Águila perdicera - Aquila fasciata Vieillot, 1822

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Portada

 

Identificación

 

Estatus de conservación

 

Distribución

 

Hábitat

 

 

Voz

 

 

Movimientos

 

Ecología trófica

 

Biología de la reproducción

 

Interacciones entre especies

 

Comportamiento

 

Bibliografía

 

 

 

Key words: Bonelli’s  Eagle, habitat, status, threats.

 

Hábitat                                              

Hábitat de individuos territoriales

Al ser el Águila Perdicera una especie claramente termófila en su rango de distribución mundial, el hábitat que ocupa la población española está claramente marcado por la existencia de zonas térmicamente adecuadas. De esta forma, la temperatura es un factor limitante en la distribución de la especie que no sólo afecta al éxito reproductor (Ontiveros y Pleguezuelos, 2003), sino que hace que la especie seleccione las áreas con la temperatura media de los meses de verano más alta (Román et al., 2005), y evite ocupar zonas situadas por debajo de la isoterma de los 2º C en el mes más frío (Parellada et al., 1984).

Los territorios ocupados por las perdiceras en España son muy variados, y pueden localizarse en zonas casi desérticas del este peninsular o formaciones boscosas bien conservadas. Algunos autores señalan la superficie de cultivos de cereal como variable positivamente seleccionada por las parejas en la elección del hábitat, así como cierta interacción con las parejas de Águila Real (Gil-Sánchez et al., 1996); otros relacionan una mayor probabilidad de encontrar parejas con una mayor presencia de monte bajo (Rico-Alcázar et al., 2001) y finalmente algunos con la mayor abundancia de mosaicos de vegetación (Sánchez-Zapata et al., 1996; Sánchez-Zapata y Calvo, 1999). A pesar de este amplio espectro en la ocupación del hábitat, en lo que coinciden la mayoría de los estudios es en la pendiente elevada del terreno como variable importante en la selección de los territorios (Ontiveros, 1999; Rico-Alcázar et al., 2001; Román et al., 2005; López-López et al., 2006). Este resultado no es de extrañar, al tratarse de una especie dependiente de los roquedos para la nidificación, ya que éstos aparecen en mayor medida en zonas más abruptas y, por lo tanto, con mayor pendiente media del terreno.

Se ha comprobado que entre los roquedos existentes en un mismo territorio, las parejas seleccionan preferentemente los de mayor altura para el emplazamiento de sus nidos, y como los roquedos pequeños pueden ser igualmente ocupados (si no los hay grandes) siempre que estén lejos de focos de presión humana como caminos y carreteras (Ontiveros, 1999, López-López et al., 2006). Este patrón de selección parece lógico para una especie que coincide frecuentemente con zonas de elevada presión humana, ya que una mayor altura de los roquedos le ofrece cierta seguridad durante el proceso reproductor. De hecho, son varios los casos en los que se ha constatado el abandono de nidos tras la construcción o reparación de carreteras (Dobado-Berrios et al.; 1998 Ontiveros, 1997)

La orientación de los roquedos puede ser otro factor que influye en la selección de los mismos en determinadas zonas, habiéndose comprobado una orientación preferente hacia sureste en la población granadina (Ontiveros, 1999). Este hecho puede explicarse por las bajas temperaturas de la zona, la prontitud del inicio del proceso reproductivo de la especie, y una necesidad de contar con mayor insolación en las frías mañanas de invierno en las que las hembras ya están incubando.

Los territorios abandonados por la especie en la región de Murcia, presentan una mortalidad de los adultos superior a la de los ocupados, así como una menor proporción de matorral (Carrete et al., 2002). Esta circunstancia podría explicarse por la menor probabilidad de detección de presas en zonas más cubiertas de vegetación, ya que este factor sería incluso más importante que la abundancia absoluta de las mismas para presas tan importantes como el conejo (Ontiveros et al., 2005).

Hábitat de los individuos en dispersión

Las poblaciones reproductoras ocupan sierras mientras que los individuos dispersantes se encuentran en llanuras y colinas (Carrascal y Seoane, 2009)3.

Durante la fase de dispersión juvenil, los individuos no adultos se concentran en áreas de dispersión en las que permanecen algún tiempo hasta ocupar un territorio propio. Se han identificado 17 zonas de dispersión ubicadas en ocho comunidades autónomas, de ellas las más importantes en Castilla La Mancha y Andalucía. En la mayoría de estas zonas predominan cultivos (Mañosa et al., 1998; Balbontín, 2004; Bautista et al., 2003; Cadahía et al., 20103).

En Cataluña, Mañosa et al. (1998), han encontrado las zonas dispersión localizadas en zonas de cultivos de secano próximas al Pirineo, montañas litorales, y campos de regadío de la parte central de la comunidad, todas ellas caracterizadas por la inexistencia de roquedos de nidificación adecuados y la ausencia de masas forestales. En Cataluña las áreas de dispersión son seleccionadas basándose en la  heterogeneidad de los cultivos y la mayor abundancia de conejos y perdices, alcanzándose una densidad de 0,90 aves/km2 (Mañosa et al., 1998). En la provincia de Cádiz, se caracterizan por un alto porcentaje de pastizal, una elevada pendiente orientada hacia sureste y una mayor lejanía de pueblos y carreteras (Balbontín, 2005).

El Águila perdicera y el Águila real comparten durante la dispersión áreas de asentamiento en el sur peninsular que se caracterizan por la abundancia de conejo y perdiz roja, la superficie ocupada por frutales y la heterogeneidad de hábitat (Caro et al., 2011)3.

 

Tamaño de población

Los primeros datos sobre la población española datan del siglo XIX (Saunders, 1871; De Habsburgo, 1889) aunque son muy contradictorios. En las estimaciones posteriores, más fiables, se cifró la población española de Águila Perdicera entorno a 500 parejas a comienzos de la década de 1970 (Garzón, 1975), realizándose en 1986 la primera estima en base a censos de campo que arrojó una población de 600-700 parejas (Real, 2003). En el censo nacional de 1990 se detectaron 755 parejas, con 679 seguras y 76 probables (Arroyo et al., 1990). En el año 2000, y en base a los datos aportados por las Comunidades Autónomas al Ministerio de Medio Ambiente, el censo alcanzó valores similares, con 658-721 parejas (Real, 2003).

El total de parejas censado en 2006 ascendería a un promedio de 776 en todo el territorio nacional (Tabla 1), con el 44,7 % de esta población ubicada en Andalucía. Sin embargo, la aparente progresión en el número de parejas no responde en todos los casos a un aumento real de la población, sino a un mayor conocimiento de la misma, pues conforme ha mejorado la prospección en algunas provincias ha aumentado el número de territorios detectados (por ejemplo, Dobado-Berrios et al., 1998; Bautista et al., 2003). Muy al contrario,  la tendencia general de la población española parece ser regresiva, con la contracción del área de distribución de la especie en las áreas del centro y norte peninsular y el mantenimiento de las poblaciones en el sur (Arroyo et al., 1995; Arroyo et al., 1998). En el conjunto del país se ha  confirmado la desaparición de 116 parejas  en la década de los 80 (Arroyo et al., 1995) con pérdidas anuales de población durante el período 1980-1994 de un 7,3 % en Murcia, 5,7 % en Navarra, 4,1 % en Castellón, 3,9 % en Burgos y 2,7 % en Cataluña (Real & Mañosa, 1997).

 

Tabla 1. Tamaño de población del Águila Perdicera en distintas comunidades españolas, indicando el promedio entre la población mínima y máxima estimada. Fuente: Grupo de Trabajo del Águila Perdicera, 2004 (Ministerio de Medio Ambiente y Comunidades Autónomas), salvo para Murcia (Carrete et al., 2006) y Andalucía (CMA, 2006). 

Comunidad Autónoma

Nº de parejas

Comunidad Autónoma

Nº de parejas

Andalucía

347

Murcia

24

C. Valenciana

108

Castilla y León

17

Extremadura

93

La Rioja

5

Castilla-La Mancha

80

Navarra

3

Cataluña

66

Madrid

2

Aragón

30

País Vasco

1

 

Abundancia

La densidad de parejas reproductoras varía según las distintas zonas, desde las poblaciones más saturadas de las Cordilleras Penibéticas con 8,2 km de separación media entre parejas, hasta los 33,7 km en la Depresión del Ebro, situándose el valor medio de la población española en 11,9 km entre parejas (Arroyo et al., 1995).

 

Estatus de conservación

Categoría global IUCN (2009): Preocupación Menor LC (BirdLife International, 2009). 2

Categoría España IUCN (2004): En Peligro EN (Real, 2004).2

Especie incluida a nivel europeo en la categoría SPEC 3 (Rocamora, 1994), es decir, especie cuyas poblaciones no están concentradas en Europa pero tienen un estado de conservación desfavorable en la misma. En España, se incluye en el Catálogo Nacional de Especies Amenazadas (Real Decreto 439/1990), en la categoría de "Vulnerable", (OM de 10 de junio de 2000). Igualmente la especie está incluida en el Anexo I de la Directiva de aves (especies objeto de medidas de conservación), en el Anexo II del Convenio de Berna (especies objeto de reglamentación para mantener sus poblaciones fuera de peligro) y en el Anexo II del Convenio de Bonn (especies con estado de conservación desfavorable que precisan de la colaboración internacional para su conservación).

En el conjunto de la población española, Arroyo et al. (1995) constataron durante el período 1980-1990 la desaparición de 116 parejas y la colonización de tan solo dos territorios, lo que supuso un descenso mínimo de la población del 13 % de sus efectivos. Posteriormente, se han analizados muchas poblaciones en las que se ha comprobado igualmente este descenso del número de parejas durante distintos períodos (Tabla 1). En general, la dinámica poblacional no ha estado compensada en muchas de las poblaciones del norte peninsular, no pudiendo ser sustituidos los adultos que morían en las parejas territoriales (Real et al., 1991).

 

Tabla 1. Porcentaje de descenso poblacional de Águila Perdicera en distintas poblaciones españolas.

 

Periodo

Disminución

Referencia

Aragón

1980-2001

44%

Alcántara et al., 2003

Valencia

1980-1998

17%

Rico et al., 1999

Murcia

1983-1997

48%

Carrete et al., 2002

Navarra

1984-1994

5,70%

Real y Mañosa, 1997

Cataluña

1980-1994

2,70%

Real y Mañosa, 1997

Castellón

1982-1994

4,10%

Real y Mañosa, 1997

Burgos

1980-1994

3,90%

Real y Mañosa, 1997

 

La tasa de crecimiento de las poblaciones españolas de Águila Perdicera, es cuatro veces más sensible a cambios en la mortalidad adulta que a cambios en  la mortalidad preadulta, y está 10 veces menos afectada por cambios en la fecundidad y supervivencia predispersiva (Real y Mañosa, 1997). En esta misma línea, Carrete et al. (2002) describen para la población murciana un modelo matemático, en el que la mejora de la supervivencia de los individuos territoriales y dispersantes y un incremento en la disponibilidad de hábitat adecuado, son las medias más importantes para la estabilidad demográfica de la población. Esto implica que los esfuerzos de conservación han de dirigirse primordialmente al incremento o mantenimiento (según regiones) de la supervivencia preadulta y especialmente adulta.

La mortalidad de los adultos obedece a distintos factores y se ha cuantificado en distintas poblaciones, alcanzando valores anuales según Real y Mañosa (1997) de 6,73 % en Burgos, 7,6 % en Navarra, 8,84 % en el Penedés, 12,87 % en Castellón y  16,09 % en Murcia; de 11,2 % en Córdoba (Dobado-Berrios et al., 1998) y de 3,37 en Granada (Ontiveros, 2000).

Los estudios de radioseguimiento confirman la alta tasa de mortalidad de los jóvenes. Tres de los cuatro pollos marcados en la provincia de Granada murieron en el primer mes de haber iniciado su salida del nido (Ontiveros, 1996; Ontiveros, 2000), y tres de los ocho pollos marcados con emisores en diversas provincias del este de España, murieron antes de su primer año de vida (Cadahía et al., 2005).

 

Factores de amenaza

Electrocución y/o colisión con tendidos eléctricos

Se ha comprobado que la electrocución es un factor de amenaza muy importante (Bautista et al., 1999; Calvo, 1999).

Durante el periodo 1990-2014 el 61,2% de las águilas perdiceras encontradas muertas (n= 150) en Cataluña lo fue por electrocución y el 5,2% por colisión con líneas eléctricas  (Hernández-Matías et al., 2015)4. Las aves no territoriales sufreron mayor mortalidad (69,4%) que las aves territoriales (50%) (Hernández-Matías et al., 2015) 4. Un análisis de viabilidad aplicado a las poblaciones de Cataluña indica que incluso bajos niveles de electrocución pueden llevar a poblaciones locales a la extinción (Hernández-Matías et al., 2015) 4.

Mañosa y Real (2001), comprobaron en Cataluña como las parejas de Águila Perdicera con presencia de líneas de tendidos eléctricos a menos de 1 km de los nidos, presentaron tasas de recambio que duplicaban a las del resto de las parejas, si bien una mayor presencia de líneas de este tipo podría ser consecuencia de una mayor presencia humana en los entornos de los nidos, y no la causa directa de su mortalidad.

Un estudio en el que se controlaron 333 líneas y 6.304 postes de alta tensión en Ciudad Real y Albacete entre octubre 2004 y diciembre de 2009 registró 952 rapaces de las 54 (5,8%) eran Águilas perdiceras. Las electrocuciones se concentran en determinadas zonas en las que hay mayor disponibilidad de presas, mayor cobertura de vegetación y distancia más corta a carreteras (Guil et al., 2011)3.

Entre 2000 y 2010 se registraron 9 águilas perdiceras muertas por electrocución en las zonas periféricas y 8 en el interior de zonas protegidas de la Comunidad Valenciana (Pérez-García et al., 2011)4.

Durante el periodo 1988-1996, se encontraron en las estribaciones de Sierra Morena oriental y el Campo de Montiel 17 águilas perdiceras muertas por electrocución entre un total de 274 rapaces (Guzmán y Castaño, 1998)4.

Persecución humana

Como muchas otras especies de rapaces, el Águila Perdicera se ve afectada por la acción humana, siendo elevado el número de ejemplares lesionados que ingresan en los centros de rehabilitación de especies protegidas (Asensio y Barbosa, 1990). Para la población española de Águila Perdicera se cita la persecución de cazadores y columbicultores como la principal causa de regresión de la misma (63 % de los casos) (Real y Bros, 1984; Arroyo et al., 1995; Ontiveros 1996; Ontiveros, 1997).

La mortalidad de adultos representa en Castellón el 60,55% de todos los casos registrados (n= 229, incluyendo desde puestas a adultos); la muerte por disparos representa el 50,93% de los causas conocidas de muerte (Bort et al., 2007).2

Durante el periodo 1990-2014 el 17,2% de las águilas perdiceras encontradas muertas (n= 150) en Cataluña lo fue por disparo (Hernández-Matías et al., 2015)4.

En un estudio realizado sobre 377 individuos muertos, Real et al., (2001) encontraron que la electrocución y la persecución humana eran las causantes del 55 % y 26 % de las muertes, respectivamente. Igualmente, comprobaron como mientras la primera causa afectaba mayoritariamente a los jóvenes, los adultos sufrían principalmente la segunda, en función de la diferente distribución espacial de las clases de edad por la geografía española. Entre regiones también parecen existir diferencias, de forma que la electrocución fue más frecuente en Cataluña y España central, y la persecución afectó en mayor medida a las poblaciones del Levante y el Norte Peninsular.

Destrucción y alteración de hábitats

Para la población española de Águila Perdicera se citan la las alteraciones del paisaje como construcción de presas, carreteras y actividades mineras (19,6 %) y el aumento de la presión humana en los territorios (17,4 %) durante la década 1980-1990 (Real y Bros, 1984; Arroyo et al., 1995; Ontiveros 1996; Ontiveros, 1997).

En un análisis de las causas que provocaron la desaparición de 18 territorios de perdicera en Murcia, Carrete et al. (2002) encuentran que en los territorios abandonados la mortalidad de las águilas fue mayor y la presencia de hábitats adecuados para las presas menor, fundamentalmente la superficie del territorio cubierto de matorral.

Colisión con vallas cinegéticas

Durante el periodo 1990-2014 el 2,2% de las águilas perdiceras encontradas muertas (n= 150) en Cataluña lo fue por colisión con vallas cinegéticas (Hernández-Matías et al., 2015)4.

Colisión con vehículos

Durante el periodo 1990-2014 el 0,7% de las águilas perdiceras encontradas muertas (n= 150) en Cataluña lo fue por colisión con vehículos (Hernández-Matías et al., 2015)4.

Colisión en parques eólicos

Atienza et al. (2011) recogen un caso de muerte por colisión en parques eólicos de Cádiz4.

Contaminación

Los niveles de mercurio en adultos en el sur de Portugal varían según la composición de la dieta. Las concentraciones de mercurio se correlacionan positivamente con una dieta basada en aves insectívoras y omnívoras y negativamente con una dieta basada en conejos, palomas y perdices (Palma et al., 2005).

La contaminación por PCB, As y Zn varía entre distintas áreas (Cataluña, Andalucía y Castilla y León). Los pollos de Cataluña, la región más industrializada, presentan las mayores concentraciones de PCB y arsénico y las más bajas de cinc. La concentración de mercurio en Castilla y León es mayor en pollos de nidos sin hermanos que en pollos de nidos con un hermano lo que sugiere que en nidos con un pollo la productividad es menor y están siendo alimentados con presas alternativas (Ortiz-Santaliestra et al., 2015)4.

Transmisión de enfermedades

La tricomoniasis, parece tener una escasa importancia en la mortalidad de los pollos de Águila Perdicera en nido, ya que a pesar de comprobarse la presencia del protozoo (Trichomoniasis gallinae) en el 36 % de los pollos estudiados, fue el causante de tan solo 2 % de las muertes (Real et al., 2000). El consumo de palomas infectadas parece estar relacionado con este hecho, pues al ser una presa habitual de las águilas, se infectarían con el mismo causándoles lesiones e inflamación traqueal que puede acabar con la muerte del ave por asfixia. A pesar de que la mortalidad de los pollos en nido afectados por esta enfermedad sea baja, es muy probable que sus efectos sobre la población de jóvenes dispersantes sea importante debido al elevado porcentaje de individuos afectados.

 

Medidas de conservación

Estudios realizados a nivel local, indican que la conservación de las poblaciones del sur peninsular debe basarse en mantener el éxito reproductor alto y minimizar la mortalidad adulta de las mismas, para lo cual se requiere la protección efectiva del entorno de los nidos y los cazaderos (Ontiveros, 2000; Dobado-Berrios et al., 2001; Ontiveros, 2001).

A nivel nacional, se destacan tres factores clave a tener en cuenta para la conservación o recuperación de las distintas poblaciones de Águila Perdicera en España (Real, et al., 1996; Real et al., 1996a; Real et al., 1996b; Ontiveros et al., 2004):

1- La reducción de la mortalidad preadulta y adulta mediante la localización y corrección de tendidos eléctricos peligrosos (Moleón et al., 20072), la concienciación de los colectivos implicados (cazadores y columbicultores) y la vigilancia de determinadas zonas sensibles.

Para asegurar la persistencia a largo plazo de la especie en España, deberían establecerse acciones destinadas a minimizar la mortalidad preadulta. Estas acciones deberían localizar y proteger las áreas utilizadas por los juveniles, minimizando los riesgos de electrocución por tendidos eléctricos y la persecución humana. Un análisis de datos de 7 subpoblaciones muestra que cuando se considera el intercambio de individuos entre subpoblaciones, la mortalidad preadulta juega un papel clave en determinar la tendencia global de la población. Una disminución del 20% en la mortalidad preadulta durante los dos primeros años de vida fue suficiente para la estabilización de la población. Sin embargo, ni la disminución similar de la mortalidad de adultos ni un incremento del porcentaje de reproductores alteró la tendencia en declive en el modelo de metapoblación (Soutullo et al., 2008).2

Como medidas de mitigación de electrocuciones, se recomienda el uso de aisladores suspendidos, eliminar las fases superiores, incrementar la distancia entre los cables y el sitio donde pueden posarse y alargar la longitud del aislamiento en los cables en la zona próxima al poste (Guil et al., 2011)3.

2- La protección de las actuales zonas de nidificación preservándolas de la presión humana, considerando a todos los nidos de un territorio como unidad funcional, ya que la existencia de nidos alternativos es muy importante para el uso de los mismos entre años.

3- El mantenimiento de las poblaciones de presas del sur y la mejora de las del norte peninsular, mediante el compromiso con los cotos de caza (especialmente importante en las áreas de dispersión), favoreciendo la existencia de claros entre la vegetación y recuperando los usos tradicionales del monte.

Se ha propuesto que en estudios de impacto de centrales eólicas se tengan en cuenta la distancia al territorio más cercano y la zona de amortiguación, cuantificándola como un radio de 6 km utilizando como centro el nido más usado de cada territorio (Martínez et al., 2010)3.

En base a las preferencias de hábitat de la especie se ha estimado que la red actual de áreas protegidas de la Comunidad Valenciana es insuficiente, al igual que ocurre con la red de Áreas Importantes para las Aves (IBAs). Se sugiere maximizar la superficie de hábitat potencial incluido en la red de áreas protegidas (López-López et al., 2007).1

Se ha observado falta de ajuste espacial entre objetivos de conservación y requerimientos espaciales del Águila perdicera en la ZEPA Sierras Meridionales de Álava. Solamente el 29% del dominio vital del Águila perdicera estaba incluido en la ZEPA (Fernández y Gurrutxaga, 2010)3.

Algunos trabajos han intentado contrarrestar la disminución de sus presas naturales con el aporte artificial de presas en los territorios de las poblaciones en regresión (Real y Bros, 1984). Tras el aporte artificial de 444 presas, en territorios de 3 parejas durante tres años, se consiguió que entre todas sacaran adelante 8 pollos. No obstante, teniendo en cuenta la elevada mortalidad de los jóvenes tras abandonar el nido, el esfuerzo que suponen las acciones de este tipo, y su ineficacia en la solución de los problemas reales de conservación, estas acciones no han sido usadas como estrategia de conservación de las poblaciones.

Los modelos de favorabilidad ambiental basados en datos de presencia/ausencia proporcionan conocimiento sobre datos de abundancia y sobre capacidad de carga a grandes escalas. Para minimizar costes, se debería dar prioridad a detectar la presencia de la especie en vez de estimar la abundancia que es más costoso (Muñoz et al., 2015)4.

Hay un proyecto de reintroducción en curso del Águila perdicera en Mallorca (Govern de les Illes Balears, 2009; Viada y Mayol, 2011a). Desde 2011 a 2014 se han liberado en Mallorca 21 Águilas perdiceras, habiéndose registrado en 2014 la reproducción con éxito de una pareja (Viada y Álvarez, 2014)3.

 

Referencias

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 Diego Ontiveros
Dpto. Biología Animal y Ecología, Facultad de Ciencias, Universidad de Granada

 Fecha de publicación: 3-08-2007

  Otras contribuciones: 1: Alfredo Salvador. 13-02-2008; 2. Alfredo Salvador. 18-01-2010; 3. Alfredo Salvador. 1-07-2014; 4. Alfredo Salvador. 23-02-2016

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