Topillo campesino - Microtus arvalis (Pallas, 1779)

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Portada

 

Identificación

 

Estatus de conservación

 

Distribución

 

Hábitat

 

Ecología trófica

 

Biología de la reproducción

 

Interacciones entre especies

 

Comportamiento

 

Bibliografía

 

 

Key words: Common Vole, habitat, abundance, status, threats.

 

Hábitat

Muestra afinidad por medios abiertos como prados, pastos y campos de cultivo, taludes herbáceos y junqueras, pero también se encuentra en encinares, fresnedas, pinares, robledales y lindes forestales. Aparece ligado a los medios que presentan estrato herbáceo desarrollado y estabilidad temporal acusada. La especie no se asocia al componente forestal, pero puede aparecer ligada a los claros de este y a fases menos maduras, donde la productividad es elevada (Alcántara, 1992; Blanco, 1998; De Alba et al., 2001; González-Esteban et al., 1994; Gosàlbez y Fuster, 1985; Rodríguez y Peris, 2007). Al ser una especie excavadora, parece estar más limitada por las características del suelo que por las condiciones climáticas (Alcántara, 1992; Blanco, 1998; Gosàlbez y Fuster, 1985).

En Pirineos se encuentra en prados alpinos y subalpinos, alcanzando los 2.200 m de altitud. En la Sierra de Albarracín, se encuentra entre 1.500 y 1.700 m de altitud en praderas juncales a lo largo de las orillas de arroyos. Más raramente se encuentra en sitios más secos, con hierba rala. En el resto de la Península se encuentra en valles y laderas de montaña, donde alcanza 1.500 m. En el norte del Sistema Ibérico alcanza los 1.200 m de altitud (Rey, 1973).

En el Sistema Central está asociado con medios forestales (Alcántara, 1989). En las provincias de Palencia y Burgos, a altitudes medias de 860 m, se encuentra en junqueras y pastizales con arroyos (González-Esteban et al., 1994). En zonas agrícolas del sur de la provincia de Zamora su presencia muestra una débil relación con los usos del suelo (Rodríguez y Peris, 2007). En la Península Ibérica, el incremento en los cultivos de regadío ha permitido la colonización de hábitats semiáridos de la meseta norte (Jareño, et al., 2015).

Durante los períodos de baja densidad poblacional habita en medios abiertos que le ofrecen una densa cobertura herbácea o arbustiva. Algunos autores apuntan a que los terrenos agrícolas podrían limitar su presencia debido a las transformaciones periódicas a las que se somete la tierra, como la reducción de la cobertura vegetal. Por el contrario, las áreas de campos de cultivo abandonadas o los márgenes de cultivo que conservan una cobertura vegetal poco alterada proveen a los topillos de alimento y refugio (Brown, 1999; Briner et al., 2005; González-Esteban et al., 1994). Una mayor cobertura vegetal ofrece protección contra los depredadores, lo que se traduce en un menor nivel de estrés fisiológico para los topillos (Navarro-Castilla et al., 2014).

Por otra parte, en los períodos de máxima abundancia poblacional, el topillo campesino puede encontrarse en todos los tipos de medios del área de distribución, incluyendo cultivos de cereales, colza, guisantes, habas, zanahorias y, en menor medida, remolacha y patata (Jacob et al., 2014). Dentro de estos hábitats agrícolas, muestran mayor predilección por cultivos de regadío, especialmente por los de alfalfa y otras herbáceas. Estas áreas (incluyendo los márgenes) son especialmente importantes en verano, ya que proveen agua y comida cuando estas escasean (Jareño et al., 2014).

Los linderos de cultivos, cuya vegetación no cambia a lo largo del año, proporcionan un hábitat limitado pero estable para los topillos en zonas agrícolas de la meseta norte. Su abundancia en los linderos es 23 veces mayor en los linderos que en los cultivos, aunque la magnitud de este efecto varía en función del tipo de cultivo, la estación y la abundancia de topillos (Rodríguez-Pastor et al., 2016). El nivel de estrés es mayor en topillos que se encuentran en el interior de cultivos que en los linderos (Navarro-Castilla et al., 2014).

 

Abundancia

Especie con pronunciadas fluctuaciones poblacionales cíclicas en Europa central que en promedio duran tres años (Lambin et al., 2006). Un estudio realizado junto a Bayreuth (Alemania) registró cambios de abundancia entre 24 ind./ha y 1.333 ind./ha (Boyce y Boyce, 1988c).

En poblaciones de montaña de la Sierra de Guadarrama (Campo Azálvaro incluido)  a 1.000-1.500 m de altitud se observaron correlaciones entre las precipitaciones otoñales y las fluctuaciones poblacionales de M. arvalis, registradas como abundancia relativa en egagrópilas de Asio otus (Veiga, 1986). Un estudio realizado a lo largo de 11 años (1997-2007) en pastizales de Campo Azálvaro (Sistema Central, 1.300 m de altitud) mostró fluctuaciones irregulares en el tiempo de las densidades del topillo campesino. Las fluctuaciones interanuales tuvieron una amplitud de 0.28. El mejor modelo que explicó la tasa de cambio fue un modelo logístico en el que la presión de depredación del cernícalo vulgar estaba presente junto con el efecto de las precipitaciones y la temperatura (Fargallo et al., 2009).

En poblaciones de cultivos de la meseta castellano-leonesa, se ha señalado, mediante análisis de informes y noticias, que se producen fluctuaciones poblacionales que aproximadamente tienen lugar cada cinco años (Luque-Larena et al., 2013). Sin embargo, los datos disponibles de monitoreo de campo a largo plazo de poblaciones de M. arvalis en zonas agrícolas se refieren a Tierra de Campos para el periodo 2007-2014 (Luque-Larena et al., 2015), lo que representa un periodo relativamente breve para determinar la magnitud, duración y regularidad de las fluctuaciones.

El monitoreo de topillos en zonas agrícolas mediante muestreo de presencia/ausencia de señales de actividad es un método más sencillo y barato que los métodos de captura y captura-recaptura (Jareño et al., 2014).

 

Estado de conservación

Categoría global UICN (2016): Preocupación menor (Yigit et al., 2016).

Categoría España UICN (2006): Preocupación menor (Palomo et al., 2007).

 

Amenazas

Los campos de cultivo, sometidos a una degradación de la vegetación, ocasionan en M. arvalis mayores niveles de glucocorticoides fecales ya que este tipo de hábitat conlleva un aumento del riesgo de depredación debido a la reducción de la cobertura vegetal (Navarro-Castilla et al., 2014). Un aumento en la producción de glucocorticoides puede afectar a la eficacia biológica (Möstl y Palme, 2002) y por lo tanto tener un impacto significativo en la supervivencia y reproducción de los individuos.

La ganadería también puede afectar negativamente a las poblaciones de topillo campesino. Un incremento en el pastoreo puede reducir la disponibilidad de comida y aumentar el riesgo de depredación. Asimismo, la presencia de ganado podría aumentar la compactación del suelo dificultando la construcción de los sistemas de galerías (Jareño et al., 2015; Torre et al., 2007).

Otra amenaza para las poblaciones de M. arvalis es el uso de rodenticidas anticoagulantes. Estos se utilizan habitualmente para controlar o eliminar las poblaciones de topillos en nuestro país (Hernández et al., 2013). Los niveles de anticoagulantes en los tejidos de M. arvalis son residuales y su ingesta no supone un peligro inminente para la fauna carroñera (Hernández et al., 2013). Sin embargo, se han encontrado residuos de rodenticidas en el tejido hepático de numerosas especies animales, entre ellas aves, mamíferos y reptiles (Sánchez-Barbudo et al., 2012). El uso indiscriminado de estos compuestos supone un peligro y una causa de muerte probada tanto para la fauna silvestre como para los animales domésticos (Sánchez-Barbudo et al., 2012). De los análisis toxicológicos realizados, ha quedado demostrada la muerte por envenenamiento mediante anticoagulantes en ejemplares de paloma bravía (Columba livia), calandria (Melanocorypha calandra), busardo ratonero (Buteo buteo) y liebre ibérica (Lepus granatensis) (Sarabia et al., 2008; Olea et al., 2009). El envenenamiento mediante este tipo de compuestos afecta especialmente a aves granívoras, ya que se alimentan en zonas de cultivo que son tratadas indiscriminadamente con clorofacinona (Sarabia et al., 2008; Sánchez-Barbudo et al., 2012), así como a rapaces nocturnas y mamíferos carnívoros, cuya dieta se compone de micromamíferos que ingieren este tipo de venenos, siendo también vulnerables al envenenamiento intencionado. Además, los daños causados por la exposición a anticoagulantes deben extenderse mucho más allá de aquellos casos en los que la hemorragia letal aguda es la causa de la muerte. La hemorragia subletal puede interferir en la locomoción, lo que aumenta el riesgo de depredación, causa traumatismos accidentales y supone una reducción de la ingesta de alimentos (Jubete, 2012).

Los tratamientos a gran escala con rodenticidas han sido puestos en entredicho por la comunidad científica internacional. En muchos casos, estas prácticas no se llevan a cabo de forma adecuada, permitiendo a las poblaciones recuperarse rápidamente, o aplicando el tratamiento de forma tardía, cuando la densidad poblacional ya ha alcanzado su máximo y la mayor parte del daño a los cultivos ya está hecho. Además, existe una falta de estudios que demuestren que el descenso de las explosiones poblacionales de topillos se debe a los rodenticidas y no a su dinámica intrínseca. Si a esto sumamos los daños ocasionados a otras especies no diana, los anticoagulantes son un grave problema que urge gestionar adecuadamente (Jubete, 2012; Olea et al., 2009).

Por otra parte, Vidal et al. (2009) han puesto de manifiesto que las campañas de envenenamiento consistentes en la liberación masiva de grano tratado con anticoagulantes han podido favorecer la propagación de la tularemia (Francisella tularensis), por la gran cantidad de cadáveres de topillo campesino (Microtus arvalis) expuestos en superficie que contenían el patógeno.

 

Medidas de conservación

Se ha propuesto fomentar en la meseta castellano-leonesa el control biológico del topillo campesino por depredadores naturales durante periodos de explosiones demográficas mediante la instalación de cajas-nido (Fargallo, 1999) y reforzamientos poblacionales y la revegetación de linderos para favorecer la presencia de comadrejas (Paz Luna, 2010).

En España se han designado Zonas Importantes para los Mamíferos (ZIM) relacionadas entre otras especies con M. arvalis (Lozano et al., 2016).

Son necesarios estudios de monitoreo a largo plazo de poblaciones de M. arvalis en España.

 

Referencias

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Mª Carmen Hernández González, Beatriz Sánchez-González, Álvaro Navarro-Castilla, Isabel Barja
Unidad de Zoología, Departamento de Biología, Universidad Autónoma de Madrid
28049 Madrid

Fecha de publicación: 14-03-2017

Hernández, M. C., Sánchez-González, B., Navarro-Castilla, A., Barja, I. (2017). Topillo campesino – Microtus arvalis. En: Enciclopedia Virtual de los Vertebrados Españoles. Salvador, A., Barja, I. (Eds.). Museo Nacional de Ciencias Naturales, Madrid. http://www.vertebradosibericos.org/