Chova piquirroja - Pyrrhocorax pyrrhocorax (Linnaeus, 1758)

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Portada

 

Identificación

 

Estatus de conservación

 

Distribución

 

Hábitat

 

 

Voz

 

 

Movimientos

 

Ecología trófica

 

Biología de la reproducción

 

Interacciones entre especies

 

Comportamiento

 

Bibliografía

 

 

 

Key words: Red-billed Chough, habitat, abundance, status, threats.

 

Hábitat

Hábitat de reproducción

En la España peninsular, la chova piquirroja ocupa para criar desde ambientes atlánticos montanos y costeros hasta cortados fluviales y roquedos del centro y sur de la Península Ibérica.

En la isla de La Palma ocupa para nidificar las abundantes grietas y oquedades que hay en los barrancos, calderas y roques de la isla. Asciende fácilmente hasta las cotas más elevadas del Parque Nacional de la Caldera de Taburiente (con una cota máxima de 2.426 m en el Roque de los Muchachos).

Hábitat de alimentación

Para alimentarse, explota principalmente áreas de vegetación rala como pastizales montanos, vegetación baja mediterránea y sistemas agro-pastorales tradicionales con abundantes zonas de barbecho y lindes.

Las chovas seleccionan en los Monegros (Aragón) los márgenes y bordes de las parcelas agrícolas, evitando las siembras de cereal excepto cuando estas son recientes, en cuyo caso se utilizan de manera proporcional a su abundancia en el paisaje (Blanco et al., 1998b). Por otro lado, evitaron los rastrojos recientes.

Las zonas de alimentación de la chova piquirroja en La Palma se localizan en las laderas próximas a sus áreas de cría o de dormidero. En estas laderas seleccionan activamente las zonas de pastizal de ganado bovino y caballar asociados al matorral de tagasaste Chamaecytisus proliferus. También explotan manchas de vegetación de cumbres, especialmente codesares Adenocarpus viscosus y pinares de Pinus canariensis. En cotas más bajas, utiliza zonas de medianías con huertas, almendros y viñedos (Blanco et al., 2007).

 

Abundancia

Los valores más elevados de densidad se corresponden con mosaicos agropecuarios y cultivos de secano (6,5-9 aves/km2) (Belamendía, 2012)1.

La densidad media en tres de las mejores zonas es de 0,04 aves por hectárea (Blanco, 2004a). En el valle del Jarama, en la Comunidad de Madrid, las zonas con mayor densidad a principios de los años 90 acogían hasta 30 parejas reproductoras de chova piquirroja en un kilómetro de cortado, aunque la densidad media en los cuatro ríos principales del sureste de Madrid (Tajo, Jarama, Manzanares, Henares y Tajuña) era menor, del orden de 3,9 parejas/km (Blanco et al., 1991). En la actualidad, la abundancia de la especie en el sureste de Madrid  se ha reducido dramáticamente (Blanco, 2002; Blanco, datos sin publicar)

 

Tamaño de población

La población española fue estimada inicialmente en 7.000 – 9.800 parejas (Purroy, 1997), con una tendencia poblacional moderadamente descendente (20-50% entre 1970 y 1990). Una evaluación más reciente (Blanco, 2004a), estima que la población española de chova piquirroja está compuesta por 16.943 individuos. El tamaño de las poblaciones españolas de chova piquirroja fue revisado en 2004 por Blanco en base a trabajos publicados y datos propios. Según Blanco (2004a, b), entre las poblaciones mejor conocidas destaca la que se reproduce en los cortados yesíferos del sureste de Madrid (Blanco et al., 1991). Esta población mostró un ligero incremento desde 1975 (Arroyo, 1976; Blanco, datos propios no publicados) hasta 1990 (324 parejas, Blanco et al., 1991), decreciendo después a un ritmo de un 60% en 10 años (Blanco, 2002), tendencia que ha continuado hasta la actualidad (Blanco, datos sin publicar). En Aragón se estimó en 1996 que había una población mínima de 975 parejas reproductoras en Los Monegros (Blanco et al.,1996a). En Galicia se estimó a principios de la década de los 90 una población de 56-112 parejas (Mouriño, 1995), habiendo disminuido en la actualidad y desaparecido casi totalmente del sur de Lugo y Pontevedra (Blanco, 2004b). En Andalucía es abundante y se estiman unos 8.000 individuos sólo para la provincia de Granada (Soler, 1989, 2001; Zúñiga, 1989). En Murcia la población de chovas se estimó en 4.000 individuos en 2001 (Carrete y Sánchez-Zapata, comunicación personal a G. Blanco; Blanco, 2004b). En Castilla y León la chova piquirroja cría en todas las provincias, con una estima del tamaño poblacional que varía entre 2.600 y 5.800 parejas (Sanz-Zuasti y Velasco, 1999). Blanco (2003) da a conocer un total de 431 individuos en las Hoces de los ríos Riaza y Duratón de Segovia, y estima una población total invernante para la provincia de Segovia de 1.581 individuos. En Castilla-La Mancha se ha estimado que el número de chovas en Cuenca es 330 parejas (Gesnatura, 1995) y en Guadalajara 3.200 individuos (B. Arroyo, comunicación personal a G. Blanco; Blanco, 2004b). En el País Vasco la población de chovas no supera las 400 parejas (Carrascal, 1998). En Cataluña se estimaron en 1.000 las parejas presentes (Estrada/ICO, in litt.; Blanco, 2004b). En la Comunidad Valenciana no es muy abundante, pero ocupa todas las zonas favorables. Para esta Comunidad Autónoma existen estimas poblacionales en pocas zonas y con poblaciones inferiores a las 30 parejas (Urios et al., 1991; Campos et al., 2001; Blanco, 2004b). Una elaboración y síntesis de las estimas provinciales en el conjunto nacional puede consultarse en Blanco (2004b). En general, las estimas poblacionales son antiguas e imprecisas y, dado el declive documentado en las poblaciones mejor conocidas, es probable que el tamaño poblacional de la especie esté decreciendo rápidamente en la actualidad en muchas regiones.

La subespecie insular P. p. barbarus aparece como reproductora en la isla de La Palma con una población estimada en 1.500 parejas (Martín y Lorenzo, 2001; Martín y Redondo, 2001). Posteriormente, Blanco et al. (2007) realizaron un exhaustivo censo de dormideros invernales en la isla de La Palma que arrojó un número de e 2.700-2.800 individuos en Enero de 2005.

 

Estatus de conservación

Categoría global IUCN (2008): Preocupación Menor LC (BirdLife International, 2009).

Categoría España IUCN (2004): Casi Amenazada (Blanco, 2004a, b).

Categoría Canarias IUCN (2004): En Peligro (Pais y Medina, 2004).

 

Factores de amenaza

La pérdida de hábitat de alimentación es tal vez una de sus principales amenazas en ambas subespecies. La pérdida progresiva de la ganadería extensiva asociada al despoblamiento de grandes áreas rurales ha provocado la modificación de los hábitats más utilizados por la chova piquirroja para alimentarse en zonas de montaña (García-Dory, 1983; Baglione, 1997). La intensificación agraria, y su uso asociado indiscriminado de agroquímicos y fitosanitarios para el aumento de la producción, conllevan una merma del espectro trófico de la especie y posiblemente procesos de intoxicación, envenenamiento y pérdida de fertilidad paulatina de los individuos. La acumulación de contaminantes persistentes tales como PCBs, dioxinas y metales pesados pueden ser también una amenaza por sus efectos en la supervivencia y la reproducción en áreas muy contaminadas del centro peninsular (Blanco, 2002; G. Blanco et al., datos sin publicar).

Un análisis de PAHs, PBDEs, PCBs, HCB, DDTs y HCHs en plumas de chovas piquirrojas de 7 sitios de la Península Ibérica, uno en La Palma y otro de Italia indica que presenta niveles bajos o intermedios de contaminación (De Sanctis et al., 2013)1.

La urbanización y construcción de infraestructuras en el hábitat de alimentación es otra amenaza en zonas muy humanizadas, como por ejemplo Madrid (Blanco, 2002). En zonas de montaña la pérdida de hábitat debido a la construcción de infraestructuras como estaciones de sky, urbanizaciones y embalses es una amenaza continua, especialmente en las poblaciones de chovas del Pirineo y cordillera Cantábrica (García-Dory, 1989; Baglione, 1997). Otra de las amenazas más importantes para las chovas en paisajes de montaña es la reforestación de pastizales idóneos para su alimentación (García-Dory, 1989; Baglione, 1997).

En lo relativo a la nidificación de la chova piquirroja, la destrucción y abandono de antiguas edificaciones agropecuarias en el campo, ocupadas por estas aves bien para criar o para refugiarse, genera una pérdida de lugares idóneos donde poder ubicar sus nidos. Esta situación se hace mucho más gravosa para la especie en aquellos lugares donde la oferta de sustratos de nidificación o refugio se restringe a este tipo de edificaciones (Tella et al., 1993; Blanco et al., 1996a; Banda, 2007). El elevado grado de fragmentación de las poblaciones propicia la pérdida de pequeños núcleos reproductores o de parejas aisladas. Las molestias humanas y la depredación son dos de las principales causas del fracaso reproductor de la especie (ver apartado de Interacciones entre especies).

Las principales amenazas para la subespecie barbarus se resumen en la persecución humana, en la pérdida de hábitat de alimentación en las zonas de baja y media altitud, debido al crecimiento urbanístico en la isla y a la intensificación agraria. La creciente introducción de cultivos bajo plásticos (plataneras) y el abandono de las prácticas agrarias tradicionales de ámbito familiar, que provocan una pérdida de zonas de medianía, dan lugar a una disminución de la oferta alimentaria de las aves, así como a un aumento en el uso de productos fitosanitarios (Martín y Lorenzo, 2001; Pais y Medina, 2004; Pais, 2005, Blanco et al., 2007). Además, la caza ilegal, el expolio de nidos y las molestias en las áreas de cría conforman otro factor de amenaza de la subespecie insular (Pais y Medina, 2004). Debido al elevado grado de aislamiento y a lo reducido del tamaño poblacional de la chova piquirroja en la isla de La Palma, ésta muestra un mayor riesgo de extinción que en el resto de España.

La presencia de especies introducidas e invasoras, y en especial para el caso de la subespecie canaria, puede representar ciertos problemas de conservación, como aumento de la depredación de nidos por ratas y gatos domésticos, así como la presencia de trasmisores de patógenos (por ejemplo, palomas domésticas).

La caza y persecución activa de otros córvidos (principalmente grajillas) por parte de agricultores y cazadores, pueden provocar la muerte de individuos de chova piquirroja por confusión, en el mejor de los casos,  o por el uso de técnicas poco específicas en la captura de las aves durante los descastes de estas aves.

Atienza et al. (2011) recogen un caso de muerte por colisión con aerogenerador en Guadalajara  y otro en Burgos1. Se ha registrado en España un caso de muerte por atropello en carretera entre 16.036 aves (PMVC, 2003)1.

 

Medidas de conservación

No hay datos disponibles sobre los resultados de las estrategias de conservación en España. Según Blanco (2004b), la restauración de varios edificios que albergaban colonias de cernícalo primilla ha beneficiado indirectamente la nidificación de algunas parejas de chova piquirroja (Blanco y Tella, 1997).

Se proponen las siguientes medidas de conservación prioritarias (listadas en orden de importancia), elaboradas a partir de las propuestas por Blanco (2004b):

-Censo nacional de chova piquirroja, sin el cual no es posible identificar las posibles afecciones y los cambios en el tamaño de la población.

-Mantenimiento en el territorio de pastos, eriales, lindes y barbechos.

-Reducción de la agricultura intensiva a favor de una agricultura extensiva y ecológica, por el efecto negativo de la primera y positivo de la segunda sobre las comunidades de artrópodos y otros invertebrados consumidos por las chovas.

-Mantenimiento de la ganadería tradicional con reducción de los tratamientos veterinarios que perjudican a la fauna coprófaga, y por tanto a una de las fuentes de alimento principales de las chovas (Soler, 2001).

-Control de depredadores y sensibilización y educación de los cazadores para evitar la persecución de esta especie y la destrucción de sus nidos.

-Protección efectiva de las áreas de nidificación y dormideros comunales en invierno, fomentando la creación de acuerdos entre entidades de custodia y particulares o entidades públicas y de primas económicas o desgravaciones fiscales a particulares y empresas que realicen actividades de conservación.

-Investigación aplicada a la conservación. Se desconoce no sólo el tamaño de la población de chovas en España, sino los patrones de dispersión, la dinámica de colonización y transferencia genética entre subpoblaciones, especialmente en subpoblaciones aisladas (Blanco, 2004b). También se desconoce la importancia de la chova piquirroja como dispersante de semillas de especies nativas e introducidas en las Islas Canarias, que podría ser determinante en el mantenimiento de los sistemas vegetales canarios (Blanco et al., 2007). La misma subespecie barbarus podría contribuir al mantenimiento del pino canario al alimentarse del lepidóptero Calliteara fortunata (Piersma y Bloksma, 1987), pero estas posibilidades requieren el desarrollo de investigaciones específicas (Blanco et al., 2004b). 

 

Referencias

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Jesús Ángel Cuevas
Centro de Investigaciones Ambientales de la Comunidad de Madrid
Ctra. Madrid-Colmenar Viejo (M-607), km 20. 28760 Tres Cantos, Madrid

Guillermo Blanco
 Dpto. de Ecología Evolutiva, Museo Nacional de Ciencias Naturales, CSIC
c/ José Gutiérrez Abascal, 2. 28006-Madrid

Fecha de publicación: 6-10-2009

Otras contribuciones. 1. Alfredo Salvador. 23-02-2015

Cuevas, J. A., Blanco, G. (2015). Chova piquirroja – Pyrrhocorax pyrrhocorax. En: Enciclopedia Virtual de los Vertebrados Españoles. Salvador, A., Morales, M. B. (Eds.). Museo Nacional de Ciencias Naturales, Madrid. http://www.vertebradosibericos.org