez a la que se está produciendo y la capacidad de reacción de estas especies, que presentan poblaciones reducidas por las diversas amenazas a las que han estado y siguen estando expuestas (Poloczanska et al, 2009; Hamann et al., 2013). Se necesitan estudios adicionales que ayuden a comprender el proceso de selección del lugar de puesta y cómo estos lugares de anidación pueden cambiar ante diferentes regímenes climáticos (Hamann et. al., 2013).

 

Referencias

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Nuria Varo-Cruz1, 2, Catalina Monzón-Argüello2, Manuel Carrillo3, Pascual Calabuig4 y Ana Liria-Loza2

1 Cetaceans and Marine Research Institute of the Canary Islands (CEAMAR), Tinasoria 5, 35509 San Bartolomé, Las Palmas

2 Asociación para el Desarrollo Sostenible y Conservación de la Biodiversidad (ADS Biodiversidad), Blas de Lezo 55, 1ºG, 35118 Agüimes, Las Palmas

3 Canarias Conservación. Cetacean & Sea Turtle Research Society, Maya 8, 38202 La Laguna, Santa Cruz de Tenerife

4 Centro de Recuperación de Fauna Silvestre del Cabildo de Gran Canaria, Carretera del Centro km 7, 35017 Las Palmas de Gran Canaria, Las Palmas

Fecha de publicación: 24-03-2015

Varo-Cruz, N., Monzón-Argüello, C., Carrillo, M., Calabuig, P., Liria-Loza, A. (2015). Tortuga olivácea - Lepidochelys olivacea. En: Enciclopedia Virtual de los Vertebrados Españoles. Salvador, A., Marco, A. (Eds.). Museo Nacional de Ciencias Naturales, Madrid. http://www.vertebradosibericos.org/