Escribano soteño - Emberiza cirlus Linnaeus, 1766

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Portada

 

Identificación

 

Estatus de conservación

 

Distribución

 

Hábitat

 

 

Voz

 

 

Movimientos

 

Ecología trófica

 

Biología de la reproducción

 

Interacciones entre especies

 

Comportamiento

 

Bibliografía

 

 

Key words: Cirl buntig, activity, home range, behaviour.

 

Actividad

No existe información, salvo para el periodo de canto. El macho de E. cirlus puede cantar en cualquier época del año, pero lo hace con mucha intensidad de finales de invierno a finales de verano, y solo ocasionalmente durante la muda (véase el apartado de Voz). Durante la cría, el canto es más persistente por la mañana y a primera hora de la tarde, y suele ser la primera y la última actividad diaria que realiza el macho (Cramp y Perrins, 1994).

 

Dominio vital

Especie muy territorial, el macho defiende su territorio de otros machos hasta unos 150 m del nido. Pero cuando su densidad es muy elevada, los nidos pueden estar separados por solo unos 200 m, lo que puede dar la idea errónea de que se trata de una especie semicolonial. En el suroeste de Alemania, 22 territorios tuvieron una extensión media de 0,94 ha, variando entre 0,48-1,83 ha y tendiendo a ser mayores los más aislados que los más agrupados. La pareja puede buscar alimento fuera de sus límites, pero lo habitual es que lo haga en un radio de 200 m (Cramp y Perrins, 1994).

 

Comportamiento

Es un escribano que canta frecuentemente durante muchos meses no muy al descubierto, normalmente desde un arbusto, un árbol o un hilo telegráfico, rara vez en vuelo o desde el suelo (véase el apartado de Voz). Tiene un vuelo potente con algunas ondulaciones, zambulléndose entre la vegetación al final del recorrido (Noval, 1975; Sáez-Royuela, 1980).

Conducta

Es un pájaro poco conspicuo, bastante discreto y relativamente asustadizo, aunque no lo es tanto cuando se alimenta en el suelo, permitiendo aproximaciones de hasta 15 m, a veces hasta solo 8 m. Cuando está ansioso, extiende la cola a sacudidas, exponiendo las rectrices externas. Este movimiento también lo realiza en otros contextos, especialmente en encuentros con rivales y como señal de peligro. También eriza el píleo en varios contextos, por ejemplo, ante un serio peligro para la pollada, ante un predador, buscando alimento, etc. Descansa en vegetación baja, habitualmente 1 m sobre el suelo; en invierno también en arbustos desnudos. Duerme solo o en parejas y, en invierno, en grupos, pero los individuos se hallan separados. También descansan en matorrales, arbustos y setos, si bien la información es muy escasa (Cramp y Perrins, 1994; Byers et al., 1995).

Conducta alimenticia

El método más habitual de alimentación es el picoteo de semillas en el suelo, generalmente cerca de la cobertura de un arbusto o seto; también trepa por los tallos hasta que éstos se vencen con el objetivo alcanzar las semillas maduras del extremo, lo que a veces consigue tirando de ellas hacia abajo si la altura de la planta es menor de 20 cm; más raramente se agarra a un tallo o a un robusto alambre vecino para alcanzarlas o rebusca entre el follaje de árboles y arbustos si se trata de invertebrados. Los grandes escarabajos, saltamontes y similares los captura tras un corto vuelo de persecución y retira sus alas y patas antes de consumirlos o cebar a los pollos (véase el apartado de Ecología trófica). Si la nieve cubre el suelo, se alimenta en los tallos más altos o en las parcelas libres de ella bajo los arbustos. En Inglaterra, el 85% de las observaciones invernales buscando alimento fueron en rastrojeras, el 15% en comederos (Cramp y Perrins, 1994; Copete, 2018).

Conducta migratoria

Es un migrante fundamentalmente diurno que está considerado migrador parcial en el extremo norte de su área de cría y sedentario en el resto (véase el apartado de Movimientos), habiéndose detectado la migración activa, muy escasa, en el estrecho de Gibraltar (Bernis, 1966; Tellería, 1981).

Conducta agresiva

En las parejas sedentarias, el territorio se defiende todo el año, aunque con menor intensidad en invierno, pero la defensa activa comienza ya en febrero. Los machos desemparejados poseen peores territorios habitualmente, mientras que los machos de más edad ocupan los mejores y los defienden con mayor intensidad, en especial el núcleo central cercano al nido. El límite territorial se marca básicamente por el canto, apoyado en amenazas y peleas; algunas partes de los límites entre territorios adyacentes son relativamente flexibles, pero otros se defienden rígidamente. La defensa territorial la realiza el macho. Las disputas territoriales de los machos alcanzan su punto álgido en marzo y abril; las hembras rara vez se ven involucradas en la expulsión territorial de los intrusos. El macho amenaza a otros machos intrusos en su territorio con una exhibición de amenaza estereotipada: el ave se agacha con las alas hacia afuera y la cola y la cabeza erguidas mientras se aproxima al intruso o, a veces, erizando las plumas del píleo a modo de una pequeña cresta. Esta exhibición es utilizada en cualquier época por los dos sexos, aunque lógicamente es el macho quien la emplea más, sobre todo en las disputas territoriales durante la época de cría, pero también en invierno en dormideros, bebederos y en las zonas de alimentación. La defensa del territorio por parte del macho también implica la realización de vuelos de persecución y, a veces, la lucha pecho contra pecho en el aire. Los machos excitados por la disputa territorial pueden realizar vuelos en zigzag con cortos tramos rectos. Estos vuelos se observan sobre todo en los límites territoriales. Los machos suelen cantar durante las pausas de las disputas, pero a veces en pleno fragor de la batalla. Después de la lucha, normalmente se retiran al interior de sus territorios, emitiendo su canto intensamente. Cuando forman parte de los bandos, los machos se comportan más pacíficamente, pero a veces emiten reclamos de amenaza y erizan el píleo amenazando a otros machos (Cramp y Perrins, 1994).

Conducta anti-predadora

Los pollos ya emplumados se agachan y permanecen quietos en el nido cuando una persona se acerca, pero saltan de él al intentar cogerlos con la mano. Si los padres regresan al nido con cebo y observan un predador potencial en las cercanías, se posan en una percha durante 10-15 minutos, hasta que el peligro desaparece; a veces, dejan caer el cebo o lo consumen. Ante la presencia de observadores en las inmediaciones del nido, y si se sienten vigilados cuando atienden a los volantones, el macho se muestra más atrevido que la hembra y es quien ceba a los pollos más asiduamente. Ante la presencia de una rapaz, los padres avisan a los volantones con un reclamo de alarma específico y éstos responden quedándose de inmediato completamente inmóviles y callados (Noval, 1975; Cramp y Perrins, 1994).

Selección sexual

Pudiera ser que las hembras seleccionasen a los machos por la extensión e intensidad del color amarillo (véase el apartado de Reproducción), ya que es un indicador fiable del estado de salud (Figuerola et al., 1999).

Emparejamiento

Solo se ha demostrado la monogamia estacional (véase el apartado de Reproducción), volviendo a emparejarse ambos cónyuges al siguiente año si han sobrevivido al invierno. Existen muy pocos datos sobre la formación de las parejas. Como los cónyuges de las parejas sedentarias permanecen juntos todo el año y los de las parejas migradoras llegan juntos a su territorio al principio de la época reproductora, es de suponer que el emparejamiento suceda en los bandos invernales, antes de establecerse en los territorios. Los machos desemparejados cantan constantemente y se muestran muy visibles, por lo que pueden atraer a las escasas hembras que aún permanezcan solitarias, emparejándose con ellas (Cramp y Perrins, 1994).

Celo

El canto de celo va acompañado de una conspicua exhibición (display) en el que se marcan especialmente el diseño cefálico y la garganta; en cada canto el macho mueve vigorosamente la cabeza hacia el dorso, mantiene el pico bien abierto, las alas y la cola las coloca levemente caídas, y éstas y todo el cuerpo permanecen vibrantes. La hembra se posa en el suelo con las alas abiertas y vibrantes, manteniendo el pico abierto y girando la cabeza lentamente de derecha a izquierda, dirigiendo la mirada al macho, como incitándole a aproximarse a ella. Ambos emiten reclamos de contacto y picotean aquí y allá en el suelo, sin buscar alimento; cuando vuela la hembra, el macho la sigue de cerca, permaneciendo ambos cónyuges inseparables dentro de su territorio. La ceba de cortejo no se ha registrado durante la formación de la pareja, aunque el macho puede cebar a la hembra durante la incubación y mientras empolla a los pollos muy pequeños (Noval, 1975; Cramp y Perrins, 1994).

Apareamiento

Poco observado. La hembra permanece agachada en una percha, moviendo las alas de forma similar a la conducta petitoria de los volantones; el macho vuela hacia ella y, mientras ésta levanta la cola unos 45º, la monta, permaneciendo sobre ella unos 3 s; el macho vuela más allá tras la cópula y la hembra sacude el plumaje; durante el apareamiento no emiten reclamos (Cramp y Perrins, 1994).

Inversión y cuidado parental

El lugar del emplazamiento del nido parecen elegirlo ambos miembros de la pareja, ya que los dos inspeccionan lugares posibles desde un mes antes de su construcción. El macho realiza una exhibición constructora que consiste en aportar posibles materiales de construcción (hojas, musgos, tallos, etc.). Esta exhibición puede realizarla en cualquier momento de la reproducción, pero la mayoría se producen al principio de la estación, en abril. Su duración normal es de 5-15 s, a veces más, y a menudo no está relacionada con la cópula, por lo que su función parece ser más bien la de sincronizar la fisiología de los cónyuges, más que la de simular la construcción del nido. En realidad, el macho apenas aporta material para su construcción, si es que en verdad lo hace; a lo sumo acompaña a la hembra a elegirlo (véase el apartado de Reproducción). La hembra es quien construye el nido, incuba los huevos y empolla a los polluelos, constantemente cuando son pequeños (porque no pueden termorregular), pero también cuando están a punto de abandonar el nido si el tempero es lluvioso. Si se suceden muchos días lluviosos, los pollos reciben menos cebas en total porque la hembra pasa todo el tiempo empollándolos y protegiéndolos. Algunas cebas del macho son para la hembra cuando ésta empolla, aunque casi todo el alimento aportado por él es para los polluelos. También es la hembra quien retira los sacos fecales cuando los pollos son pequeños, pero ambos padres los asean y alimentan hasta que se independizan, entre 2-3 semanas después de abandonar el nido. Al abandonarlo, los volantones se mueven por sus cercanías, sobre todo los primeros días, pero después se desplazan distancias considerables, hasta 100 m en algunos casos; hacia el decimosexto día se desplazan hasta 140 m y superan los 200 m hacia el vigésimo. Los jóvenes piden alimento a sus padres con el típico aleteo vibrante de los jóvenes pájaros; hacia el decimoctavo día los padres dejan de cebarlos y hacia el vigésimo cesan en su conducta petitoria (Noval, 1975; Byers et al., 1995; Cramp y Perrins, 1994; Copete, 2018).

Fidelidad territorial

Fuera de nuestras fronteras, en un estudio llevado a cabo en Alemania, se pudo comprobar una marcada fidelidad territorial de los machos, pues de 102 anillados, 32 retornaron al mismo lugar al año siguiente y otros 16 a las proximidades; incluso 5 machos ocuparon el mismo territorio tres años después y otros 3 más lo hicieron en las cercanías (Cramp y Perrins, 1994).

Gregarismo y estructura social

Fuera de la época de cría, a veces forma pequeños bandos, normalmente de 10-50 individuos, pero hasta 80 en Inglaterra, que vagan por los campos en busca de alimento. Muchas veces en compañía de otros escribanos y fringílidos, pero también monoespecíficos (véase el apartado de Interacción). La estructura social de estos últimos bandos es desconocida, aunque las parejas parecen mantenerse unidas y apenas existe cohesión intragrupal, ya que cuando se presenta un peligro, el bando se divide en pequeños grupos inconexos. La distancia individual en ellos es de 0,3-0,4 m, manteniéndola cuando se posan en arbustos y se alimentan en el suelo. Una vez pasado el peligro, cada indivuduo del bando abandona el refugio (normalmente un seto o similar), volando bajo para alimentarse en el suelo, primero en su base y posteriormente más allá, aunque no suelen aventurarse a más de 30 m del refugio, volviendo raudamente a él ante la menor amenaza, emitiendo reclamos de alarma (Noval, 1975; Sáez-Royuela, 1980; Byers et al., 1995; Cramp y Perrins, 1994; Copete, 2018).

Sin datos disponibles sobre la estructura jerárquica, y no se han descrito los grados de dominancia.

Comunicación

El blanco de las rectrices externas facilita la cohesión dentro del bando invernal. Por otra parte, se conocen varios reclamos de alarma emitidos por ambos miembros de la pareja ante la presencia cerca del nido de personas o depredadores, así como varios reclamos y sonidos emitidos en la defensa territorial. Para más detalles, consúltese Cramp y Perrins (1994).

 

Referencias

Bernis, F. (1966). Migración en aves. Tratado teórico y práctico. SEO. Madrid.

Byers, C., Olsson, U., Curson, J. (1995). Buntings and sparrows. A guide to the buntings and North American sparrows. Pica Press. Sussex.

Copete, J. L. (2018). Cirl bunting (Emberiza cirlus). En: del Hoyo, J., Elliott, A., Sargatal, J., Christie, D. A. & de Juana, E. (eds.). Handbook of the Birds of the World Alive. Lynx Edicions, Barcelona. Acceso diciembre 2018. https://www.hbw.com/species/cirl-bunting-emberiza-cirlus

Cramp, S., Perrins, C. M. (Eds.). (1994). The birds of the Western Paleacrtic. Volume IX. Oxford University Press, Oxford.

Figuerola, J., Muñoz, E., Gutiérrez, R., Ferrer, D. (1999). Blood parasites, leucocytes and plumage brightness in the Cirl bunting, Emberiza cirlus. Functional Ecology, 13: 594-601.

Noval, A. (1975). El libro de la fauna ibérica. Naranco, Oviedo.

Sáez-Royuela, R. (1980). La guía de INCAFO de las aves de la Península Ibérica. INCAFO. Madrid.

Tellería, J.L. (1981). La migración de las aves en el estrecho de Gibraltar. Volumen II: aves no planeadoras. Universidad Complutense. Madrid.

 

 

Rafael J. Aparicio
C/ Juglares, 2C, 2º A
28032 Madrid

Fecha de publicación: 8-04-2019

Aparicio, R. J. (2019). Escribano Soteño – Emberiza cirlus. En: Enciclopedia Virtual de los Vertebrados Españoles. López, P., Martín, J., Barba, E. (Eds.). Museo Nacional de Ciencias Naturales, Madrid.