Curruca cabecinegra - Sylvia melanocephala (Gmelin, 1789)

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Portada

 

Identificación

 

Estatus de conservación

 

Distribución

 

Hábitat

 

 

Voz

 

 

Movimientos

 

Ecología trófica

 

Biología de la reproducción

 

Interacciones entre especies

 

Comportamiento

 

Bibliografía

 

 

 

Key words: Sardinian warbler, diet.

 

Ecología trófica

Es presumible que la curruca cabecinegra S.melanocephala presente adaptaciones comportamentales, morfológicas e histológicas relacionadas con el consumo estacional de frutos, pues otras especies de similar ecología tales como el mirlo común Turdus merula y las currucas mosquitera y zarcera Sylvia borin y S.communis sí las presentan (Aparicio, 2014; 2016a; 2016b). Por otra parte, se han registrado cambios significativos en el uso del espacio de alimentación entre el invierno y la época de cría (Cuadrado, 1985). Durante la invernada se presentó básicamente en el matorral bajo, el suelo y el matorral medio (56,2%, 17,0% y 12,0% del tiempo, respectivamente). En verano se observó principalmente en árbol (81,0% del tiempo). También se registraron diferencias estacionales en las técnicas de captura empleadas (véanse los apartados de Comportamiento y de Interacciones).

Su dieta se basa en artrópodos durante todo el año, ya que captura una amplia variedad de insectos (coleópteros, hemípteros e himenópteros sobre todo), incluyendo sus larvas; también arácnidos y probablemente otros artrópodos. Ocasionalmente, hasta pequeños caracoles (Glutz von Blotzheim y Bauer, 1991; Cramp, 1992).

Los pollos son cebados casi exclusivamente con presas animales, aunque los volantones y quizás también los polluelos pueden consumir temporalmente frutos carnosos (por ejemplo, del aladierno Rhamnus alaternus). En todo caso, la dieta de los pollos ha sido escasamente estudiada. Cramp (1992) señala que en los nidos de Cerdeña las presas encontradas fueron en su mayoría insectos, además de una lagartija de 3 cm de longitud. También consume muchos frutos carnosos de forma oportunista en relación a su disponibilidad (Rhamnus, Ficus, Rubus, Olea, Pistacia, etc.), especialmente a finales de verano, en otoño y en invierno, pero también en época de cría (Shirihai et al., 2001; Aymí y Gargallo, 2016). En un estudio efectuado en el sureste de Francia (Debussche e Isenmann, 1983), el 97% de los 33 estómagos analizados contuvieron invertebrados, incluyendo el 70% escarabajos, el 27% hormigas y el 18% caracoles; mientras que el 65% contuvieron frutos. En otro estudio llevado a cabo en Níger, en el extremo meridional de su área de invernada, la dieta se compuso básicamente de dermápteros, isópteros, orugas de lepidópteros, himenópteros y coleópteros. Por otro lado, los frutos pueden predominar en la dieta gran parte del año y se han citado hasta semillas de leguminosas. Pero a diferencia de otros frugívoros como la curruca capirotada, la cabecinegra es menos nomádica y tiene menos desarrolladas las capacidades que le permiten rastrear la disponibilidad espacial de frutos y detectar rápidamente los puntos de mayor disponibilidad, lo que está en consonancia con la especialización que manifiesta en su dieta, pues se concentra en los frutos de sólo una o unas pocas especies de plantas. En los matorrales esclerófilos de Andalucía, su dieta otoño-invernal está formada casi enteramente por frutos de lentisco Pistacia lentiscus (Herrera, 2004). Es más, en el bajo valle del Guadalquivir la cabecinegra solo es predominantemente insectívora durante el breve paréntesis de la nidificación (abril y mayo), pues durante el resto del año (de junio a marzo) los frutos son parte fundamental de la dieta, representando más del 50% del volumen de alimento ingerido entre julio y febrero (Herrera, 1984, 2004). También se ha señalado el frugivorismo de los jóvenes volantones después de abandonar el nido en Andalucía, coincidiendo con la fructificación primaveral o estival temprana del aladierno. Incluso en Cataluña se ha documentado la ceba de los pollos con los frutos de este arbusto (Bas et al., 2005).  En general, los frutos constituyen, en promedio, alrededor del 70% del volumen de materia alimenticia ingerida por S.melanocephala en invierno y habitualmente se hallan presentes en entre el 59,6% y el 83,5% de las muestras analizadas, a veces incluso superan el 90%. Consume los frutos del lentisco, acebuche y durillo Viburnum tinus, cuya pulpa posee un elevado contenido en lípidos, lo que le permite acumular pequeñas cantidades de grasa entre octubre y marzo y utilizar este recurso energético para su supervivencia durante las largas y frías noches invernales (Herrera, 1983; 1995; 2004). También consume néctar cuando otros alimentos o el agua son escasos, debido a que su contenido en azúcar es alto y se halla diluido; por ejemplo, de Eriobotrya japonica en el centro de España durante el invierno (Merino y Nogueras, 2003), de Anagyris foetida en el este y el suroeste de España en otoño e invierno (Ortega-Olivencia et al., 2005), de Isoplexis canariensis en Canarias (Rodríguez-Rodríguez y Valido, 2008), de Agave americana en Canarias durante el verano (Rodríguez et al., 2015) y de Maerua crassifolia en los oasis del Sahara de Mauritania durante la primavera (Salewski et al., 2006). Asimismo, en invierno visita ocasionalmente los comederos y existen citas de consumo de pan y cacahuetes.

Además de en los trabajos citados, se ha estudiado su alimentación en otros lugares. En los olivares de Jaén, sobre 119 estómagos obtenidos en otoño e invierno (Tejero et al., 1983), la fracción animal, presente en todos ellos (100%), estuvo dominada por himenópteros, hemípteros y coleópteros, mientras que la vegetal (97%) lo estuvo por aceitunas. También los frutos del acebuche y el lentisco fueron consumidos masivamente durante el invierno en los matorrales esclerófilos del valle del Guadalquivir (Cuadrado, 1988). En el área de Montpellier, en el sureste de Francia (Debussche e Isenmann, 1983), su dieta fue esencialmente mixta, pues los invertebrados fueron una constante en la misma (entre el 94% y el 100% de las muestras, según los meses) y consumió frutos carnosos de junio a febrero, mientras éstos estuvieron disponibles (entre el 50% y el 71% de las muestras, según los meses). En Sierra Morena (Jordano, 1982), la dieta también fue mixta durante el periodo agosto-noviembre, representando la materia animal una media del 47,5%, mientras que la vegetal osciló entre el 30%-90%, según las muestras.

 

Referencias

Aparicio, R. J. (2014). Curruca Zarcera – Sylvia communis. En: Enciclopedia Virtual de los Vertebrados Españoles. Salvador, A., Morales, M. (Eds.). Museo Nacional de Ciencias Naturales. Madrid. http://www.vertebradosibericos.org

Aparicio, R. J. (2016a). Mirlo Común – Turdus merula. En: Enciclopedia Virtual de los Vertebrados Españoles. Salvador, A., Morales, M. (Eds.). Museo Nacional de Ciencias Naturales. Madrid. http://www.vertebradosibericos.org

Aparicio, R. J. (2016b). Curruca Mosquitera – Sylvia borin. En: Enciclopedia Virtual de los Vertebrados Españoles. Salvador, A., Morales, M. (Eds.). Museo Nacional de Ciencias Naturales. Madrid. http://www.vertebradosibericos.org

Aymí, R., Gargallo, G. (2016). Sardinian Warbler (Sylvia melanocephala). En: Handbook of the birds of the World Alive. Del Hoyo, J., Elliot, A., Sargatal, J., Christie, D.A., De Juana, E. (Eds.). Lynx Edicions. Barcelona. http://www.hbw.com

Bas, J. M., Pons, P., Gómez, C. (2005). Exclusive frugivory and seed dispersal of Rhamnus alaternus in the bird breeding season. Plant Ecology, 10: 11-23.

Cramp, S. (Ed.) (1992). Handbook of the Birds of Europe the Middle East and North Africa. The birds of the Western Palearctic. Volume VI. Warblers. Oxford University Press, Oxford. 728 pp.

Cuadrado, M. (1985). Cambios estacionales en la distribución espacial y técnicas de caza empleadas por una comunidad de aves en el matorral mediterráneo. Tesina de Licenciatura. Universidad de Sevilla. Sevilla.

Cuadrado, M. (1988). Winter foraging behaviour of blackcap and sardinian warbler in a mediterranean scrubland. Ardea, 76: 107-110.Cramp, S. (Ed.). (1992). The birds of the Western Paleartic. Volume VI. Oxford University Press, Oxford.

Debussche, M., Isenmann, P. (1983). La conommation des fruits chez quelques fauvettes méditerranéennes (Sylvia melanocephala, S.cantillans, S.hortensis et S.undata) dans la region de Montpellier (France). Alauda, 51: 302-308.

Glutz von Blotzheim, U. N., Bauer, K. M. (1991). Handbuch der Vögel Mitteleuropas. Band 12/II. Passeriformes (3. teil). Sylviidae. Aula Verlag, Wiesbaden.

Herrera, C. M. (1983). Coevolución de plantas y frugívoros: la invernada mediterránea de algunos paseriformes. Alytes, 1: 177-190.

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Herrera, C. M. (1995).Dispersal systems in the Mediterranean: Ecological, Evolutionary, and Historical Determinants. Annual Review of Ecology and Systematics, 26: 705-727.

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Shirihai, H., Gargallo, G., Helbig, A. (2001). Sylvia warblers. Identification, taxonomy and phylogeny of the genus Sylvia. Christopher Helm, London.

Tejero, E., Camacho, I., Soler, M. (1983). Alimentación de la curruca cabecinegra (Sylvia melanocephala) en olivares de la provincia de Jaén (otoño-invierno). Doñana, Acta Vertebrata, 10: 133-153.

 

 

 

Rafael J. Aparicio Santos
C/Juglares, 2C, 2ºA. 28032. Madrid

Fecha de publicación: 16-12-2016

Aparicio, R. J. (2016). Curruca Cabecinegra – Sylvia melanocephala. En: Enciclopedia Virtual de los Vertebrados Españoles. Salvador, A., Morales, M. B. (Eds.). Museo Nacional de Ciencias Naturales, Madrid. http://www.vertebradosibericos.org