Elanio común - Elanus caeruleus (Desfontaines, 1789)

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Portada

 

Identificación

 

Estatus de conservación

 

Distribución

 

Hábitat

 

 

Voz

 

 

Movimientos

 

Ecología trófica

 

Biología de la reproducción

 

Interacciones entre especies

 

Comportamiento

 

Bibliografía

 

 

 

Key words: Black-shouldered kite, reproduction, courtship, nesting site, demography

 

Biología de la reproducción

Vuelos nupciales y cópulas

En la península ibérica ocupan los territorios reproductores durante las últimas semanas de febrero y primeras de marzo, cuando durante varios días algunos machos ciclean a gran altura mostrando una presa entre sus garras, mientras baten exageradamente las alas para hacerse conspicuos y atraer a su futura pareja (observación personal). Estos “vuelos de mariposa” del macho, junto con la defensa de su territorio con agresivos ataques a congéneres y otros competidores indican el inicio del periodo reproductor (Ferrero, 1997).

En el cortejo, el macho realiza vuelos alrededor de las encinas del territorio con aleteos pasmosos y patas colgantes, a la vez que emite un constante silbido; acto seguido se lanza bruscamente sobre las copas de los árboles intentando abrir la horquilla más idónea donde poder instalar el nido.

Las cópulas son muy frecuentes durante la construcción del nido y el macho dedica gran parte del tiempo a aportar presas a la hembra, asentando de esta forma los lazos entre la pareja y preparándola para que adquiera condiciones físicas para la puesta. El pico máximo de cópulas se produce durante los días previos a la puesta, reduciéndose notablemente durante la incubación.

En un estudio sobre su comportamiento copulatorio, se observa la primera cópula 44 días antes del inicio de la puesta y la última 66 días después. Existen tres periodos de mayor frecuencia copulatoria, dos de los cuales (alrededor de los días 40 y 10 antes de la puesta) corresponden al patrón observado en otras rapaces, mientras que el tercero (alrededor del día 50 después de la puesta) coincide con el intervalo medio entre primeras y segundas puestas, si bien este comportamiento se observa también en parejas que hacen una sola puesta. Por lo general, las cópulas se producen sobre 3-4 perchas secas situadas cerca del nido. No se registran copulas en el nido. La duración media de la copula es de 11,01 s± 0,45 s (Ferrero et al., 2003a; observación personal).

En el estudio de la población de Badajoz se observó machos de elanio emparejados realizando vuelos mariposa a gran altura, buscando activamente el encuentro con una nueva hembra. Este comportamiento, que sugiere copulas extramaritales, es habitual al inicio del periodo reproductor, cuando comienzan a ocuparse de forma sincronizada los territorios (observación personal).

Nido

El nido es una estructura plana circular o ligeramente ovalada de 42,14 cm de diámetro medio (rango = 27-58 cm), 21,87 cm de espesor medio y 7,2 cm de concavidad media, ubicado en una rama terminal (Araujo et al., 1977; Fernández Cruz et al., 1977; Aguilar et al., 1980). Ferguson-Lees y Christie (2001) señalan un rango algo menor, de 25-45 cm de diámetro y 4-10 cm de profundidad. Su construcción dura alrededor de 10 días (Ferrero, 1997), comienzan con ramas finas, que arrancan con el pico ayudándose de fuertes aleteos, y finalizan forrando el cuenco con pasto que cogen directamente del suelo, tras localizarlo mediante cernidos a baja altura. En Badajoz, también es habitual encontrar nidos tapizados con plumas de pájaros, principalmente de gorrión moruno (Passer hispaniolensis) (Figura 1). El aporte de material continúa durante la incubación y, conforme crecen los pollos, lo van tapizando con restos de egagrópilas (observación personal, Figura 2).

Sitio de nidificación

De manera general, la encina es el sustrato más frecuentemente utilizado para situar los nidos en la península ibérica, probablemente debido a que es la especie predominante en la mayor parte de las áreas de cría (Figura 3). También anidan en alcornoques, quejigos, robles, olivos, pinos, piruétanos (Pyrus bourgeana), almendros y chopos, entre otras especies (Rufino, 1995; Ferrero y Onrubia, 2004; Rodríguez et al., 2009, 2009; Llorente-Llurba et al., 2019) y, ocasionalmente, sobre estructuras artificiales, como torretas de líneas eléctricas y pívots de riego (Ferrero y Onrubia, 2004; Ferrero et al., 2003b).

Por regla general construyen un nuevo nido de un año para otro y entre puestas sucesivas, utilizando árboles diferentes. Los sustratos de nidificación suelen encontrarse en bordes y lindes de las parcelas, donde suelen cazar, y no rehúyen demasiado de los caminos. Evitan relieves sinuosos, zonas de laderas y vaguadas, prefiriendo terrenos con orografía suave y llana.

Fuera de la península ibérica, en el sur de África anidan generalmente en lo alto de una pequeña acacia o de otro árbol espinoso, a una altura de 3-12 metros (rango = 0,75-20 m), con menos frecuencia en pinos o en árboles caducifolios y, ocasionalmente, en pequeños arbustos o incluso en postes de telégrafo o torres de conducción eléctrica (Ferguson-Lees y Christie, 2001). En Túnez, la mayoría de los nidos están en cipreses (69 nidos) situados de 2 a 15 m de altura y, más raramente, en acacia espinosa (2 nidos) o eucalipto (1 nido) (Ouni, 2007).

De las nidadas (n = 22) estudiadas en Lleida (Llorente-Llurba et al., 2019), 11 estaban en almendro, 7 en encina, 2 en fresno, 1 en plátano de sombra y 1 en majuelo. En cuanto a la localización, 18 se situaban en lindes, 3 en parches forestales y 2 en almendrales. La altura media de los nidos fue de 4,3 m (d.e. = 2,8; n = 20; rango 1,8-15 m).

En un total de 475 nidadas estudiadas en el periodo 2003-2019 en Badajoz, se constataron 14 sustratos distintos de nidificación, siendo la encina el principal (Tabla 1). Escogieron arboles generalmente poco frondosos, incluso pies semisecos, de porte medio o medio bajo, de entre 6 y 8 m de altura, llegando hasta los 10-12 m; aunque en 10 ocasiones anidaron en chaparreras de menos de 3 m.

Durante este seguimiento, se comprobó que lo más frecuente era que los elanios comunes utilizasen encinas distintas para instalar los nidos de un año para otro, e incluso en puestas sucesivas. Sin embargo, en un territorio se utilizó la misma encina durante tres años consecutivos (4 veces en 6 años). Solo en caso se reutilizó un mismo nido entre una puesta y la siguiente; y en una ocasión se observó una puesta repartida en dos nidos separados tan solo 10 cm el uno del otro (Figuras 4 y 5).

La distancia mínima registrada entre nidos ocupados en Badajoz (n = 423) fue de 543 metros, siendo la distancia media al nido vecino más cercano de 2.850 m (n = 46) (Balbontín et al., 2008). En un estudio llevado a cabo en Túnez por Ouni (2007), la distancia entre los nidos varía de 200 a 600 m dentro de cada una de las tres áreas de estudio (con 17, 8 y 7 nidos).

Tabla 1. Sustratos de los nidos de elanio común estudiados en la provincia de Badajoz (n = 475) y frecuencia de utilización (datos propios no publicados).

Sustrato

n

%

Encina (Quercus rotundifolia)

444

93,4

Olivo (Olea europea L. subsp. europaea)

5

1,1

Piruétano (Pyrus bourgaeana)

5

1,1

Alcornoque (Quercus suber)

5

1,1

Eucalipto (Eucalyptus camaldulensis)

4

0,8

Mesto (Quercus x morisii Borzi)

3

0,6

Apoyo eléctrico

2

0,4

Acacia (Acacia karroo)

1

0,2

Almendro (Prunus dulcis)

1

0,2

Ciprés de Arizona (Cupressus arizonica)

1

0,2

Majuelo (Crataegus monogyna)

1

0,2

Olmo (Ulmus minor)

1

0,2

Peral (Pyrus communis)

1

0,2

Pino piñonero (Pinus pinea)

1

0,2

 

475

 

 

 

Figura 1. Nido de elanio común forrado con restos de plumas de pájaros © Domingo Rivera.

Figura 2. Nido de elanio común tapizado con restos de pelos de egagrópilas © Domingo Rivera.

Figura 3. Nido característico de elanio común sobre la copa de una encina, con tres pollos en su cuarta semana de vida © Domingo Rivera.

Figura 4. Varios pollos de elanio ocupando un nido doble de una misma puesta © Domingo Rivera.

Figura 5. Perspectiva desde abajo del nido doble de elanio común que contenía 4 pollos de 24-27 días de vida repartidos entre los dos cuencos © Domingo Rivera.

 

Fenología de la puesta

Las puestas en la península ibérica se extienden durante la mayor parte del año, variando anualmente significativamente las fechas medias, probablemente en relación con la abundancia de presas y las condiciones meteorológicas durante el periodo de pre-puesta (Ferrero y de Lope, 2001). En Extremadura se han registrado puestas todos los meses del año excepto en noviembre (n = 185); la puesta más temprana fue en torno al 25 de enero y la más tardía sobre el 29 de diciembre (datos propios no publicados). En el suroeste de Francia también se han documentado puestas en todos los meses del año, excepto en enero y diciembre (Cramp y Simmons, 1980). En cualquier caso, la mayoría de las parejas europeas inician la reproducción entre febrero y mayo, con un máximo en marzo.

En el seguimiento sobre la fenología de la reproducción en Extremadura, basado en una muestra de 82 nidos, la fecha media de puestas fue el 19 de marzo. El 56 % de las puestas se produjo en marzo, registrándose el máximo entre los días 20 y 27 de ese mes y el 26 % en abril, principalmente durante la primera semana (datos propios no publicados).

En Lleida (Llorente-Llurba et al., 2019) las puestas se producen entre la tercera semana de febrero y la primera de junio (moda, 4ª semana de marzo; media, 2ª semana de abril).

Tamaño de puesta

Durante el periodo 2004-2019, el tamaño medio de las puestas en Extremadura (± d.e.) fue de 3,93 ± 0,8 huevos (n = 119), con un rango de entre 2 y 6 huevos. El tamaño de puesta más frecuente fue de 4 huevos, que se dio en un total de 75 nidadas (63 %), seguido de las de 3 y 5 huevos, que aparecieron en 20 (17 %) y 19 (16 %) nidadas respectivamente (datos propios no publicados).

Puestas de reposición

Resultaron frecuentes las puestas de reemplazo, principalmente tras el fracaso en fechas tempranas, y al menos en cuatro ocasiones se comprobó su finalización con éxito (datos propios no publicados).

Segundas puestas

Las dobles puestas en territorios con buena disponibilidad de alimentos son habituales en Extremadura. Incluso se constataron 4 puestas seguidas, todas exitosas, entre el 8 de febrero y el 29 de noviembre de 2011 en una pareja radiomarcada en la provincia de Badajoz; las tres primeras puestas las realizó la pareja radiomarcada y la cuarta la sacó adelante la hembra con un macho distinto (datos propios no publicados).

También se observó, en Badajoz, como un elanio macho alimentaba a sus pollos volantones y a su hembra mientras incubaba otra puesta (observación personal). Este mismo comportamiento ha sido observado en Huelva (comunicación personal, J. M. Sayago) y en el sur de África (Ferguson-Lees y Christie, 2001; Cramp y Simmons 1980). Ferrero (1997) señala, sin embargo, el fracaso de segundos intentos de reproducción en varias parejas que tenían pollos emplumados y comenzaron a construir un nuevo nido a escasa distancia del primero.

Huevos

Los huevos son redondeados y variablemente marcados, dominando las manchas con tonos marrón oscuro y pardo rojizos o rojo púrpura sobre fondo crema, pudiendo hacerse más patentes las marcas en un extremo del cascaron (Figura 6).

Dimensiones medias en la península ibérica (n = 20): 38,9 x 31,03 mm (rangos = 35,8-41,05 x 28,51-32,50 mm) (Araujo et al., 1977; Fernández Cruz et al. 1977; Aguilar, 1980; datos propios no publicados).

Peso medio de 15 g (rango = 14,5 - 18 g; n = 9; Araujo et al., 1977; Aguilar, 1980; datos propios no publicados).

Figura 6. Nido de elanio común con 4 huevos © Domingo Rivera

 

Incubación

Las hembras ponen los huevos con un intervalo de 1-3 días. La incubación suele comenzar con la puesta del primer huevo y es realizada por la hembra, pudiendo el macho hacer algún relevo para que ésta coma, sobre todo en días con condiciones climáticas adversas (observación personal). Los machos suelen pasar bastante tiempo posados en una percha situada en las inmediaciones del nido mientras la hembra incuba. Transcurrido un tiempo de incubación de alrededor de 30-35 días, comienzan a nacer los pollos (Ferguson-Lees y Christie, 2001); 31 días según del Hoyo et al.(1994). En algunas puestas se produce una marcada asincronía de eclosión entre los huevos, existiendo nidadas con una diferencia considerable de talla entre pollos hermanos, siendo frecuente la pérdida por inanición del de menor edad, no habiéndose documentado casos de cainismo en la especie.

Parámetros reproductivos

El rango de productividad en toda su área de distribución se encuentra entre 1,15-1,9 pollos por territorios reproductores ocupados y la tasa de vuelo entre 0,8-2,9 pollos por pareja con éxito (Bergier, 1987; Mendelsohn y Jaksis, 1989; Negro et al., 2004; Duchateau y Delage, 2006; Ouni, 2007).

En la población de Lleida estos parámetros se encuentran en el rango superior, con una productividad media de 1,74 pollos por puesta (d.e. = 1,63; rango = 0-4; n = 19); y con una tasa de vuelo de 2,75 pollos por puesta exitosa (d.e. = 1,14; n = 12) (Llorente-Llurba et al., 2019). Este mismo estudio encontró una relación positiva entre el porcentaje de roedores en la dieta y la productividad, una relación inversa entre la amplitud trófica y la productividad, una relación negativa entre la amplitud trófica y el porcentaje de roedores en la dieta, y ninguna variación significativa en la composición de la dieta o en la productividad entre años de baja o alta población de elanio en la zona de estudio.

En un estudio realizado en el periodo 1975-1977, en Extremadura, el 77 % de las puestas tuvieron éxito, con una productividad media de 1,9 pollos y una tasa de vuelo de 2,5 pollos (Ferrero, 1997). El éxito reproductivo de la población ibérica parece ser mayor del observado en otras áreas, en las que se constata un alto índice de fracasos, sobre todo durante la incubación.

Durante el periodo 2004-2019, en Extremadura, el porcentaje medio de puestas con éxito reproductor fue del 80 %, siendo la productividad media 2,3 pollos y la tasa de vuelo 2,9 pollos (n = 321) (Tabla 2, datos propios no publicados).

Las precipitaciones otoñales (octubre-diciembre) presentan una correlación positiva significativa (coef. correlación =  0,80) con el tamaño de la puesta (Figura 7), pudiendo deberse a su vez a una relación positiva entre estas precipitaciones y la abundancia de micromamíferos durante el periodo pre reproductor de los elanios, lo que les permitiría iniciar el periodo reproductor en un buen estado fisiológico. De igual forma, las precipitaciones otoño-invernales (noviembre-febrero/marzo), presentan una correlación significativa positiva (coef. correlación = 0,79) con la tasa de vuelo durante el periodo reproductor primaveral (Figura 7), que podría explicarse nuevamente por la correlación positiva entre las precipitaciones durante el periodo inmediatamente previo a la reproducción, y la abundancia de micromamíferos durante el periodo reproductor (estudio entre 2004-2018 en Badajoz, teniendo en cuenta los 10 años con seguimiento de 12 o más nidos; datos propios no publicados).

 

Figura 7. Correlación entre precipitación otoñal (oct-dic) y tamaño de puesta y entre precipitación otoño-invernal (nov-mar) y tasa de vuelo. Datos obtenidos de todos aquellos años con un número de nidos controlados mayor a 12.

 

La principal causa de mortalidad natural de los pollos durante su permanencia en el nido y la fase de dependencia (n = 104) fue la depredación (37 %), seguida de la inanición (26 %). Esta última se da especialmente en nidadas tardías en la que algunos pollos no soportan los ciclos de altas temperaturas. La siguiente causa de mortalidad en nido fueron los temporales prolongados de lluvias, granizo y viento (20 %), ante los cuales, los nidos situados en los extremos de ramas finas son muy vulnerables. La muerte tras incendios (7 %), producidos principalmente por maquinaria agrícola durante la siega del cereal, fue la cuarta causa de mortalidad natural, siendo el resto otras causas desconocidas (10 %).

 

Tabla 2. Parámetros reproductivos por años en la provincia de Badajoz. Éxito reproductor (porcentaje de nidos con pollos que vuelan/nidos que comienzan la puesta). Productividad (nº de pollos que vuelan/ nidos que comienzan la reproducción). Tasa de vuelo (nº de pollos que vuelan/ nº de nidos con pollos que vuelan).

Año

Nº parejas

Éxito reproductor

Productividad

Tasa de vuelo

2004

65

73%

2,2

2,9

2005

56

75%

1,9

2,4

2006

20

90%

2,6

2,8

2007

21

90%

2,8

3,1

2008

30

86%

2,7

3,1

2009

21

80%

2,5

3

2011

15

86%

2,8

3,3

2013

8

75%

2,6

3,5

2014

15

80%

2,3

2,9

2015

15

80%

2,2

2,7

2016

9

88%

1,8

2,5

2017

14

85%

2,9

3,3

2018

12

58%

1,6

2,5

2019

20

80%

2,2

2,7

 

Crianza de los pollos

Durante los primeros días de vida, los pollos son alimentados por la hembra con trocitos de carne de presas que captura y le entrega el macho, en vuelo o en un posadero habitual. La hembra va aumentando el tamaño de los trozos de carne a medida que crecen los pollos, y hacia la cuarta semana ya les deja las presas en el nido.

Los pollos permanecen en el nido unos 30-35 días, momento en el que empiezan a dar sus primeros vuelos (30-40 días según Ferguson-Lees y Christie, 2001). Es habitual que, en esta fase final de su desarrollo en el nido, la hembra abandone el territorio ocupándose el macho desde ese momento del cuidado de la prole en solitario (Rivera et al., 2006). Una vez fuera del nido, los pollos aguardan a que llegue el padre con una presa, saliendo a su encuentro y arrebatándosela en vuelo mientras emiten continuos graznidos; después se comerán la presa en una percha o en el propio nido.

En Badajoz se ha calculado que los jóvenes se independizan tras 42 días después de los primeros vuelos (seguimiento de ocho aves marcadas con radio-emisores terrestres y 367 individuos portadores de marcas alares; datos propios no publicados). Se recopilaron 49 observaciones de 39 individuos de edad conocida dentro de los territorios donde habían nacido y que todavía se encontraban dentro del periodo de dependencia, siendo la edad máxima de 86 días y la edad media de 58,6 días (d.e. = 15,03 días, rango = 36-86 días). Estos datos concuerdan con los 34 días de periodo de dependencia de los jóvenes tras el primer vuelo estimado por Bustamante (1993), también en Badajoz; si bien, es la mitad que los 82 días estimados en una población de Sudáfrica (Mendelsohn, 1981).

Tras este periodo de dependencia, comienza el periodo dispersivo de los pollos principalmente hacia áreas con una alta abundancia de pequeños roedores, que encuentran fundamentalmente en zonas dedicadas a cultivos de regadío (Parejo et al., 2001; Rivera et al., 2012). Una fracción de la población juvenil permanece hasta el final del invierno cerca del área donde nacieron, ocupando franjas de arroyos, cunetas de carreteras, dehesas y zonas de pastizal, acudiendo a dormideros comunales con otros adultos y juveniles (observación personal).

A modo de anécdota, durante el seguimiento de la población de Badajoz, un pollo de 20 días que quedó huérfano tras morir la madre depredada, fue translocado a otro nido vecino ocupado por tres pollos de su misma edad, siendo aceptado por la pareja reproductora y sacado adelante con éxito. Un caso similar se recoge en Gómez Samitier (2007). Otro caso fue el de un nido reconstruido artificialmente, debido a la rotura la rama de un piruétano que lo soportaba, en el que volaron los 4 pollos. En otra nidada localizada en 2019, tras caer el nido por fuertes vientos, la pareja continuó cebando a un pollo que permaneció sujeto a las ramas. Este pollo y los otros tres que cayeron hasta el suelo fueron colocados en un nido reconstruido artificialmente, siendo inmediatamente atendidos y cebados por los adultos, que consiguieron sacar adelante a dos de los cuatro pollos, iniciando después el comportamiento indicativo del comienzo de una segunda puesta. Estos casos puntuales pueden dar una idea de la tolerancia de esta especie al manejo de las nidadas durante la crianza de los pollos.

Madurez sexual

Se ha constatado un intento de reproducción de una hembra en Extremadura con tan solo 194 días de vida, que fue localizada en el mismo territorio donde nació, formando pareja con otro elanio. Sin embargo, tras construir el nido e incubar, el intento terminó fracasando (datos propios no publicados). En Huelva una hembra de unos 180 días consiguió sacar adelante una nidada de 3 pollos (comunicación personal, J.M. Sayago).

 

Estructura y dinámica de poblaciones

De manera general, la abundancia de micromamíferos, presas principales del elanio, condicionan la estructura poblacional, su éxito reproductor, su abundancia, movimientos y fenología reproductiva (Cramp y Simmons, 1980; Mendelsohn y Jaksic, 1989). A su vez, la diversidad de presas, incluidas las explosiones demográficas de roedores, se ven condicionadas principalmente por la gestión agrícola del territorio.

La proporción de sexos de pollos sexados mediante técnicas moleculares en Badajoz, en 2004, no difirió de 1:1 (58 machos y 52 hembras, en una muestra de 110 pollos analizados de 38 nidos). Sin embargo, en 2005 la razón de sexos mostró una desviación significativa hacia los machos (en concreto, en una muestra de 73 pollos de 38 nidos se identificaron 44 machos y 29 hembras); mientras que en 2007 la razón de sexos mostró una desviación significativa hacia las hembras (con 15 machos y 23 hembras de una muestra de 38 pollos de 14 nidos) (datos propios no publicados).

 

Referencias

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Domingo Rivera Dios y Sergio Pérez Gil
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C/ Pedro de Alvarado 11, Bajo A, 06006 Badajoz

Javier Balbontín Arenas
Departamento de Zoología. Facultad de Biología. Universidad de Sevilla.
Avda. Reina Mercedes, 41012 Sevilla

Juan José Negro Balmaseda
Department of Evolutionary Biology. Estación Biológica de Doñana-CSIC.
Avda. Américo Vespucio 26, 41092 Sevilla.

José María Abad Gómez-Pantoja
Departamento de Anatomía, Biología Celular y Zoología.
Facultad de Biología. Universidad de Extremadura.
Avda. de Elvas, s/n. 06006 Badajoz

Fecha de publicación: 12-11-2019

Rivera, D., Pérez Gil, S., Casas, J. M., Balbontín, J., Negro, J. J., Abad-Gómez, J. M. (2019). Elanio común – Elanus caeruleus. En: Enciclopedia Virtual de los Vertebrados Españoles. López, P., Martín, J., Zuberogoitia, I. (Eds.). Museo Nacional de Ciencias Naturales, Madrid. http://www.vertebradosibericos.org/