Buitre negro - Aegypius monachus (Linnaeus, 1766)

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Portada

 

Identificación

 

Estatus de conservación

 

Distribución

 

Hábitat

 

 

Voz

 

 

Movimientos

 

Ecología trófica

 

Biología de la reproducción

 

Interacciones entre especies

 

Comportamiento

 

Bibliografía

 

 

 

Key words: Black vulture, habitat, abundance, status, threats.

 

Hábitat

Su hábitat de nidificación se distribuye exclusivamente en ambientes boscosos. Las principales colonias se asientan en bosques densos de encina y alcornoque, pino silvestre, pino resinero y negro y menos frecuentemente en pino carrasco. Las altitudes en que se encuentran sus nidos oscilan entre los 400 y los 1.900 m.s.n.m. en la Península, mientras que en Baleares se encuentran en acantilados costeros de muy escasa altitud (Sánchez, 2004).

Eligen para la nidificación árboles maduros, situados a menudo en claros de bosque, en zonas de pendiente en la parte media o alta de las montañas (Bernis, 1966; Fargallo et al., 1998) y alejados de molestias humanas (Morán-López et al., 2006a).2

Las áreas de alimentación se sitúan mayoritariamente en ambientes no forestales, bien de monte bajo, bien en pastizales o dehesas más o menos abiertas (Hiraldo, 1977), siempre ligadas a zonas de abundancia de conejo o bien de ganado, a veces con cierta dependencia de las granjas de porcino (Del Moral et al., 2002).

El dominio vital de adultos reproductores (10 machos y 4 hembras radio-marcados de la colonia de Sierra Pelada en Huelva) incluye zonas abiertas (28-31%), dehesas (25-30%) y plantaciones de pinos y eucaliptos (21-29%). Los campos de cultivo son menos utilizados que otros tipos de hábitat (dehesas, zonas abiertas, plantaciones forestales). Dentro de los dominios vitales el uso de hábitats es proporcional a su disponibilidad, tanto en la época reproductiva como en la no reproductiva. Las dehesas son seleccionadas positivamente con independencia de su distancia a la colonia (15-85 km) (Carrete y Donázar, 20051; Donázar et al., 20118). En la Sierra de San Pedro selecciona activamente bosques y dehesas y evita pastizales y zonas de labor (Costillo, 2005).3

Los juveniles dispersantes seleccionan positivamente áreas de monte mediterráneo y dehesas (Jiménez García-Herrera y González García, 2012)9. Los juveniles equipados con emisores vía satélite en Castilla-La Mancha en 2010-2012 se movieron sobre todo en las áreas de nidificación del centro-suroeste (Castaño et al., 2015)9.

 

Tamaño de población

No se ha abordado en España hasta la fecha un censo de forma coordinada con un esfuerzo intensivo desde el inicio de la formación de las parejas hasta el vuelo de los pollos, con una metodología homogénea y en un mismo año en todas las localidades con presencia de la especie. Por tanto, las cifras dadas anualmente son origen de censos puntuales, estimas y aproximaciones en función de censos de otros años en distintas localidades. Sólo en los últimos años esta información es más consistente y aún así carece de la rigurosidad que se merece la especie, pues siguen sin existir censos constantes para muchas de las colonias existentes.

La población de Buitre Negro en España parece que sufrió un continuo declive hasta el inicio de la década de 1980, cuando entran en vigor determinadas leyes que protegen especialmente a la especie (Directiva 79/409, Ley 4/1989 y distintos planes de recuperación regionales; Sánchez, 2004), pero realmente se desconoce el valor de este descenso al no existir censos globales anteriores a esa fecha.

La primera estima es del año 1973, cuando se da una población para España de 206 parejas (Hiraldo, 1974). El segundo dato con información de muchas de las colonias y estimas para otras se da para la temporada de 1986, cuando se establece la población en 365 parejas (González et al., 1986). Los censos a partir de esta época parecen ser más constantes y se constata la ocupación de colonias que habían desaparecido en las décadas anteriores, así otra nueva estima para 1989 sitúa la población en 774 parejas (González, 1990). Aunque este incremento puede no ser real por la supuesta escasa cobertura de los primeros censos, sí se sabe que ha sido muy fuerte (Donázar, 2002).

En la década de 1990 los censos son más continuados y rigurosos y en 1992-1993 se establece una nueva cifra que sitúa la población en 1.027 parejas (Sánchez, 1998). A partir del año 2000, aunque sigue sin utilizarse una metodología estandarizada, los censos o estimas por colonias se recopilan anualmente por el grupo de trabajo de Buitre Negro de la Dirección General de la Conservación de la Biodiversidad y esto parece dar mejor conocimiento de la evolución de la población, así en el año 2000 se calcula una población de 1.165 parejas, de 1.358 en 2001 y de 1.400 en 2004 (grupo de trabajo de Buitre Negro de la Dirección General de la Conservación de la Biodiversidad).

El número de visitas de censo a los nidos influye en la estima del tamaño de población. Pocas visitas (cuatro o menos) producen estimas más altas de productividad y éxito reproductivo, recomendándose por lo menos 8 visitas a los nidos. Se estima que el tamaño de la población española en 2004 era de 1.710 parejas, en vez de las 1.523 parejas censadas (De la Puente, 2006b).3

La población en 2004 se estimó en 1.400 parejas reproductoras según los datos aportados por el grupo de trabajo de Buitre Negro de la Dirección General de la Conservación de la Biodiversidad. Población ligeramente superior a la dada en el año 2000, cuando se estimó una población de 1.301 parejas, o en 2001 de 1.358 parejas reproductoras (Sánchez, 2004).

Durante el censo de 2006 se han detectado 1.845 parejas. Al corregir la cifra obtenida en aquellas colonias donde no se realizó el número de visitas necesario para detectar en su totalidad las fracciones no reproductora y la reproductora que fracasa, la población podría ascender a 2.440 parejas (De la Puente et al., 2007).4

En 2011 la población reproductora española estaba formada por 2.068 parejas, repartidas entre 35 colonias (Moreno-Opo y Margalida, 2014)8. La población por comunidades autónomas y núcleos reproductores según su orden de importancia es la siguiente:

Extremadura

Extremadura es la comunidad que ha experimentado mayor incremento numérico en las últimas décadas. Este crecimiento se debe especialmente a la evolución positiva de las colonias de Monfragüe y sierra de San Pedro. El crecimiento se sitúa en un 5,9% desde los años setenta hasta 1986, posteriormente este incremento aumenta hasta situarse en un 7,67-7,76%, posiblemente a la mejor calidad de los censos en parte, pero en los últimos años estas tasas son mucho menores (Costillo et al., 2002).

En el año 2000 tenía una población de 650 parejas reproductoras (Costillo et al., 2002), repartida de la siguiente manera:

-Badajoz (11 parejas). Todas ellas concentradas en la sierra de Cíjara. Los otros dos puntos de cría en la provincia, Cornalvo y La Siberia, no cuentan con parejas reproductoras en 2004, aunque en estas zonas la población ha sido siempre muy escasa; una pareja en la Siberia y dos como máximo en Cornalvo.

-Cáceres (639 parejas). Distribuidas en siete colonias y una pareja aislada. La mayor colonia, con 265 parejas se sitúa en las proximidades del río Tajo, en el Parque Natural de Monfragüe. Le sigue en importancia la colonia situada en la sierra de San Pedro, con 254 parejas estimadas en el año 2000. A gran distancia en cuanto a tamaño se encuentran el resto de las colonias, así se cuentan 42 parejas en sierra de Gata, en el norte de la provincia lindando con Salamanca y en el Tajo Internacional, lindando con Portugal. La colonia de Las Hurdes cuenta con 17 parejas y con 12 la situada en las proximidades de Granadilla. Por último, la colonia denominada Los Ibores y que se sitúa al sur del Parque Natural de Monfragüe cuenta con seis parejas.

En 2006 se han detectado un total de 858 parejas, de ellas 336 en la sierra de San Pedro (Cáceres y Badajoz), 33 en las Hurdes (Cáceres), 48 en la sierra de Gata (Cáceres), 18 en Granadilla (Cáceres), 52 en los Ibores (Cáceres), 11 en el Cíjara (Badajoz), 63 en el Tajo internacional (Cáceres), 287 en Monfragüe (Cáceres), 4 en la sierra de Cañaveral (Cáceres), 3 en la sierra de Dios Padre (Cáceres), 2 en Tartamuda (Cáceres) y una en Zarza Mayor (Cáceres) (De la Puente et al., 2007). 4

En 2009 efectuaron la puesta 849 parejas, de ellas 342 en la Sierra de San Pedro, 315 en Monfragüe, 102 en Gata-Hurdes-Granadilla, 45 en Tajo-Salor, 34 en Ibores, 9 en Cíjara y 2 en Montánchez (Caldera, 2012)8.

Castilla-La Mancha

Desde los primeros datos de presencia de la especie en Castilla-La Mancha conocidos (1973), cuando se cita una única colonia, hasta la actualidad (cinco colonias), el incremento de la población, tanto numéricamente como en colonias de nidificación ha sido muy considerable. Se desconoce el porcentaje real de incremento por falta de cifras exactas basadas en censos completos anteriores a 1980 (Figura 3; Mosqueda, 2004).

Tenía una población de 273 parejas en 2001 (Mosqueda, 2004). Según las provincias y núcleos descritos, la población se repartía de la siguiente manera:

-Ciudad Real (272 parejas): Cabañeros 141 parejas, área de influencia de Cabañeros 18 parejas, sierra de los Canalizos 39 parejas y valle de Alcudia 75 parejas.

-Toledo. Montes de Toledo, sólo cuenta con una pareja aislada.

En 2006 se han detectado un total de 367 parejas, de ellas 165 en Cabañeros (Ciudad Real), 49 en el área de influencia de Cabañeros (Ciudad Real), 129 en la Umbría de Alcudia (Ciudad Real), 20 en la sierra de Canalizos (Ciudad Real), 2 en el río Guadiana (Ciudad Real) y 2 en Quintos de Mora (Toledo) (De la Puente et al., 2007).4

Castilla y León

En Castilla y León, aunque no se dispone de datos globales para cada año, sí se conoce que la evolución ha sido muy positiva desde la década de 1970, cuando se estimaba una población de 43 parejas. El incremento numérico ha ido acompañado de colonización de nuevas áreas de reproducción, pues actualmente se describen 7 colonias, algunas de ellas con varios núcleos. Se estima un crecimiento global de 13 parejas anuales para toda la comunidad y sólo una de las colonias sufre decremento poblacional desde 1990 (Batuecas; Azcárate y Carbonell, 2004).

Tenía una población de 231 parejas en el año 2000 (Azcárate y Carbonell, 2004). Según las provincias y núcleos descritos, la población se repartía de la siguiente manera:

-Ávila (121 parejas): macizo oriental de Gredos 116 parejas y macizo central de Gredos 5 parejas.

-Salamanca (43 parejas): sierra de Quilamas 31 parejas, río Alagón 8 parejas y sierra de Gata 5 parejas.

-Segovia (66 parejas): Guadarrama 59 parejas y Navafría 5 parejas.

En 2006 se han detectado un total de 287 parejas, de ellas una en Piedrahita (Avila), 7 en los pinares del bajo Alberche (Avila), 10 en la sierra de Castillejos (Avila), 27 en Trampalones (Avila), 23 en la Fosa del Alagón (Salamanca), 3 en Rebollar (Salamanca), 45 en Quilamas (Salamanca), 5 en el río Pirón (Segovia), 9 en Navafría (Segovia), 61 en Valsaín (Segovia) y 12 en el río Moros (Segovia) (De la Puente et al., 2007).4

Andalucía

En Andalucía, el estancamiento de la población en la última década se debió básicamente a la evolución de sus dos principales colonias (Sierra Pelada y Hornachuelos), donde la población no aumentó y en algunas temporadas sufrió descensos de parejas reproductoras importantes, al contrario de lo que ocurre en Sierra Norte de Sevilla y en Andújar (Arenas, 2004; Godino et al., 2004; Luque et al., 2004, Martín et al., 2004).

Había 172-187 parejas en 2001, 182-210 parejas en 2002, 186-211 parejas en 2003 y 187-209 en 2004 (Arenas, 2004):

-Huelva (80 parejas): 79 parejas en Sierra Pelada y una pareja aislada en La Contienda.

-Córdoba (35 parejas): se localizan en la sierra de Hornachuelos.

-Jaén (52 parejas): Todas ellas se sitúan en la sierra de Andújar.

-Sevilla (42 parejas): Todas ellas situadas en Sierra Norte.

En 2009 se censaron en Andalucía 279 parejas. En Sierra Pelada había 110 parejas, una pareja en La Contienda, 67 parejas en Sierra Norte I, 3 parejas en Sierra Norte II, 36 parejas en Sierra de Hornachuelos y 2 parejas en El Condado (Dobado et al., 2012)8. En 2006 se han detectado un total de 233 parejas, de ellas 62 en la sierra de Andujar (Jaén), 26 en la sierra de Hornachuelos (Córdoba), 47 en la sierra norte I (Córdoba y Sevilla), una en la sierra norte II (Sevilla), una en La Contienda (Huelva) y 96 en sierra Pelada (Huelva) (De la Puente et al., 2007).4

Evolución histórica de la población reproductora andaluza7

A mediados del siglo XIX el buitre negro se consideraba una especie común en Sierra Morena, Sierra Nevada y otros varios puntos de la provincia de Granada y el resto de Andalucía, pero a lo largo del siglo XX la rapaz se extinguió como nidificante en Granada, Cádiz y Málaga. Hoy día se conocen siete áreas de reproducción, que se sitúan en lugares apartados de Sierra Morena. Para cuatro de estas áreas hay datos precisos de nidificación desde hace más de 30 años: Sierra Pelada (Huelva), La Contienda (Huelva), Sierra de Hornachuelos (Córdoba) y Sierra de Andújar (Jaén), con 45, 6, 10 y 3 parejas en total en 1973, respectivamente. En La Contienda, no obstante, ha habido pocas puestas desde entonces y siempre a cargo de una pareja: en 1987, 1995 y 2004, así como en el trienio 2006-2008. Para otras dos áreas los primeros datos de nidificación son más recientes y coinciden con un periodo de recuperación de la población andaluza: Sierra Norte (Sevilla-Córdoba), con 1-2 parejas en la provincia de Sevilla en 1989, y El Condado (Jaén), con dos puestas confirmadas ese mismo año. Finalmente, en 2006 se censó la primera pareja conocida para una zona del Parque Natural Sierra Norte (Sevilla) que se sitúa a más de 32 km del área conocida desde 1989.

Actualmente, en Andalucía el buitre negro continúa nidificando en los mismos lugares donde lo hacía a finales de la década de 1980: Sierra Pelada, noreste del Parque Natural Sierra Norte y su entorno (Sierra Norte I), Sierra de Hornachuelos y Sierra de Andújar, así como de forma intermitente en La Contienda. A estas poblaciones hay que añadir las parejas establecidas a partir de 2006 en el suroeste del Parque Natural Sierra Norte (Sierra Norte II). En El Condado, en cambio, no se han confirmado puestas después del incendio de Aldeaquemada de 2004, aunque es segura la presencia de adultos y plataformas en parajes no afectados.

La población reproductora crece en Andalucía a un ritmo anual del 4,02% por término medio desde 2002 y ofrece cada año cifras históricas (278 pp. en 2009). A escala local, también aumentan las poblaciones de Sierra Norte I (66 pp.), Sierra Pelada (110 pp.) y la Sierra de Andújar (62 pp.), a un ritmo anual del 10,30%, 3,63% y 3,52% por término medio respectivamente, mientras que en la Sierra de Hornachuelos (37 pp.) se ha estabilizado el número de puestas.

Madrid

Había 60 parejas en 2001, 69 parejas en 2002, 74 parejas en 2003 y 81 parejas en 2004 (66 reproductoras). El grueso de la población en las ZEPA de Alto Lozoya, con 74 parejas (91%), en la ZEPA de los Encinares del río Alberche y río Cofio, hay una población de 6 parejas (7%), y en el Monte de El Pardo y Soto de Viñuelas solo hay actualmente una pareja (1% de la población madrileña) (Consejería de Medio Ambiente y Ordenación del Territorio de la Comunidad de Madrid y datos propios). A partir de 2005 existe otra pareja aislada al este de la carretera de Burgos. En 1992 había en El Pardo 5 parejas reproductoras que disminuyeron a una pareja en 1997. En el año 2000 se registraron 2 parejas y en 2004 una pareja (Gómez de la Peña et al., 2012)8.

En 2006 se han detectado un total de 89 parejas, de ellas 11 en Valdemaqueda, 77 en Rascafría y una en el bajo Lozoya (De la Puente et al., 2007).4

Islas Baleares

Toda la población se encuentra en la sierra de Tramuntana (Mallorca) y aunque la nidificación de la especie en el área se remonta, al menos, a principios de 1940, el número de parejas nidificantes debió ser siempre muy escaso (Bernis, 1966, Elósegui, 1970, 1971).

Su evolución es muy positiva en los últimos años pero la población nidificante aún es pequeña (Tewes y Mayol, 1993, Tewes et al., 2002), a pesar de ser objeto de reforzamiento desde 1983 hasta 1992 con varias decenas de individuos. Después de este proyecto la población se estimaba a final de esa década en 80 ejemplares pero solo contaba con ocho parejas reproductoras. La evolución desde que se inició el programa de reforzamiento de la población ha sido positiva y se estabilizó al alcanzar las 10 parejas a partir de 1998, manteniéndose en las diez parejas en 2002 con seis reproductoras (Sánchez, 2004; Tewes, 2003).

La población de Mallorca pasó de 40 individuos en 1973 a 91 en 2002 (Mayol, 2012)8. En 2003 se ocuparon 10 nidos y volaron 4 pollos (Molina et al., 2005a)8. En el año 2004, 12 parejas ocuparon nidos, hubo 10-11 puestas, 7-8 eclosiones y 7 pollos volanderos (Tewes, 2004).2

En 2006 se detectaron 11 parejas (De la Puente et al., 2007).4 En 2011 se localizaron 16 parejas territoriales, de las que 13 realizaron puesta y volaron 9 pollos (Molina et al., 2012)8. En el año 2016 estaban ocupados 37 nidos, 33 parejas hicieron la puesta, eclosionaron 25 y volaron 23 (Muntaner, 201710).

 

Abundancia

En Sierra Pelada, los nidos estaban diseminados en una densidad media de 1,58 parejas/km2 (Donázar et al., 2011)8. En 2009 en la Sierra de Andújar había una abundancia de 8,8 nidos ocupados/10 km2 y en la Sierra Norte de Sevilla 5,8 nidos ocupados/10 km2 (Dobado et al., 2012)8. En zonas óptimas de Cabañeros hay densidades de 2,23 nidos/100 ha y en zonas subóptimas 0,17 nidos/100 ha (Jiménez y López-Izquierdo, 2012)8.

 

Estatus de conservación

Categoría global IUCN (2016): Casi Amenazado NT (BirdLife International, 2016)10. Incluido anteriormente en la misma categoría (BirdLife International, 2009).5

Categoría España IUCN (2004): Vulnerable VU (Sánchez, 2004).

La especie está catalogada a escala mundial como "Casi Amenazada", debido básicamente al declive sufrido en el último siglo, aunque algunas poblaciones se empezaron a recuperar en la última década (Collar et al., 1994). En Europa está considerada "Rara" e incluida en la categoría SPEC 1 (BirdLife International, 2004), debido a que sus poblaciones requieren medidas de conservación a nivel global. En España, dentro del Catálogo Nacional de Especies Amenazadas (Real Decreto 439/1990), el Buitre Negro queda incluido como especie de "Interés Especial". La catalogación que tiene en cada comunidad autónoma es la siguiente: Extremadura "Sensible a la alteración de su hábitat", Castilla-La Mancha "Vulnerable", Islas Baleares "En Peligro" y Madrid "En Peligro".

En 2001 el buitre negro fue catalogado como En Peligro (EN) en el Libro Rojo de los Vertebrados Amenazados de Andalucía (Franco y Rodríguez, 2001), atendiendo al criterio D de dicha categoría establecida por la UICN: tamaño estimado de la población menor de 250 individuos maduros. En 2009 la población reproductora de la comunidad estuvo compuesta por un total de 278 pp., lo que significa una presencia mínima de 323 individuos sexualmente maduros. En realidad, la condición de 250 individuos maduros o más viene cumpliéndose desde el año 2003, cuando la población regional alcanzó la cifra de 216 pp. en total (equivalentes a 251 individuos maduros como mínimo). Estos resultados, de acuerdo con la UICN, permiten transferir ya a la rapaz a la siguiente categoría de menor riesgo: Vulnerable (VU). Esta categoría permite catalogar especies con un tamaño de población estimado en menos de 1.000 individuos maduros (criterio D1).7

 

Factores de amenaza

Intoxicación por veneno. Posiblemente la mayor causa de mortalidad de la especie sea el veneno. En numerosas fincas de caza menor se utilizan cebos envenenados para regular el número de predadores que consumen presas cinegéticas (conejo y perdiz básicamente). También es importante, aunque de forma más puntual, el uso de venenos por ganaderos por ataques de perros asilvestrados y lobos.

Entre 1990 y 2002 se encontraron más de 400 ejemplares de Buitre Negro envenenados (Sánchez, 2004). Entre 1992 y 2013 se registraron en España 578 buitres negros entre un total de 6.307 rapaces envenenadas por cebos ilegales (Cano et al., 201610).

La mortalidad por esta causa es general en todo su área de distribución, así se encontraron un mínimo de 91 Buitres Negros muertos en Castilla-La Mancha para el periodo 1995-2005 (Cano y Hernández, 2005) y 43 en Castilla y León (Azcárate y Carbonell, 2004). Esta causa de mortalidad sigue en activo, así en 2003 se constata la muerte de 13 ejemplares en Andalucía (Arenas, 2004). Otro ejemplo de la gravedad de esta amenaza sería la muerte de un mínimo de 16 Buitres Negros en cotos de caza en un año a partir de marzo de 2004 en las provincias de Toledo y Ciudad Real (Cano y Hernández, 2005). Entre 1997 y 1999 se encontraron en Sierra Pelada 12 adultos y 6 pollos muertos por envenenamiento. En el año 2000 se encontraron 9 adultos envenenados y al menos 19 pérdidas de huevos o pollos en coincidencia con la muerte de un adulto (Donázar et al., 2011)8.

Se han investigado 241 casos de envenenamiento que afectaron a 464 buitres negros en España durante el periodo 1990 – 2006. El uso autorizado del veneno solamente afectó al 1,3% de los casos, mientras que el 98% fueron envenenamientos intencionados. La mortalidad por envenenamiento afectó sobre todo (83%) a individuos adultos. De los 11 tipos de veneno encontrados, hubo tres – carbofurano, aldicarb y estricnina - que fueron la causa del 88% de los casos (Hernández y Oria, 20073; Hernández y Margalida, 20086). Los Buitres negros recogidos en centros de recuperación mostraron una tendencia creciente desde 2001 a 2007, reduciéndose en 2009 (Moreno-Opo y Margalida, 2014)8.

En Castilla-La Mancha se registraron 75 casos de muerte por envenenamiento entre 1990 y 2000; entre 2001 y 2004 se registraron cinco casos (Mosqueda, 2012)8.

Las causas de muerte o ingreso en centros de recuperación de Andalucía (n= 87) durante el periodo 2002-2009 fueron envenenamiento (26%), deshidratación (15%), enfermedades (12%), colisiones con cables y vallas (2%), otros traumatismos (7%), disparo (6%), ahogamiento (2%), incendio (1%) y desconocido (29%) (Dobado et al., 2012)8.

La ingestión de plomo procedente de perdigones puede afectar a los buitres negros (Rodríguez-Ramos et al., 2009).6

Destrucción de hábitat. El establecimiento de infraestructuras produce destrucción y/o fragmentación de hábitat, y un aumento de la accesibilidad y presencia humana. Son actuaciones que aumentan la accesibilidad (construcción de pistas), protección contra el fuego (construcción de cortafuegos, instalación de torres de vigilancia), aprovechamientos cinegéticos, aprovechamientos energéticos (energía eólica, tendidos eléctricos, explotaciones de minería e hidráulica) y promoción del turismo. Ver detalles en Moreno-Opo (2007b).

Gestión inadecuada de los montes como la apertura de pistas, cortafuegos, accesos a excursionistas, etc. En la colonia de Cabañeros (Ciudad Real) se ha determinado que las zonas próximas a los caminos no son utilizadas para situar los nidos en una banda aproximada de 400 m (Jiménez, 2002). El fracaso reproductivo en siete colonias de Extremadura en el año 2000 se relacionó positivamente con la distancia a la pista más cercana (Morán-López et al., 2006b).2

Gestión forestal. Explotación inadecuada de determinadas masas forestales, como la llevada a cabo en Huelva (Sierra Pelada) en la última década, que junto con el veneno originó un gran declive de aquella colonia (Galán et al., 1998; Donázar et al., 2002). En este sentido la especie no solo se puede ver afectada por la tala indiscriminada sino también por extracciones, no solo de madera sino de derivados como el corcho, quemas, clareos, etc., en épocas especialmente sensibles de su periodo reproductor. Se han encontrado diferencias en las densidades de arbolado, en las distancias entre nidos ocupados y en la tolerancia a los caminos que se explican por la diferente explotación de distintos tipos de pinar (Fargallo et al., 1998). Por otro lado, en Grecia, donde la especie nidifica en un hábitat muy similar a algunos de los utilizados por el Buitre Negro en España y sometido a explotación forestal, se ha determinado como factores clave para conservar a la especie la conservación de los árboles más viejos aislados, el mantenimiento de áreas de estricta protección para la especie, proteger el hábitat potencial no utilizado por la especie para preservarlo de posibles alteraciones y realizar un seguimiento de los posibles cambios en el hábitat (Poirazidis et al., 2004). Donázar et al. (2002) indica que los efectos negativos de la explotación forestal pueden persistir por mucho tiempo aun después de que esta disminuya. También concluyen que para conservar eficientemente la especie es necesario proteger el hábitat de actividades humanas cerca de los nidos. Los conflictos entre los conservacionistas y la población local que trabaja en los trabajos forestales pueden ser evitadas dirigiendo los trabajos a zonas sin importancia para la conservación y redirigiendo el trabajo de la población local a actividades relacionadas con la conservación de la naturaleza.

En Sierra Pelada el cambio en la localización de los nidos coincidía con la intensificación de los trabajos forestales (Donázar et al., 2011)8.

Existen numerosos tipos de molestias que afectan al buitre negro, especialmente durante la reproducción. El descorche es una práctica que puede incidir en el éxito reproductor. El seguimiento del descorche realizado en la Umbría de Alcudia reveló que la distancia a que actúan los trabajadores determina la actividad de los buitres. La probabilidad de que los buitres se espanten se incrementa cuando la distancia se reduce a menos de 300 m. Los adultos reproductores no vuelven al nido hasta que los corcheros se retiran a más de 500 m y una vez transcurridos una media de 88,5 min fuera del nido, tiempo durante el que los pollos pueden sufrir procesos de deshidratación acusados. De un total de 22 nidos controlados, en dos el pollo murió por deshidratación (Moreno-Opo y Arredondo, 2007).3

Cabaña ganadera. Las cabañas ganaderas forman una parte fundamental de la dieta del buitre negro, que se alimenta tanto de cadáveres de reses muertas por enfermedad o accidente como de restos depositados en muladares (Moreno-Opo et al., 2007). Uno de los aspectos más importantes de la gestión de la ganadería es el control sanitario, por tratarse de productos destinados al consumo humano. Las enfermedades que afectan al ganado son muy variadas y en los últimos años han surgido algunas que han alcanzado gran notoriedad, como es el caso de la encelopatía espongiforme bovina o enfermedad de las vacas locas. Para evitar el consumo de restos que pudieran estar afectados por el prión causante de esta enfermedad, se ha regulado la gestión y eliminación de cadáveres, especialmente de vacas, ovejas y cabras. Desde el año 2000 las comunidades autónomas han establecido procedimientos de recogida y eliminación de cadáveres, lo que ha producido una considerable reducción del alimento disponible para los buitres (Camiña, 2004). Como consecuencia de esto, se ha observado reducción del éxito reproductivo en las colonias de Sierra Morena y Sierra de San Pedro, que no ha superado el valor de 0,6 (Moreno-Opo et al., 2007).3

La situación actual es positiva respecto a la conservación de la especie y de su hábitat pero no está clara la influencia de la disponibilidad de alimento durante la última década. Desde 2002 ha disminuido el número de carroñas de ganado disponibles. Sin embargo, el número de parejas reproductoras de Buitre negro se correlaciona positivamente con el número de jabalíes y ciervos cazados. Por otro lado, el conejo aumentó a finales de los años 80, disminuyó después por la incidencia de la fiebre hemorrágica y ha vuelto a aumentar a partir de 2008 (Moreno-Opo y Margalida, 2014)8.

Colisión con tendidos eléctricos y electrocución. Durante el periodo 1988-1996, se encontró en las estribaciones de Sierra Morena oriental y el Campo de Montiel dos buitres negros muertos por electrocución en tendidos eléctricos entre un total de 274 rapaces (Guzmán y Castaño, 1998)9.

Se citan tres casos en los últimos años en Castilla y León (Azcárate y Carbonell, 2004) y al menos tres aves de la colonia de Rascafría (Madrid) en la última década (datos propios). Durante el periodo 1990-2006 se tiene conocimiento de la muerte de 34 ejemplares en tendidos eléctricos. La colisión y electrocución causa el 7% (n = 28) de los ingresos (n = 400) de buitre negros en centros de recuperación de fauna (Moreno-Opo, 2007c).3

En Castilla-La Mancha se registraron entre 2001 y 2004 tres casos de muerte por electrocución (Mosqueda, 2012)8.

Mortalidad por atropello en carretera. En lo que se refiere a mortalidad por atropello en carreteras de España, López Redondo y López Redondo (1992) registraron un buitre negro entre un total de 10.288 aves y PMVC (2003) registraron un buitre negro entre un total de 11.134 aves9.

Incendios forestales. Existe cierta mortalidad ocasionada por incendios forestales, muchas veces naturales (originados en tormentas; Galán et al., 1998; Azcárate y Carbonell, 2004). Los incendios tienen un efecto relativamente bajo. En Sierra Pelada, durante el periodo 1984-1992 la muerte de pollos en incendios fue la causa del 7% de los fracasos reproductores y del 38% del total de los pollos muertos. La mejora de las medidas de prevención han permitido que en el periodo 1993-2006 solo se ha producido un incendio, arrojando el total de los 23 años de estudio un balance 17 pollos muertos, equivalentes al 1,5% de los nacimientos, al 3% de los fracasos reproductores y al 14% del total de pollos muertos (Galán et al., 2007).3

Energía eólica. El impacto de la energía eólica sobre el buitre negro es casi inexistente; solamente se conocen dos colisiones, una en Soria y otra en Zaragoza, aunque el trabajo se ha realizado fuera del área de distribución habitual de la especie (Camiña, 2007).

Caza ilegal. El número de buitres negros ingresados por disparo en centros de recuperación alcanza los 14 ejemplares de un total de 410 en el periodo 1990-2005 (Moreno-Opo, 2007d).3

Ruido de vehículos

El ruido producido por el tráfico rodado afecta a la nidificación del buitre negro. En colonias próximas a carreteras, los nidos se localizan en zonas que evitan un ruido mayor de 40 dB, lo que significa un efecto negativo de hasta 500 m a ambos lados de carreteras con menos de 1.000 vehículos diarios (Iglesias-Merchán et al., 2016)10.

Exposición a antibióticos suministrados al ganado

Las lesiones orales debidas a micosis observadas en pollos podrían deberse a la concentración de antibióticos de amplio espectro como las fluoroquinolonas, sobre todo enrofloxacina, proporcionado al ganado del que se alimentan los buitres (Blanco et al., 2017)10.

 

Medidas de conservación

Planes de conservación. Las herramientas más útiles para la conservar actualmente la especie son los planes de recuperación o los planes de conservación a escala autonómica. Actualmente existen planes en marcha para el Buitre Negro en Castilla-La Mancha, Islas Baleares y Extremadura. La falta de catálogos regionales en algunas comunidades como Castilla y León y la falta de planes de conservación o de recuperación según obliga la catalogación de la especie en esos catálogos originan vacíos legales para trabajar en la conservación de la especie.

Protección de hábitat. Deberían protegerse los hábitats tanto de las zonas de reproducción como de las zonas aledañas, con el fin de que haya áreas boscosas para la nidificación y áreas más abiertas para la obtención de alimento (Morán-López et al., 2006a). 2

Se ha propuesto en Cabañeros que para incrementar el hábitat óptimo de nidificación se potencie la evolución de las etapas de matorrales seriales a comunidades arboladas y se eliminen caminos en zonas montañosas (Jiménez y López-Izquierdo, 2012)8.

La conservación de las colonias de reproducción exige no sólo la protección de los sitios de nidificación, que ocupan áreas relativamente reducidas, sino también de las dehesas donde los adultos obtienen su alimento, que pueden extenderse por grandes áreas. El seguimiento de 14 adultos radiomarcados en la colonia de Sierra Pelada (Huelva) reveló un área total de movimientos alrededor de la colonia de 592.572 ha, con desplazamientos hasta 86 km de distancia (Carrete y Donázar, 2005).1  La combinación de recogida de datos en el campo con el uso de métodos de cartografía predictiva aplicados al conocimiento del hábitat potencial puede ser beneficiosa para la gestión y conservación del buitre negro (Morán et al., 2007).3

En la actualidad las dehesas están orientadas a la producción ganadera mixta (vacuno, ovino y porcino) y al aprovechamiento cinegético (Guil et al., 2007b).3 Se recomiendan actuaciones de gestión de hábitat en dehesas para incrementar la eficacia de los rendimientos económicos respetando que sean respetuosos con el medio y sean sostenibles en el tiempo. Ver detalles en Moreno-Opo et al. (2007a).3

Gestión forestal. Se recomienda que las actividades forestales se dirijan a proteger árboles grandes, ya sean encinas, alcornoques o pinos, y a sustituir los eucaliptos por especies autóctonas. Las actividades recreativas o económicas (forestales o de caza) alrededor de las zonas de reproducción deberían ser programadas y organizadas para evitar las molestias, especialmente las derivadas de la proximidad de carreteras y pistas (Morán-López et al., 2006a). 2

La madera de pino silvestre, especialmente la de los pinares de la sierra de Guadarrama, es muy apreciada. Es fundamental hacer compatible el aprovechamiento forestal de los pinares con la conservación del buitre negro (De la Puente, 2007c).3 El buitre negro es muy sensible a las molestias provocadas por los trabajos forestales, que pueden provocar la destrucción o alteración del hábitat o de los nidos, molestias en época de cría que produzcan la pérdida de huevos o pollos y el abandono de áreas de nidificación (De la Puente, 2007d). 3 Para una gestión forestal de los pinares compatible con la conservación, se recomienda la anticipación para evitar afecciones, periodos de trabajo que respeten la fenología reproductiva del buitre negro, respetar las distancias mínimas de trabajo a los nidos y gestión del hábitat que favorezca la nidificación como por ejemplo el mantenimiento de grandes árboles espaciados que sobresalen sobre los demás (De la Puente, 2007e).3 La planificación y desarrollo de los trabajos forestales del pinar de Rascafría se lleva a cabo cada año en base a la información sobre la localización de los nidos  (Vielva y De la Puente, 2007).3 En la colonia de Valsaín (Segovia) se han establecido restricciones de actividad alrededor de los nidos. En 100 m alrededor no se efectúa ninguna corta o trabajo silvícola y entre 100 y 500 m solamente se realizan actividades forestales entre octubre y diciembre (Donés et al., 2007).3

Los aprovechamientos tradicionales del monte mediterráneo, basados en el pastoreo con cabras, el carboneo, la caza y la extracción de corcho han dado paso en la actualidad a la caza mayor y el corcho (Guil et al., 2007). En el monte mediterráneo se llevan a cabo hoy en día tareas relacionadas con: la gestión forestal, la prevención de los incendios, actividades cinegéticas y actividad ganadera (Guil et al., 2007).3 Las actividades que lleva a cabo el hombre en el monte mediterráneo pueden afectar al buitre negro (Morán et al., 2007).3 La conservación de los hábitats de reproducción actual en el monte mediterráneo debe dirigirse hacia el arbolado de porte suficiente para albergar los nidos, sobre todo alcornoque y encina. Por otro lado, la programación de actuaciones selvícolas debe evitar el periodo reproductor en la cercanía de los nidos. Ver más detalles en (Guil et al., 2007a).3

Las actividades de extracción de corcho a distancias menores de 500 m de los nidos tienen una probabilidad mayor del 25% de que los adultos abandonen el nido. En caso de que no sea posible mantener esa distancia, se recomienda disminuir el nivel de ruido (Margalida et al., 2011)8.

Medidas contra el veneno. En 1998 se puso en marcha el Programa Antídoto con el objetivo de combatir el uso de cebos envenenados en el medio natural (Sánchez, 2012)8. En 2004 se aprobó la Estrategia nacional contra el uso ilegal de cebos envenenados en el medio natural (Varillas, 2012)8. La Consejería de medio Ambiente de Andalucía ha puesto en marcha un plan de control de herbicidas y pesticidas, formación de especialistas en control selectivo de depredadores, creación de patrullas caninas para la detección de veneno en el campo, puesta a punto de pruebas de laboratorio de sustancias tóxicas y endurecimiento de medidas sancionadoras (Simón et al., 2012)8.

Variabilidad genética. La distribución de haplotipos mitocondriales y la divergencia de loci nucleares indica que las poblaciones ibérica y balcánica son cada una de ellas unidades evolutivas que deberían ser manejadas con el fin de mantener o incrementar los niveles actuales de variabilidad genética (Poulakis et al., 2008).5

Gestión cinegética. Se han propuesto medidas de gestión de las poblaciones de ungulados y de la actividad cinegética. Ver detalles en Moreno-Opo et al. (2007b).

Se ha propuesto el fomento de las poblaciones de conejo de monte. Ver detalles en Guil et al. (2007).3

Cabaña ganadera. La gestión de la cabaña ganadera, especialmente del ganado ovino, en las zonas de alimentación del buitre negro es muy importante para su conservación. El ovino es la cabaña más beneficiosa para la alimentación del buitre negro por su tamaño, abundancia y el carácter extensivo de su explotación. Por otro lado, es importante el desarrollo de la alimentación de aves carroñeras en muladares (Moreno-Opo et al., 2007).3

El sistema de muladares no cubre los requerimientos tróficos de los buitres, precisándose medidas como el mantenimiento de las dehesas y la ganadería extensiva (Camiña, 2012)8.

Puntos de alimentación suplementaria

Los juveniles de buitre negro muestran preferencia por redes densas de puntos de alimentación suplementaria en épocas de escasez de recursos naturales mientras que los adultos prefieren sitios con suplemento de alimento periódico cercanos a las colonias de reproducción en áreas con menor disponibilidad de alimento (Moreno-Opo et al., 2015)9.  

Conservación en fincas privadas. Se realizan actuaciones que involucran a los propietarios y que consisten en evitar las molestias en los núcleos de cría, mejora de las condiciones de alimentación y seguimiento de parámetros poblacionales (Moreno-Opo et al., 2012)8.

Medidas de participación social. El hábitat en el que vive el buitre negro está influenciado por numerosas actividades humanas, que son llevadas a cabo por distintos grupos sociales que tienen responsabilidad sobre ellas: administración, propietarios de terrenos, gestores cinegéticos, guardería de fincas, agentes medioambientales, agricultores y ganaderos, conservacionistas, cazadores, silvicultores e investigadores. La conservación del buitre negro requiere aunar la participación de todos los agentes mencionados (Moreno-Opo et al., 2007).3

Realización de censos. Se ha propuesto realizar anualmente un seguimiento mínimo de todas las colonias, que cuantifique al menos, la productividad de cada una de ellas. Cada tres años debe realizarse un seguimiento más detallado que permita registrar también el éxito reproductor y analizar el estado de conservación de cada colonia así como prospectar nuevas zonas de cría (Sánchez y Garzón, 2012)8.

 

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Juan Carlos del Moral y Javier de la Puente
SEO/BirdLife
C/ Melquiades Biencinto, 34; 28053 Madrid

Fecha de publicación: 19-12-2005

 Otras contribuciones: 1: Alfredo Salvador. 10-10-2006; 2. Alfredo Salvador. 19-01-2007; 3: Alfredo Salvador. 21-02-2008; 4: Alfredo Salvador. 26-08-2008; 5. Alfredo Salvador. 12-03-2010; 6: Alfredo Salvador. 10-05-2010; 7. Rafael Arenas. 20-05-2010; 8. Alfredo Salvador. 10-07-2014; 9. Alfredo Salvador. 23-03-2016; 10. Alfredo Salvador. 16-03-2017

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