Jineta - Genetta genetta (Linnaeus, 1758)

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Portada

 

Identificación

 

Estatus de conservación

 

Distribución

 

Hábitat

 

Ecología trófica

 

Biología de la reproducción

 

Interacciones entre especies

 

Comportamiento

 

Bibliografía

 

 

Key words: Common Genet, activity, home range, behaviour.

 

Actividad

Las jinetas son exclusivamente nocturnas durante todo el año, empezando y terminando la actividad después de la puesta y antes de la salida de sol, respectivamente (Palomares y Delibes, 1991a, 1994; Camps, 2008). A pesar de esto, diferentes estudios mediante radio-seguimiento han detectado cierta actividad diurna. Palomares y Delibes (1994), reportaron un 2,5% de actividad diurna de ocho jinetas en Doñana, que varió dependiendo de las clases de individuos, siendo los jóvenes más activos que los adultos. Del mismo modo, Palomares y Delibes (1988, 1991) registraron también una inusual actividad diurna de una hembra joven, probablemente por razón de su edad. Por otro lado, de 426 localizaciones diurnas de nueve jinetas adultas, Camps (2008) tan solo detectó actividad en 12 ocasiones, coincidiendo con las primeras y últimas luces del amanecer y anochecer, respectivamente.

En un trabajo realizado en un hábitat mediterráneo al noreste de la Península Ibérica (Camps, 2008), se estudiaron las variaciones entre sexos y entre estaciones del ritmo de actividad de nueve jinetas adultas (4 machos y 5 hembras) monitorizadas mediante radio-seguimiento. Se comprobó como los machos fueron más activos que las hembras, y como el porcentaje de actividad nocturna se correlacionó positivamente con el peso corporal del individuo. Probablemente este hecho responda a cuestiones relacionadas con el ciclo biológico y la organización social de los individuos, así como también a razones de necesidades energéticas (Camps, 2008). El período de actividad se extendió desde el anochecer hasta el amanecer. Por la noche (desde la puesta hasta la salida del sol), las jinetas fueron activas una media del 55,7% del tiempo, valor variable dependiendo de la duración de la noche en cada estación. Los máximos valores de actividad se dieron en primavera y verano, cuando la noche es más corta. La media de actividad diaria fue del 26.0%, alrededor de una cuarta parte del día, valor parecido al 28,4% registrado en Doñana (Palomares y Delibes, 1994).

La actividad de las jinetas no muestra un patrón homogéneo, sino que puede haber picos de más actividad durante la noche (Palomares y Delibes, 1988; Camps, 2008). Palomares y Delibes (1994), registraron una mayor actividad precisamente en las horas siguientes a la puesta y anteriores a la salida de sol. En algunas ocasiones, los individuos pueden interrumpir su actividad durante la noche y descansar en una madriguera, mostrando un patrón de actividad bimodal (Camps, 2008). En un seguimiento continuo que se realizó durante un período de actividad completo de dos jinetas, un macho mostró un patrón de actividad interrumpido de 6h y 45min, mientras que una hembra mostró un período de actividad total de 4h y 45min, con una interrupción de 1h y 30min en que permaneció en una madriguera (Camps, 2008, 2011).  

 

Madrigueras

Como otros carnívoros, las jinetas utilizan las madrigueras para descansar, dormir y reproducirse, así como probablemente también para guarecerse de las inclemencias del tiempo, por confort y para protegerse de los depredadores (Camps, 2011).

Cada individuo dispone de varias madrigueras que tienen a lo largo de su área de campeo, algunas usadas más frecuentemente que otras (Palomares y Delibes, 1994; Camps, 2011). Una misma madriguera puede o no ser usada en días consecutivos (Palomares y Delibes, 1988; Camps, 2011), y éstas también pueden ser utilizadas por la noche, en sus períodos de reposo durante la actividad nocturna (Camps, 2008, 2011).

En Doñana se localizaron 122 madrigueras de 9 individuos en un período medio de unos 4 meses (Palomares y Delibes, 1994), mientras que en dos zonas de Cataluña, se contaron respectivamente hasta 109 madrigueras de 7 individuos en unos 4 meses en el macizo Montserrat (López-Martín, 2003), y 75 de 16 jinetas adultas en casi tres años en la sierra de Collserola (Camps, 2011). Se ha registrado un uso medio de entre casi 5 hasta 16 madrigueras por individuo, en Collserola y en Doñana, respectivamente, diferencia que puede responder a los distintos tamaños de las áreas de campeo de las jinetas de cada zona, mucho menores en Collserola (Palomares y Delibes, 1994; Camps y Llimona, 2004; Camps, 2011).

En una zona agrícola con parches de alcornoque y encina del sur de Portugal, el seguimiento diario de jinetas radiomarcadas (n= 21) mostró que el número medio de sitios utilizados durante 28 meses fue de 28,2 refugios (Carvalho et al., 2015)1. Los seguimientos realizados cada dos días o cada semana registraron un número medio de 22,9 y 12,7 de sitios respectivamente (Carvalho et al., 2014)1. Santos-Reis et al. (2004) registraron una media de 34,7 sitios de descanso durante el seguimiento durante cinco meses de tres jinetas1. Cada individuo reutiliza a menudo el mismo sitio y algunos sitios son utilizados por más de un individuo aunque rara vez simultáneamente (Carvalho et al., 2014)1.

Se han descrito diversos tipos de madrigueras: marañas de vegetación, matorrales, troncos de árboles muertos en el suelo, cavidades de árboles, ramas de árboles, restos de nidos de otros animales, cavidades en bloques de roca, casas habitadas y otras construcciones humanas, majanos de piedra, huras de conejo, etc. (Delibes, 1974b; Palomares y Delibes, 1988, 1991, 1994; López-Martín, 2003; Camps, 2011).

En Doñana, los lugares de descanso preferidos fueron las marañas de vegetación (68%), constituidas por zarzales y matas mixtas de diferentes especies de arbustos y plantas enredaderas, y los huecos de los árboles (31%), especialmente fresnos y troncos huecos en el suelo. También utilizaron tarajes y zonas con lentiscos densos. En los árboles, usaron algún tipo de soporte, como nidos de aves o penachos de ramas y hojas, a 4-15 m del suelo, aunque en una ocasión, el lugar de reposo estaba simplemente encima de una rama (Palomares y Delibes, 1988, 1994).

En la sierra de Collserola (Camps, 2011) también prefirieron las marañas de vegetación (50%) y los árboles (33%), aunque debido a la ausencia de huecos, en éstos todos los lugares de reposo estaban situados en las copas, de abundante ramaje y follaje, de pinos carrascos, encinas y pinos piñoneros. Las madrigueras estaban situadas generalmente encima de un entramado de ramas y hojas del propio árbol, o en nidos de rapaces (de azor y ratonero común) y ardillas. Las marañas de vegetación estaban formadas por un entramado muy denso de arbustos y plantas enredaderas, principalmente hiedra, zarzas, zarzaparrilla, madroño y emborrachacabras. Las hembras prefirieron las marañas de vegetación a los árboles, mientras que los machos utilizaron más los árboles que las hembras. De las 75 madrigueras, tres fueron utilizadas por tres hembras distintas para sus crías, las tres situadas en copas de árboles.

Esta preferencia general por las marañas de vegetación y zarzales, también observadas en la reserva de Urdaibai (Zuberogoitia et al., 2002), sin embargo, puede cambiar en caso que en la zona las jinetas dispongan de bloques de roca con cavidades (López-Martín, 2003) o de huecos en árboles (Santos-Reis et al., 2004). 

En una zona formada por un mosaico de cultivos, matorrales, pinares, encinares, zonas humanizadas y márgenes de torrentes, las jinetas solo seleccionaron la proximidad a estos últimos para ubicar sus madrigueras, evitando la cercanía de casas habitadas, caminos, pistas forestales y carreteras (Camps, 2011). La densa vegetación de los márgenes de los torrentes, proporciona a las jinetas protección y seguridad ante sus depredadores, así como un lugar de reposo tranquilo frente a posibles molestias humanas en una zona muy frecuentada, ya que se trata de lugares prácticamente inaccesibles (Camps, 2011). En Doñana, las jinetas ubicaron sus lugares de reposo en zonas de monte negro (matorral denso) y dunas y corrales (Palomares y Delibes, 1991a), mientras que en el norte de España, en la reserva de Urdaibai, seleccionaron los encinares (Zuberogoitia et al., 2002; Zuberogoitia y Zabala, 2004).

En una zona agrícola con parches de alcornoque y encina del sur de Portugal, utilizaban como sitios de descanso cavidades de árboles, seguido de nidos y madrigueras. Las cavidades de árboles son más utilizadas por las jinetas durante la estación húmeda (octubre-abril) que durante la estación seca (mayo-septiembre) (Carvalho et al., 2014)1.

Las distancias medias existentes entre dos madrigueras usadas consecutivamente por un individuo suelen ser alrededor de los 600-700m (Palomares y Delibes, 1994; López-Martín, 2003), mientras que las distancias mínima y máxima entre dos madrigueras de un mismo individuo pueden variar entre de 0 y 4.400m (Palomares y Delibes, 1994), 222 y 1.445m (López-Martín, 2003) y 40 y 1.349m (Camps, 2011), dependiendo de la zona. Las distancias entre madrigueras son mayores en adultos que en subadultos (Palomares y Delibes, 1994), y mayores en machos que en hembras, muy probablemente a causa de las diferencias en los tamaños de las áreas de campeo entre los dos sexos, mayores en los machos (Camps y Llimona, 2004; Camps, 2011).

Un aspecto interesante de la distribución espacial de las madrigueras en las áreas de campeo de las jinetas es su relación con las core areas. Éstas albergaban un elevado número de madrigueras, más de lo esperado en relación a su tamaño (las core areas de las jinetas suponen un 20% del total de sus áreas de campeo). Este dato reforzaría la idea de la importancia de las core areas como partes esenciales de las áreas de campeo de las jinetas (Camps y Llimona, 2004; Camps, 2011).

 

Dominio vital

Diferentes aspectos afectan el uso del espacio de las jinetas, como el peso corporal, el sexo, la edad, el status social o el ciclo reproductor del individuo, pero muy probablemente sea la calidad del hábitat y la distribución de los recursos el factor que más condicione su uso del espacio (Macdonald, 1983; Palomares y Delibes, 1994; Camps y Llimona, 2004). Este hecho puede explicar la elevada variabilidad detectada en el tamaño de las áreas de campeo de los diferentes estudios realizados en distintas zonas de la geografía española. El riesgo de depredación también puede influir y llegar a modificar el uso del espacio de las jinetas, como se ha visto en el caso del lince ibérico en Doñana (Palomares et al., 1996).

En general, los machos suelen tener áreas de campeo mayores que las hembras, mientras que los individuos juveniles mantienen áreas más pequeñas que los adultos (Palomares y Delibes, 1991a, 1994; Camps y Llimona, 2004). Las jinetas utilizan el espacio de forma heterogénea, con zonas más restringidas pero de uso más intenso dentro de sus áreas de campeo, como demuestra la existencia de las áreas nucleares o core areas. Dentro de las áreas de campeo de la jineta, se han detectado core areas mononucleares, binucleares y multinucleares (López-Martín, 2003; Camps y Llimona, 2004).

Los adultos son básicamente solitarios, y las áreas de campeo muestran un amplio solapamiento intersexual, con una fuerte segregación intrasexual del uso del espacio (Palomares y Delibes, 1994; Camps y Llimona, 2004). Las áreas de campeo entre machos y hembras se solapan más que entre individuos de un mismo sexo, y este hecho queda patente especialmente entre los machos (Camps y Llimona, 2004). Los individuos jóvenes, antes del proceso de dispersión, tienen sus áreas de campeo dentro de las de los adultos, solapándose ampliamente con ellos (Palomares y Delibes, 1994). Por otro lado, se ha observado como las core areas, las partes más vitales de sus áreas de campeo, son prácticamente exclusivas de cada individuo (Camps y Llimona, 2004), sugiriendo, junto con los otros datos, un comportamiento territorial de las jinetas.

En Doñana (Palomares y Delibes, 1994), las áreas de campeo fueron similares entre machos y hembras adultos, así como también la de un macho joven. Los valores de las áreas de campeo máximas de ocho individuos oscilaron entre 0,7 y 14,7 km2, resultando una media de 7,8 km2, mientras que el tamaño medio de las áreas calculadas con el 95% de las localizaciones fue de 5,4 km2. El área de campeo de una hembra joven fue mucho menor, de 0,3 km2. Se registró también el caso de un macho adulto que estaba en fase de dispersión y no mostró un área de campeo bien definida, moviéndose por una superficie que abarcaba unos 50 km2 (Palomares y Delibes, 1988, 1991). El tamaño y la forma de las áreas de campeo estuvieron determinadas por la disponibilidad y la disposición espacial de las fresnedas (el tipo de vegetación preferido) y por el peso corporal de los individuos (los ejemplares con más peso tuvieron áreas de campeo mayores).

En la reserva de Urdaibai, en el norte de España, se monitorizó el uso del espacio de tres machos adultos durante un año (Zuberogoitia et al. 2002; Zuberogoitia y Zabala, 2004). Los machos seleccionaron los encinares en sus áreas de campeo, registrándose una elevada variabilidad de los tamaños de estas según el individuo, con unos valores entre 2,1 y 10,2 km2. También se detectó un patrón estacional del uso del espacio diferente en dos de los machos, con áreas de entre 0,4 y 8,3 km2, mostrando un nivel de solapamiento entre ellos del 18% y el 84% de sus respectivas áreas de campeo. Uno de los ellos incrementó su área de campeo en verano y otoño, mientras que en el otro, el incremento se produjo en invierno.

En Montserrat (Cataluña), siete jinetas también mostraron una elevada variabilidad en el uso del espacio, con valores medios del área de campeo total de 1,5 km2, del área de campeo con el 95% de las localizaciones de 1,1 km2 y de las core areas de 0,01 km2. Las jinetas seleccionaron en sus áreas de campeo hábitats forestales y rocosos (López-Martín, 2003).

En la sierra de Collserola (Cataluña), en cambio, las áreas de campeo observadas fueron mucho menores que en el resto de estudios publicados (Camps y Llimona, 2004). En este caso, se registró el uso del espacio de 16 jinetas adultas durante tres años, en un hábitat mediterráneo compuesto por un mosaico de pinares de pino carrasco, encinares, matorrales, maquia, cultivos y áreas suburbanas. El valor medio de las áreas de campeo anuales máximas utilizadas fue de 113 ha (rango: 82-203 ha) para los machos y 72 ha (24–130 ha) para las hembras, mientras que las obtenidas con el 95% de las localizaciones fue de 98 ha (72-159 ha) y 61 ha (20-107 ha), respectivamente. En cuanto a las core areas, se registraron unos valores de 29 ha (21-54 ha) para los machos y 16 ha (6-25 ha) para las hembras, representando un 27% y un 19% de las áreas de campeo de machos y hembras, respectivamente. Las áreas al 95% y la core areas difirieron entre sexos, con valores superiores en los machos. Las áreas de campeo variaron estacionalmente, siguiendo un patrón estacional similar para ambos sexos, con valores mínimos en verano (41 ha para machos y 29 ha para hembras) y un gradual incremento hasta un máximo en primavera (79 ha para machos y 56 ha para hembras). A pesar de las variaciones estacionales, las jinetas mantuvieron la fidelidad espacial durante todo el período de seguimiento de tres años. El uso del espacio variable a lo largo del año, puede ser una de las razones que afecte también a la capturabilidad de las jinetas (Zabala et al., 2001).

Las áreas delimitadas con las madrigueras de las jinetas pueden llegar a ser entre 1,2 y 9 veces menores que las áreas de campeo totales (Palomares y Delibes, 1994; Camps y Llimona, 2004; Camps, 2011). En la sierra de Collserola, los tamaños medios registrados de estas áreas fueron de 13 ha para los machos y 8 ha para las hembras, resultando casi exclusivas entre individuos, especialmente entre los machos (Camps y Llimona, 2004).

En cuanto al uso del espacio, la bibliografía también nos aporta datos sobre las distancias diarias que recorre una jineta. En Doñana, las jinetas recorrieron una distancia media de 2,8 km por noche, oscilando entre los 900 m y más de 6,5 km, aunque se registraron también desplazamientos diarios de hasta casi 14 km de un macho que se encontraba en fase de dispersión. La distancia recorrida se correlacionó positivamente con el peso del individuo y negativamente con la cantidad disponible de hábitat preferido, las fresnedas (Palomares y Delibes, 1991a, 1994).

 

Patrón social y comportamiento

Debido a la vida solitaria y nocturna de la especie, el marcaje olfativo tiene una importancia primordial en la comunicación entre individuos, principalmente por la persistencia del mensaje en ausencia del animal. Las marcas olfativas permiten el reconocimiento entre los individuos, el establecimiento del status social y la coordinación entre ambos sexos en el proceso de reproducción. De este modo, la jineta ha desarrollado en su anatomía un sistema formado por diversos tipos de glándulas para la comunicación olfativa: las glándulas perineales (exclusivas de la familia de los vivérridos y alguna otra familia de carnívoros), las glándulas anales, las glándulas plantares y las glándulas asociadas al pelaje. Todos estos tipos de glándulas crean un complejo sistema de marcaje y comunicación olfativa que ha sido bastante bien estudiado en condiciones de cautividad (Livet y Roeder, 1987).

Se han descrito cuatro tipos de marcaje (Livet y Roeder, 1987). El marcaje ano-urogenital consiste en un depósito de orina y de las secreciones de las glándulas perineales, que el animal utiliza para marcar el objeto seleccionado (Roeder, 1984a), como el suelo, un tronco o una piedra. Estas glándulas son visibles externamente, y tienen forma de saco muscular situado entre la vulva y el ano en la hembra, y entre la base del pene y el escroto en el macho. Son de tipo sebáceo, controladas hormonalmente, y emiten sus secreciones a través de minúsculos poros. Se ha observado que existe un dimorfismo sexual que afecta al uso de las dos sustancias: mientras que la orina es más utilizada por los machos, la secreción de la glándula perineal es más usada por las hembras. El marcaje realizado mediante estas glándulas es el más persistente de todos, y por ello juegan un papel primordial en distintas fases de la comunicación “social” entre los individuos, como en los fenómenos de organización espacial, en el proceso de reproducción y las interacciones de comportamientos agonísticos (Roeder, 1980a, 1983a, 1983b; Roeder y Thierry, 1994).

Las glándulas anales son internas y abdominales, principalmente constituidas por glándulas sudoríparas apocrinas y sebáceas, y se sitúan a ambos lados del recto. Su función es realizar un marcaje olfativo de las heces del animal, cubriéndolas con una capa de sus secreciones, confiriéndoles un olor particular. De este modo, puesto que las heces de cada individuo quedan impregnadas por el olor producido por estas secreciones (Roeder, 1980b), las letrinas tienen una función comunicativa muy importante (Palomares, 1993a).

Las glándulas plantares están situadas sobre los tarsos y metatarsos de las patas posteriores, y realizan su marcaje mediante un frotamiento del objeto seleccionado. Finalmente, las jinetas disponen en los flancos del cuerpo de unas glándulas asociadas al pelaje, también utilizadas para un marcaje que se realiza mediante el frotamiento con sus secreciones (Roeder et al., 1989).

Parece ser que, en general, las hembras utilizan más el marcaje olfativo que los machos, pero esta situación se invierte durante el celo, cuando los machos incrementan el número de marcas y controles olfativos de todo tipo (Roeder, 1978, 1979; Palomares, 1993a; Barrientos, 2006). Las hembras, por otro lado, reducen la frecuencia del marcaje olfativo durante los cuatro primeres meses de vida de sus cachorros (Roeder, 1984b).

Además del marcaje olfativo, la comunicación social de las jinetas también cuenta con comunicaciones visuales y comunicaciones sonoras, de las que se han descrito hasta cinco tipos de vocalizaciones (Faugier y Condé, 1973; Livet and Roeder, 1987).

 

Referencias

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David Camps i Munuera
Servei de Biodiversitat i Protecció dels Animals
Direcció General del Medi Natural i Biodiversitat
Departament d’Agricultura, Ramaderia, Pesca, Alimentació i Medi Natural
Dr. Roux 80, 08017 Barcelona

Fecha de publicación: 1-03-2012

Otras contribuciones: 1. Alfredo Salvador. 4-07-2017

Camps, D. (2017). Jineta – Genetta genetta. En: Enciclopedia Virtual de los Vertebrados Españoles. Salvador, A., Barja, I. (Eds.). Museo Nacional de Ciencias Naturales, Madrid. http://www.vertebradosibericos.org/