Buitre negro - Aegypius monachus (Linnaeus, 1766)

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Portada

 

Identificación

 

Estatus de conservación

 

Distribución

 

Hábitat

 

 

Voz

 

 

Movimientos

 

Ecología trófica

 

Biología de la reproducción

 

Interacciones entre especies

 

Comportamiento

 

Bibliografía

 

 

 

Key words: Black vulture, breeding biology, phenology, nesting, brood size, breeding success.

 

Biología de la reproducción

Modo de nidificación

El Buitre Negro es una especie colonial, aunque en ocasiones hay parejas que se reproducen separadas varios kilómetros de las grandes colonias, hecho descrito desde hace años (Cramp y Simmons 1980) y que se sigue produciendo en la actualidad. Las colonias se caracterizan por ser bastante laxas y los nidos pueden estar separados desde unas decenas a varios cientos de metros (Bernis, 1966; Meyburg, 1976; Hiraldo, 1977). Ocasionalmente se han citado dos nidos ocupados en un mismo árbol (Bernis, 1966). Hay mayor densidad de nidos en colonias situadas en monte mediterráneo. La distancia media entre nidos es de 557 m en colonias extremeñas (Morán et al., 2007).2

Los buitres negros de cada colonia solapan sus áreas de búsqueda de alimento a distancias mayores de 50 km. El incremento de la densidad de reproductores en las colonias puede producir competición por el alimento y reducción de las carroñas disponibles, con efectos sobre la productividad. Un estudio de 2.162 intentos de reproducción en cuatro colonias de Sierra Morena durante el periodo 2002-2010 ha señalado que la productividad está sujeta a procesos dependientes de la densidad a escalas de la colonia y de nido, explicándose por competición por interferencia. También intervienen factores propios de cada colonia como la fisiografía y la influencia humana. Parece haber un compromiso entre los beneficios del colonialismo y las desventajas de la nidificación próxima entre parejas que podría estar mediado por las interacciones agresivas entre parejas y los beneficios de compartir información, lo que hace que las colonias estén espaciadas (Fernández-Bellón et al., 2016)7.

Emparejamiento

La pareja reproductora permanece ligada a su nido todo el año y lo utilizan a menudo para dormir, aunque lo frecuentan con mayor intensidad a partir de enero (Figura 1; Bernis, 1966; datos propios).

Tradicionalmente se ha asumido, sin información que lo respalde, la fidelidad a la pareja y al territorio (Cramp y Simmons, 1980), aunque en los últimos años, gracias al marcaje de adultos entre 2000 y 2004 en la colonia del Alto Lozoya (Madrid), se ha podido comprobar el intercambio de individuos entre parejas de la misma colonia (datos propios).

Se ha detectado infidelidad al nido en Andalucía. Durante el periodo 2004-2009 tres aves en Andújar y una en Sevilla abandonaron el nido después de haberlo ocupado con éxito hasta cuatro años consecutivos  y se desplazaron para criar en nidos no alternativos situados a 500-1500 m (Dobado et al., 2012)5.

Figura 1. Pareja de buitres negros en el nido con el pollo. (C) I. Fajardo

 

Recientemente se han detectado tríos reproductores en el Parque Natural Sierra Norte (Sevilla). En 2006 se constituyó un trío, en 2008 hubo dos y en 2009 hubo tres (Dobado et al., 2012)5. En todos los casos, al menos uno de los buitres tenía patrón cefálico no plenamente adulto. En estos tríos todos los adultos compartían la tarea de incubación. El éxito reproductivo en tríos fue del 83% sobre seis puestas. Un análisis genético permitió identificar un macho y dos hembras en un trío, en el que cada hembra era madre de uno de los pollos y el macho era el padre de los dos pollos (Figura 2; Luque et al., 2010).4

Figura 2. Trío reproductor de buitre negro. (C) E. Luque.

 

La parada nupcial ha sido descrita en varias ocasiones (Hiraldo, 1977; Cramp y Simmons, 1980; Tewes, 1996b); se trata de una parada discreta que se manifiesta en las colonias por el vuelo conjunto de los dos miembros de las parejas y por algunas maniobras sincronizadas y choque de las garras en vuelo. En muchos casos al inicio del periodo reproductor en las grandes colonias de Buitre Negro lo único que se puede ver, la mayoría de las veces, es el vuelo de unos pocos buitres sobre las áreas de nidificación, aparte de observarse una intensa ocupación de los nidos por las parejas y aportes de material a los nidos. Esto, unido a que la especie apenas emite reclamos, hace que dicha parada nupcial pueda pasar muy desapercibida.

Las cópulas se producen habitualmente en la plataforma de nidificación y son frecuentes desde el acondicionamiento o la construcción del nido hasta la realización de la puesta; suelen durar entre 30 y 60 segundos (Cramp y Simmons, 1980). Se ha descrito el desarrollo de algunas cópulas en detalle (Bernis, 1966), indicando que tras la puesta todavía se pueden producir cópulas. En raras ocasiones se han observado cópulas en comederos (Tewes, 1996).

 

Nido

El arreglo del nido se produce por ambos miembros de la pareja y de un modo bastante rápido, ya que en una semana pueden acondicionar completamente un nido. Utilizan ramas secas cortas y de cierto grosor para construir o reparar el nido; éste suele estar tapizado de pelo, lana, restos de egagrópilas y algo de materia vegetal más fina (Bernis, 1966; Tewes, 1996; datos propios). Reutiliza los nidos en años sucesivos y, aunque cada pareja puede tener varios nidos, habitualmente sólo arreglan el que van a utilizar en la temporada.

Una misma pareja utiliza un número variable de nidos a lo largo del tiempo. En la colonia de Rascafría varía entre 1 y 9 nidos, con un valor medio de 2,4 nidos para el periodo 1997-2005 (De la Puente, 2007b).2

Los nidos recién construidos tienen 140-200 cm de diámetro y 70-100 cm de altura (Cramp y Simmons, 1980). Sobre una muestra de 18 nidos españoles las medias obtenidas fueron 254 cm de diámetro y 129 cm de altura (Tewes, 1996). En la colonia de Rascafría el diámetro máximo de los nidos mide de media 161,3 cm y la altura media mide 68,7 cm (n = 35) (De la Puente, 2007b).2

Los nidos poseen un diámetro medio de 1,6 m en Córdoba (n = 12) (Torres Esquivias et al., 1980), y 1,66 m en la Sierra de San Pedro y Umbría de Alcudia (n = 126) (Moreno-Opo, 2007a).2

Cada año se va añadiendo material y a lo largo del periodo reproductor es frecuente observar a las aves aportando material para reparar el nido (Tewes, 1996; datos propios). Los nidos viejos pueden llegar a convertirse en enormes cúmulos de leña en la copa del árbol y su base (Bernis, 1966).

La acumulación de material provoca a veces el desplome de los nidos; el 23,4 % de los fracasos fue debido a esta causa en Huelva (Galán et al., 2003) y el 3 % en la Sierra de San Pedro y en la Umbría de Alcudia (Moreno-Opo, 2007a).2

Selección del sitio de nidificación

Los nidos se sitúan casi siempre en la parte más alta y expuesta de la copa de los árboles de modo que las aves puedan entrar volando y posarse sin dificultad en la plataforma. El Buitre Negro selecciona preferentemente terrenos con cierta pendiente para facilitar el vuelo y la entrada y salida a los nidos (Bernis, 1966). Las especies de árboles utilizadas con preferencia son pinos (Pinus spp.), encinas (Quercus ilex) y alcornoques (Quercus suber), aunque se han citado nidos en otras especies de árboles como enebros (Juniperus oxycedrus) y madroños (Arbutus unedo) (Bernis, 1966; Moreno-Opo, 2007a2). En Mallorca nidifica en árboles ubicados en acantilados rocosos (Bernis, 1966, Tewes, 1996b). Excepcionalmente pueden situar la plataforma de nidificación en roca (Valverde, 1966), en concreto se han citado nidos ubicados en salientes de pizarras en Sierra Morena, aunque al parecer estos nidos presentaron poca ocupación y nulo éxito reproductor (Ruiz et al., 1990).

De un total de 1.400 parejas examinadas, un 30% utiliza pinos para ubicar sus nidos; el 41,6% en pino resinero, el 34,15 en pino silvestre, el 11,5% en pino negral, el 10,3% en pino piñonero y el 2,4% en pino carrasco (De la Puente, 2007a).2

En Castilla y León, los pinos dominan para la nidificación tanto en Segovia (P. sylvestris) y Ávila (P. pinaster, P. nigra y más raramente P. sylvestris) mientras que en Salamanca lo hace sobre encinas y alcornoques. Localmente hay nidificación sobre enebros (Juniperus oxycedrus) en Ávila (Azcárate et al., 2012)5. En Monfragüe anida en quejigos, alcornoques, encinas, e incluso algún acebuche, madroño o enebro (Rodríguez, 2012)5.

Hay variación en las especies de árboles utilizadas relacionados con los cambios registrados en la vegetación arbórea. En Sierra Pelada en la década de 1970 había un 37% de nidos en alcornoques, un 37% en encinas, un 6% en quejigos Quercus faginea y dos nidos en pino piñonero. En 2009, de 245 nidos controlados, el 51,8% estaban en pinos piñoneros, el 21,6% en alcornoques, el 17,6% en pinos resineros, el 7,8% en encinas y el 1,2% en madroños (Dobado et al., 2012)5.

La altura del árbol que sustenta el nido resulta variable, entre 5 y 30 m de altura dependiendo de la zona y altura del arbolado. Resulta evidente que, en general, los nidos situados en pinos se encuentran a mayor altitud que los situados sobre quercíneas por el diferente porte de estas especies de árboles. Tewes (1996b) da una media de 6,35 metros para 31 nidos. En la colonia de Rascafría nidifica en pinos silvestres que tienen una edad media de 131 años (n = 58), una altura media de 17,6 m (n = 36) y un diámetro medio de 63,8 cm (De la Puente, 2007b).2

La probabilidad de nidificación en un área boscosa se incrementa con la pendiente y decrece con la perturbación humana potencial (carreteras) (Donázar et al., 2011)5. Seleccionan laderas escarpadas orientadas al sur, con mayor cobertura de grandes árboles, lejos de actividades humanas y presencia de rocas alrededor del nido (Moreno-Opo et al., 2012)5. En Cabañeros aumenta la frecuencia de nidos con la distancia a caminos (Jiménez y López-Izquierdo, 2012)5.

En colonias situadas en pinares en el centro de España selecciona lugares de nidificación con árboles maduros para construir los nidos, en áreas más desprovistas de vegetación, con una mayor pendiente y situadas en el tercio medio-superior de las montañas (Fargallo et al., 1998). En Cabañeros (Ciudad Real) se ha determinado que los buitres seleccionan altitudes medias, zonas con pendientes pero no demasiado escarpadas, orientaciones sur y suroeste, zonas alejadas de los caminos, proximidades a las pedrizas (zonas de roca desprovistas de vegetación) que se explica por la presencia de árboles grandes en sus bordes (Jiménez, 2002). Los patrones de distribución de las parejas de Buitre Negro en dos grandes colonias (Sierra Pelada y Valle de Hiruelas) están determinados por la explotación forestal y las actividades humanas asociadas y variables orográficas, mientras que la estructura forestal tiene una pequeña influencia (Donázar et al., 2002). No obstante, hay ciertas diferencias entre ambas colonias. La orografía y estructura forestal tienen una gran influencia en la distribución y abundancia de los buitres en Hiruelas, mientras que las variables asociadas a las molestias de origen humano son más fuertes en Sierra Pelada. En esta última colonia las aves seleccionan áreas con baja incidencia de prácticas forestales.

En la Sierra de Hornachuelos (Córdoba) los nidos se encuentran lejos de carreteras, pueblos y bordes de bosques. Se localizan en grandes manchas de vegetación con abundantes alcornoques sobre laderas escarpadas con menor radiación solar (Guerrero-Casado et al., 2013)5.

Puesta

En cuanto a la fenología, sobre una muestra de 174 nidos, se obtuvo un periodo que abarcó desde primeros de febrero a final de abril (Hiraldo, 1983); estos datos concuerdan con los obtenidos por Bernis (1966) y con los de la sierra de Guadarrama (datos propios). El máximo de puestas se realizan entre la última semana de febrero y los primeros diez días de marzo (Hiraldo, 1983). La puesta más temprana en el valle del Lozoya (Madrid) fue el 6 de febrero y la más tardía el 7 de mayo (media = 10 de marzo) (de la Puente, 2006a).2

La puesta es casi siempre de un único huevo, aunque se han citado puestas dobles (0,76%; n= 264) (Hiraldo, 1983). Mayol (1977) menciona una puesta doble en Mallorca de los que ninguno eclosionó. En la temporada 2005 se produjo una puesta doble en Madrid de la que finalmente eclosionó un huevo y voló un pollo (datos propios). Las puestas de reposición son escasas, pero ésta parece depender de la fecha de fracaso de la primera puesta. En 42 casos de puestas fracasadas, solamente el 4,72% hicieron una puesta de reposición, lo que ocurrió en aquellos nidos que habían perdido el huevo al menos antes de 15 días de incubación (Hiraldo, 1983)5.

La frecuencia con que cada pareja se reproduce ha sido objeto de estudio por varios autores (Bernis, 1966; Suetens y Groenendael, 1966; Hiraldo, 1983; datos propios), aunque la escasa información publicada al respecto indica que muy pocas parejas (16,67%) consiguen iniciar la reproducción durante al menos tres años consecutivos (Hiraldo, 1983). Este autor encuentra en ciertas colonias que la precipitación en los meses previos al periodo de puesta está negativamente correlacionada con el número de parejas que inician la reproducción.

En la colonia de Rascafría, una cuarta parte de las parejas/territorios realizaron la puesta durante ocho años consecutivos y un 85% seis o más veces (de la Puente, 2006a).2

El peso de los huevos varía entre 210 y 280 g, lo que equivale a un 2,4% de la masa corporal de la hembra (Glutz von Blotzheim et al. ,1971; Hiraldo, 1983), y el tamaño es de 91,71 ± 4,02 mm de largo y 69,72 ± 2,77 mm de anchura.

El 82,1% de los huevos examinados (n= 203) tienen de color de fondo blanco y el 17,3% lo tienen de color crema. Solamente el 4,26% de los huevos son totalmente blancos Los huevos presentan manchas de color pardo, castaño rojizo, gris verdoso o violeta. Las manchas son generalmente de un solo color (49,6%), dos colores (41,8%), más rara vez tres colores (3,88%) o cuatro (0,39%). La mayoría son de color castaño oscuro más o menos rojizo, seguido del pardo oscuro y del violeta. Los huevos con manchas gris verdosas son excepcionales (Hiraldo, 1983)5.

Incubación

El periodo de incubación obtenido en la naturaleza con una muestra de siete puestas varió entre 50 y 62 días (Hiraldo, 1983). En zoológicos se ha obtenido entre 50-57 días (Hiraldo, 1983), aunque Bernis (1966) da un periodo de 52-54 días. En la colonia de la ZEPA Alto Lozoya (Madrid) se obtiene un periodo de incubación medio de 59 ± 4 días (rango = 51 – 68 días) para 25 puestas para las que se pudo realizar un seguimiento muy detallado (datos propios).

La incubación es realizada por ambos miembros de la pareja (Hiraldo, 1983; Dónazar, 1983; Tewes, 1996; obs. pers.), aunque se desconoce el tiempo invertido por cada sexo en la misma.

El periodo mínimo continuo de incubación por uno de los adultos tiene un valor medio de 41,9 h y varía entre 6 h y 5 días (Hiraldo, 1983)5.

Durante la incubación el adulto efectúa breves descansos que no suelen durar más de 4 min. Durante los descansos aprovecha para asearse el plumaje, defecar y arreglar el nido. Antes de echarse sobre el huevo para reanudar la incubación, da algún giro sobre el huevo sin tocarlo y lo coloca bajo su cuerpo con el pico7.   

Crianza de los pollos

Desde el nacimiento del pollo y durante los primeros meses de vida, uno de los adultos permanece todo el tiempo con el pollo para protegerlo de depredadores y de las inclemencias meteorológicas7.

En nidos con pollos menores de dos meses, había un adulto en el nido el 99,3% del tiempo. Este porcentaje bajó al 92,5% en nidos con pollos que tenían 2-3 meses de edad y al 75,2% cuando tenían más de tres meses de edad (Hiraldo, 1983)5.

Los adultos se van relevando para buscar comida y dar alimento al pollo mientras permanecen con él7.

El tiempo que las aves están echadas sobre el pollo disminuye según éste va creciendo (Tewes, 1996b). Los adultos se echan encima de los pollos para protegerles del frío durante los primeros días, o estar de pie extendiendo las alas sombreándolos en los días calurosos de la primavera tardía y el verano para protegerles del calor.

Los adultos ceban al pollo regurgitando el contenido del buche. Cuando los pollos son pequeños, los adultos los ceban diariamente de pico a pico y a partir de cierta edad los pollos se alimentan por sí mismos del alimento depositado en el nido. Durante la primera semana un pollo en Mallorca fue cebado entre una y once veces al día, y la duración media de las cebas fue de ocho minutos (Tewes, 1996).

El pollo crecido solicita alimento echado sobre el nido al mismo tiempo que mueve arriba y abajo las alas cerradas y estira el cuello picoteando el pico del adulto, lo que estimula a este a regurgitar alimento7.

El cambio en el aspecto del pollo a medida que va creciendo ha sido descrito por Bernis (1966) y la evolución del peso y la longitud del tarso del pollo en el nido fue descrito por Hiraldo (1983). Un pollo seguido en detalle en Mallorca empezó a realizar sus ejercicios de musculación en el nido a los 72 días (Tewes, 1996). Sobre un conjunto de 10 pollos se obtuvo un periodo entre 95 y 110 días de desarrollo en el nido hasta el primer vuelo (Hiraldo, 1983). En la colonia de la ZEPA Alto Lozoya (Madrid) se obtiene un periodo estancia del pollo en el nido de 114 ± 11 días (Rango = 88 - 137) para 28 pollos para los que se pudo realizar un seguimiento muy detallado (datos propios). Un pollo seguido en detalle en Mallorca voló a los 120 días y con 11 pollos liberados por hacking se obtuvo una media de 117 días (Tewes, 1996b).

La edad de independencia de los jóvenes en la colonia del valle del Lozoya tiene un valor medio de 202 días desde la eclosión (rango= 160-282; n= 4) y de 94 días desde el primer vuelo (De la Puente et al., 2011)5. Dos jóvenes de Madrid se independizaron a los 206 y 280 días (Álvarez y Garcés, 1996)5. Para cuatro jóvenes de Extremadura el periodo medio fue de 217 días (Costillo, 2005)5. En conjunto se obtiene un valor medio de independencia de los jóvenes de 218 días (n= 10) (De la Puente et al., 2011)5.

Éxito reproductivo

Se han publicado numerosos trabajos de seguimiento de colonias en los que se aporta información sobre el éxito reproductivo (Torres Esquivias et al., 1980; Hiraldo, 1983; Godino et al., 2003; Galán et al., 2003) y en ciertos casos sobre la proporción de parejas que inician la reproducción. Aunque en la mayoría de los casos estos valores pueden estar sobrevalorados al basarse su obtención en unas pocas visitas realizadas a las colonias.

Para toda la población española se obtuvo en 1989 un éxito reproductivo del 76,24% (n = 774 puestas, González, 1993) y en el año 2001, para el conjunto de las seis comunidades autónomas con presencia de Buitre Negro (Sánchez, 2004; n = 1.334; Media ± D.E. = 75% ± 0,09; rango 64-90), del 75%. No obstante, la metodología y esfuerzo de censo varió según la comunidad autónoma, por lo que los parámetros reproductivos de las distintas comunidades deben tomarse con precaución a la hora de realizar comparaciones. En cualquier caso, está claro que existen importantes diferencias entre colonias en estos parámetros. Los éxitos reproductivos dados por algunos autores próximos al 90% y que se asignan sólo a colonias en buen estado de conservación (Hiraldo, 1977) no parecen resultar habituales. Posiblemente este elevado éxito se deba, salvo excepciones, a un seguimiento de poca intensidad que no permita detectar todos los fracasos reproductivos. De hecho, desde que se censa mejor la especie en la última década ya no hay datos que se aproximen a este éxito reproductor. También es posible que la disminución generalizada de la abundancia del conejo en las últimas décadas (Villafuerte, 2002; Costillo et al., 2004; Virgós et al., 2005) haya producido también un descenso del éxito reproductor a escala nacional. Por lo tanto, en la actualidad, éxitos próximos al 75% deben considerarse como adecuados para la especie y no bajos como apoyan algunos autores (De Andrés et al., 1994).

Se ha observado que en los años que hay más fracasos reproductores también hay más parejas no reproductoras, también parece lógico que los años malos inicien la reproducción menos parejas y que las que la inicien fracasen en mayor proporción. Sin embargo, se desconoce a qué se deben las pequeñas diferencias entre años en los fracasos y frecuencia de parejas no reproductoras (datos propios). Para la población española de Buitre Negro se obtiene para el año 2001, a partir de la información recopilada por Sánchez (2004), que la proporción de parejas que inician la reproducción es del 88,1% (n = 1.067, excluida Castilla-La Mancha donde este parámetro se desconoce). En Sierra Pelada se ha podido determinar que las molestias humanas asociadas a periodos de lluvias durante la estancia de los pollos en el nido tiene un efecto negativo en la productividad (Donázar et al., 2002). El éxito reproductor de los buitres descendió en Sierra Pelada en proporción inversa a la cantidad de lluvia durante la época reproductora, en lugares cerca del principal centro de actividad forestal y cuando se daban trabajos forestales durante la época de reproducción (Donázar et al., 2011)5. Los valores mínimos de éxito reproductor coinciden en Cabañeros con lluvias intensas en abril (éxito reproductivo= 73% en 1999) o en marzo (éxito reproductivo= 76% en 2000) (Jiménez y López-Izquierdo, 2012)5.

El seguimiento detallado (13,2 controles de media por pareja) durante 2006 de 283 parejas pertenecientes a cuatro colonias muestra que el porcentaje de parejas que se reprodujeron fue el 84,8% en Alcudia, el 77,9% en Rascafría, el 82,3% en sierra Pelada y el 81,8% en Valdemaqueda. Hubo éxito reproductivo en el 43,4% en Alcudia, 46,8% en Rascafría, 44,8% en sierra Pelada y 54,5% en Valdemaqueda (De la Puente et al., 2007).3

Según un estudio a lo largo de ocho años (1997-2004) en la colonia de Buitre Negro situada en el valle del Lozoya (Madrid), el 29,9% de las puestas (n= 391) fracasó. Un 82,1% de los fracasos se produjo durante la incubación, un 13,7% con pollo y el resto (4,3%) en un momento desconocido. Cerca del 65% de los fracasos en incubación se produjeron en las últimas fases de este periodo. Los resultados de los análisis de los restos recogidos indicaron que en la mayoría de las puestas fracasadas el huevo no era fértil o que el embrión moría sin alcanzar la mitad del desarrollo. Sin embargo, los fracasos durante el desarrollo del pollo se produjeron mayoritariamente al principio de este periodo. No se encontraron alteraciones de las cáscaras explicables por la presencia de contaminantes. Otros casos conocidos de fracasos puntuales fueron la contaminación bacteriana del embrión, la caída del nido a causa de nevadas tardías, el envenenamiento de algún adulto reproductor y las molestias derivadas de trabajos forestales (De la Puente, 2012). En otro estudio se analizaron nueve huevos fracasados de Buitre Negro procedentes de Baleares de mediados de la década de los ochenta (Hernández et al., 1986) y los niveles de compuestos organoclorados y metales pesados obtenidos fueron inferiores a los considerados deletéreos para la supervivencia o reproducción de las aves.

Se ha examinado el fracaso reproductor en la colonia del valle del Lozoya a lo largo de 1997-2004 (n= 391 puestas). Los fracasos representaron el 29,9% de todas las puestas seguidas. El 82,1% de los fracasos ocurrieron durante la incubación y el 13,7% con el pollo ya nacido. Los nidos fracasados estaban a mayor altitud que los no fracasados (De la Puente, 2012b)5.

En la Sierra de Andújar (Jaén), en 1999 hicieron la puesta 42 parejas de 49 censadas, con una tasa de eclosión del 93%, un éxito reproductor del 93% y una productividad de 0,80. En el año 2004 hicieron la puesta 47 de 52 parejas censadas, con una tasa de eclosión del 62%, un éxito reproductor del 49% y una productividad de 0,44, lo que se atribuye a un aumento de la frecuencia de aves inmaduras o inexpertas a la población nidificante (Godino et al., 2012)5.

La caída del nido representa el 15% de los fracasos reproductores en Andalucía (n= 468) (Dobado et al., 2012)5.

En Extremadura en el año 2000 ocuparon el nido 562 parejas en 7 colonias y de ellas el 92,5 % hicieron la puesta, con un éxito reproductivo del 69,25 y una productividad de 0,63 pollos por pareja (Morán-López et al., 2006b). El fracaso reproductivo no mostró ninguna relación con factores fisiográficos. El clima tuvo una influencia negativa sobre el éxito reproductivo (en el año 2000) en colonias de Extremadura sometidas a condiciones extremas. Las temperaturas medias máximas más elevadas durante el verano se relacionaron con un mayor fracaso reproductivo en Monfrague, y mayores precipitaciones en verano se relacionaron en Monfrague y la sierra de San Pedro con un mayor éxito reproductivo (Morán-López et al., 2006b).1

De 313 parejas que hicieron la puesta en 2006 en la Sierra de San Pedro, volaron 170 pollos (éxito reproductor del 54,3%) (Caldera, 2012)5.

El éxito reproductivo en la Umbría de Alcudia (Ciudad Real) es mayor en nidos más grandes y menos deteriorados, árboles de nidificación más altos y una mayor cobertura de matorrales en un radio de 100 m alrededor del nido. La orientación geográfica de la pendiente donde se localiza el nido y su accesibilidad favorecen el éxito reproductivo (Moreno-Opo et al., 2013)5.

En Mallorca, entre 1972 y 1994 el éxito reproductivo fue de 0,34 pollos volanderos por nido, que aumentó entre 1995 y 2000 a 0,52 y entre 2001 y 2004 a 0,66 (Tewes, 2004)1. Las parejas con puesta en Mallorca son el 66% durante el periodo 1975-2005 (n= 237), que asciende al 83% en los últimos siete años (n= 71). El porcentaje de eclosión es del 56% entre 1973 y 2005 (n= 162). La tasa de vuelo de los pollos nacidos es del 89% (n= 91). El éxito reproductor es del 50% (n= 162) (Mayol, 2012)5.

 

Estructura y dinámica de poblaciones

El Buitre Negro se reproduce por primera vez a los cinco o seis años de vida (Glutz von Blotzheim et al., 1971; Cramp y Simmons, 1980). No obstante la reproducción a los cuatro años ha sido constatada en Mallorca (islas Baleares) y en el Macizo Central (Francia) con individuos liberados en programas de reintroducción, incluso en Francia se ha constatado la reproducción con éxito al tercer año (Tewes, 1996; Terrasse et al., 2004). Por otro lado, Muñoz (2004) presenta un caso poco detallado de reproducción de un ave de cuatro años.

Se ha detectado una pareja formada por dos individuos en su cuarto año calendario en un nido sin puesta en Andújar. La puesta más precoz se ha observado en una pareja formada por un adulto y un individuo de quinto año calendario. Las puestas son habituales en parejas formadas por individuos de sexto año calendario o mayor edad (Dobado et al., 2012)5.

Solamente hay censos detallados de las fracciones reproductora y no reproductora para la población de Mallorca. En 2002 se ocuparon 7 nidos. La población se componía de un total de 106 individuos (Molina et al., 2005a)5. De 15 parejas que ocuparon territorio en 2008, 13 realizaron la puesta. El censo dio un resultado de 123 individuos en la población (Molina et al., 2009)5.

De un conjunto de 57 pollos sexados genéticamente en colonias extremeñas se obtuvo que un 56,1% fueron machos, y que la razón de sexos en los tres años de estudio no varió significativamente (Villegas et al., 2004).No hay datos sobre estructura de poblaciones, esperanza de vida y longevidad en libertad. En cautividad alcanza 39 años de vida (Glutz von Blotzheim et al., 1971).

La tasa de supervivencia de individuos liberados en Francia entre 1992 y 2004 (n= 53) fue mayor en adultos (0.98) que en juveniles e inmaduros (0.85) y fueron constantes en el tiempo (Mihoub et al., 2014)6. La tasa de supervivencia de juveniles equipados con emisores vía satélite en Castilla-La Mancha en 2010-2012 fue del 0,92% en el primer año y 0,70 en el segundo (Castaño et al., 2015)6.

 

Referencias

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Juan Carlos del Moral y Javier de la Puente
SEO/BirdLife
C/ Melquiades Biencinto, 34; 28053 Madrid

Fecha de publicación: 19-12-2005

Otras contribuciones: 1: Alfredo Salvador. 19-01-2007; 2: Alfredo Salvador. 21-02-2008; 3: Alfredo Salvador. 26-08-2008; 4: Alfredo Salvador. 10-05-2010; 5. Alfredo Salvador. 10-07-2014; 6. Alfredo Salvador. 23-03-2016; 7. Alfredo Salvador. 16-03-2017

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